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Sin por qué no hay más separación.
Sin por qué no hay más distancia, ni interpretación, ni distorsión.
Sin por qué no hay ni distancia, ni separación, ni resistencia, ni conflicto ni dualidad.
No hay más fragmentación ni confusión en la mente.
Hay visión de lo que es por lo que es, tal cual y como es. Sin "debería" ni dualidad, ni nada que elegir imponerse o imponer.
Y en ello cesa lo que es.
Entonces la mente ha ido "más allá" de lo que es, ya no está atrapada en el eterno conflicto en relación a lo que es y la constante comparación con la ilusoria dualidad de "lo que debería ser".
Esa mente es libre.
Y en la proposición "lo que es", ella es el ES en el cual "lo que" sucede sin afectarla.
Somos el ES, siendo, auténtica, originalmente, sin ningún "por qué", ni argumento, ni justificación.
Dándonos cuenta...
Siendo, sin una "historia", sin barullo, que nos distraiga de la vida siendo a cada instante...
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lunes, 31 de agosto de 2009
viernes, 28 de agosto de 2009
Este atemporal inmodificable...
No hay nada que ganar, o que perder.
Nunca ha habido el menor cambio.
Lo único que cambia es la forma en que uno es visto,
según la forma en que uno es pensado.
La forma en que uno se ve, según uno se piensa.
O sea, la conciencia que es la vida absoluta manifestándose como "yo", "tú"
, "él", etc, siendo conciente de si misma, jamás modifica su naturaleza esencial.
Lo único que va cambiando es la forma en que esa conciencia se ve, la forma en que "yo" me veo.
Pero siempre he sido yo mismo.
Siempre soy yo mismo.
Y siempre seré yo; pensado así, o asá,
hasta que me de cuenta de la futilidad, del engaño, del error, de la mentira, de la falsedad, de lo condicionante de pensarme.
"Yo" es el nombre con que la conciencia se nombra en cada uno al tomar conciencia de si misma en cada uno.
Pensarme, creerme, asumirme de un determinado modo, me hace sentirme-verme como si realmente fuera así, sin percatarme que es tan sólo un estado artificial de "ser" creado por el pensamiento.
Yo que estoy "dormido", yo que soy un "iluminado", yo que "no soy suficientemente bueno", yo que soy un "buscador espiritual", yo que soy "...", etc,etc,etc...
Vaya juego de idiotas!
Es más, basta con ver ya mismo que ese "otro" ("yo pensándome así o pensándome asá") no es una realidad, que soy simplemente yo pensandome "otro"...
En ese momento se torna evidente que tan sólo soy yo, que siempre he sido yo, que siempre seré yo..., simplemente yo..., llanamente yo..., naturalmente yo..., sin ninguna cualidad adosada ni ningún tipo de aditamento.
Toda búsqueda, ya sea buscar alcanzar, como buscar evitar, es siempre yo pensando "x", como un burro alucinando con una zanahoria que no existe en ningún otro lugar más que en su pensamiento.
Así, la creencia en la supuesta realidad de "lo buscado" crea en uno es estado de carencia que me hace sentirme un "buscador"; alguien que "debe" buscar, que "necesita" tal o cual cosa para poder sentirse pleno, para poder ser líbremente y sin restricciones, él mismo.
Lo buscado crea al buscador.
Mis miedos soy yo pensandome "amenazado", "en peligro", etc.
Mis deseos y esperanzas, mi búsqueda, soy yo pensando "placer", "realización", "iluminación", "liberación", "dios", "salvación", etc.
Mi "identidad" en esta vida, soy yo pensándome..., asumiéndome, y por tanto sintiéndome así!
Sólo cuando la falta de realidad del objeto buscado es puesta de manifiesto, entonces el "buscador" desaparece junto con ella, y junto con él, todo el desvelo, la sensación de incompletitud y todo lo que perturbaba la paz que allí siempre hubo.
Así, puestos en evidencia a la luz de la atención el mecanismo de "creación" de la aparente dualidad y su carencia absoluta de realidad, muere entonces espontánemente el entusiasmo por "el/lo otro" junto con toda la perturbación interior que este "objeto" de nuestros deseos, esperanzas o temores alentaba; y aunque los pensamientos permanezcan, ya no son tomados por una realidad, ya no opacan más este sentido de ser, único, vasto, silente, indiviso, este uno mismo,conciencia simple de ser eso que es, llamada "yo".
Este atemporal inmodificable nombrado "yo" que uno es...
Richard Mesones.
Nunca ha habido el menor cambio.
Lo único que cambia es la forma en que uno es visto,
según la forma en que uno es pensado.
La forma en que uno se ve, según uno se piensa.
O sea, la conciencia que es la vida absoluta manifestándose como "yo", "tú"
, "él", etc, siendo conciente de si misma, jamás modifica su naturaleza esencial.
Lo único que va cambiando es la forma en que esa conciencia se ve, la forma en que "yo" me veo.
Pero siempre he sido yo mismo.
Siempre soy yo mismo.
Y siempre seré yo; pensado así, o asá,
hasta que me de cuenta de la futilidad, del engaño, del error, de la mentira, de la falsedad, de lo condicionante de pensarme.
"Yo" es el nombre con que la conciencia se nombra en cada uno al tomar conciencia de si misma en cada uno.
Pensarme, creerme, asumirme de un determinado modo, me hace sentirme-verme como si realmente fuera así, sin percatarme que es tan sólo un estado artificial de "ser" creado por el pensamiento.
Yo que estoy "dormido", yo que soy un "iluminado", yo que "no soy suficientemente bueno", yo que soy un "buscador espiritual", yo que soy "...", etc,etc,etc...
Vaya juego de idiotas!
Es más, basta con ver ya mismo que ese "otro" ("yo pensándome así o pensándome asá") no es una realidad, que soy simplemente yo pensandome "otro"...
En ese momento se torna evidente que tan sólo soy yo, que siempre he sido yo, que siempre seré yo..., simplemente yo..., llanamente yo..., naturalmente yo..., sin ninguna cualidad adosada ni ningún tipo de aditamento.
Toda búsqueda, ya sea buscar alcanzar, como buscar evitar, es siempre yo pensando "x", como un burro alucinando con una zanahoria que no existe en ningún otro lugar más que en su pensamiento.
Así, la creencia en la supuesta realidad de "lo buscado" crea en uno es estado de carencia que me hace sentirme un "buscador"; alguien que "debe" buscar, que "necesita" tal o cual cosa para poder sentirse pleno, para poder ser líbremente y sin restricciones, él mismo.
Lo buscado crea al buscador.
Mis miedos soy yo pensandome "amenazado", "en peligro", etc.
Mis deseos y esperanzas, mi búsqueda, soy yo pensando "placer", "realización", "iluminación", "liberación", "dios", "salvación", etc.
Mi "identidad" en esta vida, soy yo pensándome..., asumiéndome, y por tanto sintiéndome así!
Sólo cuando la falta de realidad del objeto buscado es puesta de manifiesto, entonces el "buscador" desaparece junto con ella, y junto con él, todo el desvelo, la sensación de incompletitud y todo lo que perturbaba la paz que allí siempre hubo.
Así, puestos en evidencia a la luz de la atención el mecanismo de "creación" de la aparente dualidad y su carencia absoluta de realidad, muere entonces espontánemente el entusiasmo por "el/lo otro" junto con toda la perturbación interior que este "objeto" de nuestros deseos, esperanzas o temores alentaba; y aunque los pensamientos permanezcan, ya no son tomados por una realidad, ya no opacan más este sentido de ser, único, vasto, silente, indiviso, este uno mismo,conciencia simple de ser eso que es, llamada "yo".
Este atemporal inmodificable nombrado "yo" que uno es...
Richard Mesones.
jueves, 13 de agosto de 2009
Nada sucede y todo sucede...
¿Qué sucede cuando uno ya no se identifica más con lo que sucede en uno, llámese sentimientos, pensamientos, sensaciones, recuerdos, etc ?
¿Qué sucede cuando ya no hay más apego a una condición exclusiva como referencia de ser, de verdad interior, y por tanto no hay más resistencia al fluir interior?
Pués bien, nada sucede..., y todo sucede...
Nada sucede, porque ni hay sonido de cornetas y violines, ni fuegos artificiales ni absolutamente ninguna sensación de logro o de algo especial.
Y nada sucede, pues, al no estar más identificado con ninguna cualidad específica, entonces se siente que todo sucede en uno, pero que nada le sucede a-uno.
Y por ello mismo, todo sucede...
Todo está "permitido".
Toda emoción, sentimiento, pensamiento, idea, sensación, recuerdo, fantasía o lo que fuere puede surgir en esa espaciosidad interior carente de centro.
Todo surge y se diluye en espontánea danza interior sin control ni dirección.
Externamente, uno llora, ríe, corre, duerme, va, viene, se cae, se levanta, etc.
Igual que cualquiera.
Internamente, no hay nadie aquí a quien las actividades del cuerpo-mente le sucedan.
Ninguna entidad separada del fluir de la vida, con voluntad propia o desiciones que tomar.
Esa es la única diferencia.
No que no me pase lo mismo que a usted, los mismos sentimientos, etc.
Sino que no me suceden a "mi".
El "yo" es tan sólo un manojo de recuerdos y puntos de vista, de hábitos mentales y apegos emocionales.
Un manojo que la brisa de la observación desparrama a los cuatro vientos revelando así su falta de substancia real, su carencia de realidad.
"Luego", simplemente la vida, siendo, sin nadie viviéndola...
Me explico; si usted observa cualquier movimiento interno sin la idea de que "no debería ser así", hallará que en esa no resistencia interior a lo que es, lo que es cesa por si mismo.
No se forman dos fragmentos, "yo" y "eso otro".
Queda el silencio, la espaciosidad del ser en la cual todo sucede, y a la cual nada le sucede.
Es el espacio inviolable, la sacralidad que no puede ser manipulada, alcanzada, perdida o ganada, que no puede ser sobornada con oraciones, rituales, conductas, ofrendas, ejercicios ni plegarias.
Sin un "yo" separado del movimiento de lo que es, en ese sagrado espacio interior, entonces ya no hay nadie aquí.
Hay sólo la vida, siendo, a su propio ritmo en cada manifestación, en "cada ser".
La vida, que ya no busca nada fuera de si ni en ninguna otra dirección.
La misma vida que, espontáneamente se llamará a silencio, a recogerse en si misma para contemplar en si misma el misterio de su propia esencia.
Cuando ya no hay nadie buscando nada, el espacio se "abre", y sólo lo innominable es ...
Richard Mesones.
¿Qué sucede cuando ya no hay más apego a una condición exclusiva como referencia de ser, de verdad interior, y por tanto no hay más resistencia al fluir interior?
Pués bien, nada sucede..., y todo sucede...
Nada sucede, porque ni hay sonido de cornetas y violines, ni fuegos artificiales ni absolutamente ninguna sensación de logro o de algo especial.
Y nada sucede, pues, al no estar más identificado con ninguna cualidad específica, entonces se siente que todo sucede en uno, pero que nada le sucede a-uno.
Y por ello mismo, todo sucede...
Todo está "permitido".
Toda emoción, sentimiento, pensamiento, idea, sensación, recuerdo, fantasía o lo que fuere puede surgir en esa espaciosidad interior carente de centro.
Todo surge y se diluye en espontánea danza interior sin control ni dirección.
Externamente, uno llora, ríe, corre, duerme, va, viene, se cae, se levanta, etc.
Igual que cualquiera.
Internamente, no hay nadie aquí a quien las actividades del cuerpo-mente le sucedan.
Ninguna entidad separada del fluir de la vida, con voluntad propia o desiciones que tomar.
Esa es la única diferencia.
No que no me pase lo mismo que a usted, los mismos sentimientos, etc.
Sino que no me suceden a "mi".
El "yo" es tan sólo un manojo de recuerdos y puntos de vista, de hábitos mentales y apegos emocionales.
Un manojo que la brisa de la observación desparrama a los cuatro vientos revelando así su falta de substancia real, su carencia de realidad.
"Luego", simplemente la vida, siendo, sin nadie viviéndola...
Me explico; si usted observa cualquier movimiento interno sin la idea de que "no debería ser así", hallará que en esa no resistencia interior a lo que es, lo que es cesa por si mismo.
No se forman dos fragmentos, "yo" y "eso otro".
Queda el silencio, la espaciosidad del ser en la cual todo sucede, y a la cual nada le sucede.
Es el espacio inviolable, la sacralidad que no puede ser manipulada, alcanzada, perdida o ganada, que no puede ser sobornada con oraciones, rituales, conductas, ofrendas, ejercicios ni plegarias.
Sin un "yo" separado del movimiento de lo que es, en ese sagrado espacio interior, entonces ya no hay nadie aquí.
Hay sólo la vida, siendo, a su propio ritmo en cada manifestación, en "cada ser".
La vida, que ya no busca nada fuera de si ni en ninguna otra dirección.
La misma vida que, espontáneamente se llamará a silencio, a recogerse en si misma para contemplar en si misma el misterio de su propia esencia.
Cuando ya no hay nadie buscando nada, el espacio se "abre", y sólo lo innominable es ...
Richard Mesones.
sábado, 8 de agosto de 2009
Sin resistencia...
Aquello que usted resiste, le esclaviza.
Aquello que usted libera le libera a usted.
Y la libertad es lo que usted es, el fluir natural de su ser-siendo, de su naturaleza original.
Los sentimientos no vienen en bloques separados o aislables.
Son el fluir de lo emocional, el fluir manifestàndose.
Resistir a uno, es resistir al fluir, insensibilizarse, dividirse, fragmentarse y generar conflicto y sufrimiento en uno.
Sin resistencia, el mismo fluir que trae los sentimientos los hace diluirse en èl.
Todos los estados son, por su misma naturaleza, impermanentes.
Sin resistencia al fluir emocional, las olas se resuelven por sì solas y el mar vuelve a ser-en-paz, vasto, inabarcable, insondable...
Sin resistencia, la verdad de lo que se Es se revela a Sì, a Sì-misma como eso que ES y que no necesita de nada externo, de ninguna condiciòn especìfica o exclusivo-excluyente para ser.
Lo que se Es, permanece inafectado, intocado, eternamente impoluto.
Se descubre asì adentro de uno mismo lo que fútilmente se buscaba fuera.
Lo que se creìa indisolùblemente ligado o asociado a tales o cuales circunstancias o condiciones, se revela ahora como intrìnseco, inherente al propio Ser-incondicionado.
Ya nada hay entonces que deba ser "buscado"...
Nada que sea "necesitado" para poder "ser" plenamente.
Y si nada hay entonces que pueda arrebatarnos este tesoro interior recièn encontrado, ¿què importancia podrìan tener nuestras circunstancias especìficas?
El miedo se ha ido...
Lo que sea que traiga la vida serà bueno...
Richard Mesones.
Aquello que usted libera le libera a usted.
Y la libertad es lo que usted es, el fluir natural de su ser-siendo, de su naturaleza original.
Los sentimientos no vienen en bloques separados o aislables.
Son el fluir de lo emocional, el fluir manifestàndose.
Resistir a uno, es resistir al fluir, insensibilizarse, dividirse, fragmentarse y generar conflicto y sufrimiento en uno.
Sin resistencia, el mismo fluir que trae los sentimientos los hace diluirse en èl.
Todos los estados son, por su misma naturaleza, impermanentes.
Sin resistencia al fluir emocional, las olas se resuelven por sì solas y el mar vuelve a ser-en-paz, vasto, inabarcable, insondable...
Sin resistencia, la verdad de lo que se Es se revela a Sì, a Sì-misma como eso que ES y que no necesita de nada externo, de ninguna condiciòn especìfica o exclusivo-excluyente para ser.
Lo que se Es, permanece inafectado, intocado, eternamente impoluto.
Se descubre asì adentro de uno mismo lo que fútilmente se buscaba fuera.
Lo que se creìa indisolùblemente ligado o asociado a tales o cuales circunstancias o condiciones, se revela ahora como intrìnseco, inherente al propio Ser-incondicionado.
Ya nada hay entonces que deba ser "buscado"...
Nada que sea "necesitado" para poder "ser" plenamente.
Y si nada hay entonces que pueda arrebatarnos este tesoro interior recièn encontrado, ¿què importancia podrìan tener nuestras circunstancias especìficas?
El miedo se ha ido...
Lo que sea que traiga la vida serà bueno...
Richard Mesones.
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