Nuestro modo habitual de vivir, es correr trás de algo.
No importa qué.
Algo que asumimos que es importante.
Al menos para nosotros.
En pos de conseguirlo, nos esforzamos, luchamos, negociamos, rogamos, nos desvelamos, tratamos de imponer condiciones, o de imponérnoslas a nosotros mismos, etc.
En fin, en pos de la consecución de tal meta, inmediata o al largo plazo, empeñamos nuestro vivir, nuestro tiempo y nuestra vitalidad, nuestro tiempo vital, nuestra vida, y nuestro sentido de integridad y de dignidad en primer término.
Nuestras acciones, son por tanto, en general, motivadas por ésta búsqueda.
O sea que nuestro modo de vivir, nuestro ralacionarnos con la vida y todo lo que hay en ella, está pautado por ésta búsqueda, por esta meta, que es nuestro motivador psicológico.
Y como la vida, que es una danza de impermanencias, se empeña en fluir como le viene en gana, en vez de hacerlo según nuestros planes, esto nos hace sentirnos separados del fluir de la vida tal cual este se presenta en este momento.
Aún en los momentos en que todo nos parece que es "como yo pienso que debería ser", aún en dichos momentos, la tensión subyace junto con el miedo, pues sabemos que dichas condiciones, no importa cuan garantizadas nos parezcan, pueden, y de hecho van, a cambiar, y que pueden hacerlo de un momento a otro.
Por tanto, ni siquiera cuando parece que logramos "salirnos con la nuestra", que logramos imponernos a la vida, ni siquiera en dichos momentos hay verdadera paz adentro.
Nuestra atención sigue en mayor o menor medida extrovertida hacia el externo del propio sentido de ser, al pendiente del más mínimo cambio o variación en las condiciones que nos "aseguran" el estado interior deseado.
Al pendiente de aquello que para nosotros, es más importante que simplemente ser.
Más importante que la vida, que el vivir mismo.
Y por supuesto, como todo nuestro vivir es motivado, entonces no hay amor en nuestro vivir.
Todo lo hacemos de fondo por "ese" motivo, o por lo menos con esa meta como referencia para ser; desde ella y comparándo todo con ella, nos movemos acercándonos o alejándonos de algo, en función de un criterio de conveniencia personal, o sea, de si ello "me sirve" para acercarme a mi meta, o si por el contrario no me sirve.
Y según eso, de si tal o cual cosa "me parece bien", o si por el contrario "me parece mal" que sea así.
Y según ello, entonces "me gusta", o "no me gusta", "no me produce ningún placer", "ningún beneficio".
Claro está que ésto no es vida.
Se está vivo cuando se ama.
Se está verdaderamente vivo cuando mi hacer vital no es motivado, cuando no hago esto para conseguir esto otro, o para tratar de imponer nada; sino simplemente cuando hago lo que hago por amor, por que lo siento, porque siento que es lo que el corazón me demanda, por integridad; no por un resultado.
O mejor dicho, más allá de cual sea que fuere el resultado.
Ese es el único vivir que tiene sentido.
No "importancia", sino sentido.
Pero "importancia"...
¿Qué cosa o persona es intrínsecamente importante?
¿Qué o quién es importante para la vida?
No para "mi" vida, sino para la vida.
¿O acaso "mi" vida, es importante para la vida?
¿"Mi" permanencia?
No para mi, pues si es para mi, no es entonces que sea importante por sí mismo, sino que yo mental y caprichosamente asumo que es importante.
¿Hay algo que sea importante para la vida?
¿O la vida, en la cual somos una expresión pasajera dentro de la misma, la VIDA es lo importante?
La vida, no "mi" vida o "tú vida".
De hecho, nosotros no nos pertenecemos, le pertenecemos a la vida.
Somos parte de ella y sin ella no somos.
No somos separados de ella.
Somos ella, no un "yo" o un "tú" separados de ella, ajenos o aparte, o distintos de ella.
No existe tal cosa.
"En ella nos movemos y tenemos nuestro ser."
Y esa vida es lo único importante, pues además es lo único que es, lo único que existe realmente.
Todo lo que vemos no son más que las infinitas apariencias que esta vida, que es conciencia, toma para expresarse.
Por ello es que en realidad no hay muerte; la muerte sólo es de lo aparente.
¿Qué puede importar para la vida que mi experiencia de vida sea más así o menos asá, por el ínfimo lapso de tiempo que ésta pudiera durar?
¿Qué importancia puede tener para la vida el conseguir o no conseguir, el lograr o no lograr, el llegar o no llegar, etc?
¿Qué importancia pueden tener para la vida controlar la conducta de X, la aceptación o el rechazo de Z, la garantía de N?
¿Qué importancia puede tener para la vida "mi experiencia"?
¿Qué importancia puede tener para la vida "la experiencia", no importa de quien sea?
¿Qué importancia o diferencia de más o de menos lo puede hacer lo que sea a la vida?
Para la vida, ¿hay alguien importante?
Más aún, para la vida, ¿hay alguien aparte de ella representando tal o cual papel?
¿Qué importancia puede tener para la vida el cómo fuera mi experiencia de vida, o cuánto esta pudiera haber durado?
¿Qué importancia puede tener para eso que llamo "mi" vida, para mi vivir, el que mi experiencia sea más así o más asá?
¿Es realmente importante el-qué vivo?
¿O lo único que cuenta, en un juego en el que nada ni "nadie" es importante, es el-cómo lo vivo?
O sea, cómo vivo lo que sea que me toque vivir.
Pero sin desesperarme, ni correr, ni estar tan al pendiente del qué vivo, ni del resultado de tal o cual cosa que hice, sino del cómo estoy viviéndolo.
Sino el vivir humanamente, íntegramente, con sentido, con dignidad, con afecto.
Haciendo lo que hago y como lo hago por la acción misma, porque libre de cualquier consideración mental o revalúo psicológico acerca de la supuesta "importancia" de tal accionar, es lo que siento hacer, y no porque crea o asuma mentalmente que "hacer tal cosa es importante para que pase o no pase tal otra".
Sino no soy un amante, soy un mercader.
Y a los mercaderes la vida los hecha a patadas del templo del corazón.
¿Hay algo que sea importante por si mismo?
¿Algo trás lo que tengamos que correr, aún a costa de nuestra propia humanidad?
¿Puedo aceptar que nada es importante?
¿Qué lo importante en la vida no es "preferir" esto a aquello, sino abrazar la vida como sea que ésta se presente frente a nosotros, y no "separarnos" de ella, corriendo trás de "lo que para mi es importante"?
Aún así, algunos piensan y seguirán pensando que lo único importante es sobrevivir a cualquier precio.
Pero eso no es vida.
Nada (no-thing), ninguna cosa, ningún algo es importante para la vida.
Nada.
Sólo la vida lo es.
El vivir, no apegado a cosa alguna, es la vida.
Lo único "importante".
P.D.
al final del camino
cuando todo ya sea nada
bajo la luz indeleble
de la última jornada
entonces de seguro sabremos
con certeza indisimulable
qué cosa era lo único
imprescindíble para vivir
y sabremos también entonces
si de verdad vivimos y aún estamos vivos
o si tan sólo
transcurrimos
sin sentido...
P.D.2
el inmensurable océano del no-saber es mi patria
y en él
el inestimable darme cuenta del no-saber es mi hogar
y el insobornable darme cuenta
de que nada importa
es mi barco...
R.