domingo, 3 de octubre de 2010

NO HAY NADIE AQUÌ.

Aunque a primera vista esto nos pueda sonar extraño.
Pero es la verdad, y en algùn lugar de nuestro interior lo sabemos.
No hay nadie aquì.
Nadie aquì dentro.
Ni yo, ni personalidad, ni alma, ni yo superior, ni mente, ni atman, ni espìritu.
Nada.
Ese fabuloso personaje de nuestras historietas fantasiosas llamado "yo", como sea que lo concibamos, no existe.
Es tan sòlo eso, pensamiento.

No hay ningùn "fantasma en la màquina" (there`s no ghost in the machine).
¿Què es lo que hay entonces?
Nada; o sea, no-algo (no-thing).

Tan sòlo la sustancia divina que todo es, que ha tomado esta forma de expresiòn particular a la cual hemos llamado fulanita o menganito.
Tan sòlo esa sustancia divina que es conciencia, darse cuenta, apareciendo bajo infinitas formas de vida.
Esa sustancia que es la Vida misma, ella, que es todo y todas las cosas.

La vida esta "hecha" de esa sustancia divina llamada DARSE CUENTA.

No hay ningùn yo.
Ninguna entidad llamada "yo" que habite dentro del cuerpo.
Ni dentro del ensamblaje energètico en sus distintas modalidades.
No hay nadie adentro.
Hay la vida, que es conciencia, que es darse cuenta, dàndose cuenta de si a travès de esta manifestaciòn particular que es cada ser humano.

¿De dònde surge entonces esta persistente y convincente sensaciòn de ser un "yo" separado de la vida, al cual lo que sucede le sucede "a èl"?

Surge tempranamente en nuestra infancia como internalizaciòn de la voluntad de nuestros mayores de que no nos sintamos como nos estamos sintièndo en un momento dado.

Èsto genera una suerte de "divisiòn" en nuestra conciencia de ser, en nuestra sensibilidad respecto de nosotros mismos.

Hasta ese momento somos la vida manifestàndose particularmente como eso que somos en ese momento, eso que se siente como sea que se sienta, eso que se da cuenta de si mismo, sin conceptualizarse como una entidad separada de lo que està sintiendo, del fluìr de lo que es.

La idea de que "tù no ères asì, porque a mamà y a papà eso no le gusta, y si insistes con ello no te atendemos màs, ni te alimentamos, y te dejamos solo/a", hace nacer en esa conciencia, en uno, la voluntad de no ser como es, o sea, de hacer como que uno no siente como si siente, y el deseo de llegar a ser o a sentirse como le han dicho o sugerido a cada uno que "deberìa" sentirse.

La voluntad de no ser esto que se siente asì.

Èse es el nacimiento del personaje mental creado por nuestra fantasìa en base al guiòn aportado por los padres, personaje que bautizo con el pronombre personal de la primera persona, "yo", para asì poder identificarme totalmente con èl.

Entonces, si me sentìa triste, ahora conceptualizo que "la tristeza" y "yo" somos dos cosa distintas, no soy yo sintièndome a mi mismo triste.
No es màs la vida que yo tambièn soy sintièndose asì, sino que "la tristeza" es algo extraño, foràneo, extranjero, que me sucede "a mi", a "yo".

Pero si la tristeza, o para el caso la alegrìa, la euforia, el enojo, el miedo, la rabia, el deseo, la ternura, o lo que sea, es la verdad de lo que soy sintièndose asì, la vida que yo soy, eso sensible sintièndose asì, entonces el "yo", ¿què es?
¿Es real?

El "yo" es resistencia, resistencia a sentirme como en realidad me siento.
Es resistencia a la vida, a darse cuenta.

Es la conciencia de vida resistièndose a sentirse, resistièndose a darse cuenta de si misma tal y cual se siente a si misma.

Es lo UNO, resistièndose a sentirse Uno mismo.
Por el temor de la amenaza, del golpe, del castigo por ser Uno mismo.

Como entidad separada de la vida, no existe, ni existiò jamàs.

¿Y SIN LA IDEA DE QUE UNO NO DEBERÌA SENTIRSE COMO SEA QUE UNO SE SIENTA?

¿Què sucede cuando esto que soy se atiende, se siente a si mismo sin la idea de que no deberìa sentirse como sea que se sienta?

¿Se sigue sintièndo como esa tal entidad separada llamada "yo" a la cual ese "otro" sentimiento le sucede?

¿O se siente a si misma así, como sea que ese asì sea?

¿Y por tanto sin divisiòn, sin conflicto, ni resistencia, ni tensiòn interior, ni malestar, ni sufrimiento?

¿Naturalmente si mismo/a?

Naturalmente la vida, eso conciente, eso sensible, eso que es por su propia naturaleza darse cuenta, dàndose cuenta de si misma como sea que se encuentre vibrando anìmicamente en ese momento, en cada momento.

La sustancia divina y ùnica, esa que se manifiesta en infinitas formas y fenòmenos y que constituye todo lo que llamamos tanto realidad visible como invisible, dàndose cuenta de si misma, contemplàndose, a travès de los ojos de quien se mira.

No una entidad separada, distinta de la vida, que "vive presa en este cuerpo, pero que tiene un alma, y que a travès del recorrido de un camino de purificaciòn, sacrificio, aprendizaje, desarrollo, obediencia, y etc, va a llegar algùn dìa, en esta existencia o en otra, a unirse con el espìritu que es la vida y la fuente de la vida", etc, etc, etc.

No hay nadie aquì.
Ningùn "yo" aquì adentro.

"Yo" no se suponìa que fuera màs que un tèrmino con que denominar a este cuerpo durante una conversaciòn, cuando el que habla es este mismo cuerpo.

Pero no una entidad que "vive dentro del cuerpo", que se "introduce al nacer y lo abandona al morir".

No una entidad separada del sentir al cual le suceden tal y cual, y todos los aburridos o tràgicos enredos que "lo hacen sentirse asì o asà"; que lo hacen sufrir tales o cuales sentimientos.
Sentimientos que, segùn su naturaleza placentera o dolorosa, ese supuesto "yo" tiene que esforzarse por combatir, resistis, alejar, retener, amortiguar, diluìr, atrapar, esconder o conquistar; mantenièndose asì tanto la divisiòn como el inevitable conflicto en nuestro interior.
Conflicto con la vida, conflicto contra la vida; vida que somos nostros mismos pero que ya no nos damos cuenta de serlo.

No hay realmente ningùn "yo" resistièndo a "la vida".
Hay la vida que yo soy, resistièndose a si misma como si no fuese ella misma.

Esa resistencia, èso es el sufrimiento, la incompletitud, la miseria.

No hay ningùn "yo" buscando "la vida"; hay la vida buscàndose, ignorante de si misma, como si no fuera ella.

Hay esto que soy, buscàndome, como si no fuera èste que soy, como si fuera otro que estoy en otro lado.

Como si no fuera esto, esta dicha de si misma, que se basta a si misma, y que no necesita de la aprobaciòn de nada ni de nadie para ser.

No hay nadie aquì adentro.

Ningùn "yo", ni alma, ni superyo, ni personalidad, ni atmàn, ni espìritu, ni dios interior, ni nada.

Y cuando termina la ilusiòn de ser un "yo", termina el sufrir el propio estado, termina el conflicto-que-es-el-sufrimiento.

Sin conflicto, no hay sufrimiento.

Hay sòlo lo que es, o sea la vida, siendo tambièn uno, sintièndose a si mismo/a como sea que uno se sienta.

Darse cuenta de que no hay ningùn "yo" es el fin del conflicto de la falsa e ilusoria dualidad entre "yo", y lo que es, como su supuesto contrario; es el fin del sufrimiento.

Pues, SIN CONFLICTO NO HAY SUFRIMIENTO.

Hay sòlo la Vida Una, la Conciencia, siendo.
La sustancia divina dàndose cuenta de si misma por si misma; saboreàndose.


No hay nadie aquì.








R.