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La "iluminación" no existe, salvo a nivel verbal.
Es tan sólo eso, una palabra.
No es un objeto, no es algo, ni físico ni mental o psíquico.
Es un pensamiento, o sea, una irrealidad, una fantasía.
Algo que no es, que no es en realidad "algo".
Es nada; no es.
Cuando los pensamientos son vistos como tales, y no como siendo objetos reales, entonces no hay en uno ningún sentido de dualidad; de "yo" y "eso otro".
Hay unidad, o mejor dicho, no-dos, que es lo que el vocablo sánscrito ADVAITA quiere apuntar.
En lo interno no existe, ni ha existido jamás ninguna dualidad real; sólo la VIDA siendo a cada instante LO QUE ES.
No existe tal cosa como "yo" y la "iluminación".
La separación es conceptual, y el sentimiento de separación es su consecuencia emocional.
Pero es una separación creada por los conceptos, que no existe en la realidad.
Es pura y exclusivamente la acción de la creencia sobre nuestra percepción.
Es la más pura, básica, elemental y poderosa AUTO-SUGESTIÓN.
Creencia es tomar los pensamientos por objetos reales, que existen ya sea frente a nuestros ojos, o "en algún otro lado...".
Toda la religión y el esoterismo se basan en la búsqueda de esos objetos mentales, llamados "el cielo", "el nirvana", "la iluminación", "la realización del si mismo", "el paraíso", "la liberación", "el despertar", "el espíritu", "el reino de dios", "dios", etc,etc,etc.
Proponen un "camino" que nos "acercará", gradual o repentinamente, a dicho objeto de deseo, y nos harán cambiar nuestra percepción del mundo y la realidad, así como la forma en que nos sentimos, borrando de nuestro ser el miedo, la incompletitud y el sufrimiento.
Salvándonos.
¿Salvándonos de qué?
Esa si que es una buena pregunta.
Podríamos extendernos lárgamente en más y más considerándos, pero para ir diréctamente al punto real, el asunto es este: ningún cambio en la percepción, ninguna "experiencia mística" o "espiritual" o lo que sea, mueve o roza siquiera ligéramente la raíz de este sentimiento de separación en relación a la VIDA, al TODO.
Níngún cambio en la percepción es capaz de iluminar la naturaleza del perceptor.
O sea, ninguna experiencia que "yo" tenga, cuestionará jamás la realidad o irrealidad de la existencia o no existencia de este supuesto "yo-separado-de-la-totalidad" que se cree ser el que está teniendo la experiencia.
Por tanto, cualquier experiencia, por más espiritual que esta nos parezca, sólo viene a reforzar más aún la idea de ser una entidad separada de la vida, idea fundamental que tenemos sobre nosotros mismos, y por ende sobre nuestros prójimos y sobre todo lo percibido, pues todo lo vemos teñido del "color del cristal" con que miramos.
Aún las "experiencias de unidad", pues son experiencias que tuve o estoy teniendo "yo".
El verdadero despertar, es despertar a la real naturaleza del perceptor, con total y absoluta independencia de qué sea lo percibido.
Lucidez frente a la realidad, esta es, para mi, la verdadera y única "iluminación".
Lucidez que es, simplemente, mirar sin etiquetas para así poder ver.
Sin la intromisión del pensamiento, de la palabra, del concepto, de la asociación, de la memoria, de la experiencia, del pasado, del lenguaje.
Lucidez que es, simplemente, no tomar los pensamientos por realidades.
Lucidez que es ver la irrealidad, la falta de "substancia" del pensamiento.
De cualquier pensamiento.
De TODO pensamiento.
"Iluminación", "camino", "realización del ser", "absoluto", "verdad", "liberación", "unidad", "dios", "realidad última", etc, son tan sólo y únicamente esto: PALABRAS.
Bla, bla, bla, bla, bla...
...
Y las palabras no tienen ser.
NO SON.
No existe tal cosa como "usted" y la "iluminación".
Ni el sentimiento de separación de la vida que usted siente, y que se le antoja que le sucede a "usted" porque todavía no ha podido lograr alcanzar el tan preciado objeto "iluminación", o cualquier otro objeto con el que sea que alucine.
Llámese "éxito", o lo que fuere.
El sentimiento de separación permanecerá ahí, en tanto y cuanto usted crea en la realidad de un "objeto allá", que determina "mi estado acá".
En nuestro ejemplo, en tanto tome por real al objeto "iluminación", usted sentirá dualidad, y por tanto, separación.
Se "sitúa" internamente a "usted" en un acá, en contraposición a "eso otro" en un allá, que según sea su naturaleza placentera o dolorosa, "usted" debe "lograr alcanzar" o "evitar", para así poder "llegar a sentirse" en comunión con la vida.
Cuando la irrealidad del supuesto objeto es vista como tal, al desvanecerse la creencia en "otro" en nuestra mente, se disuelve también el sentimiento de dualidad y separación, ¡y con él la falsa noción de ser un "yo" separado!
La única y verdadera seguridad, la única y verdadera salvación - a mi ver -, es el darse cuenta de la falsedad de esta dualidad propuesta por el pensamiento, y que implica creer-se ser un "yo" separado de la VIDA.
Vista la falsedad de dicho postulado, todo sentimiento de carencia y todo sufrimiento cesan.
A la VIDA nada le falta, ni nada de lo que sucede le sucede "a ella" sino en-ELLA.
Entonces, no hay nada que devenir, nada que alcanzar, nada trás lo cual correr, desperdiciando el tesoro inestimable que es el existir!!!
No sólo no hay nada que lograr, sino que por lo mismo, no hay nada "especial" para exhibir frente a "los otros", porque además, no hay "otros"!!!
TODOS SOMOS UNO.
¡Pobre del tonto que sutil o grotéscamente pretenda que él ha logrado, alcanzado, o es o tiene algo que todos los demás no!
Su misma pretensión, que no es más que necesidad de ser reconocido, le convierten a los ojos de cualquiera que no se mienta al ver, en más de lo mismo que el largo linaje de cuentamusas de la humanidad ha venido pariendo, desde la noche de los tiempos.
Dejar de tomar los pensamientos, las etiquetas, las historias mentales, por realidades, por percepciones, que es lo que significa creer, es todo lo que es necesario "hacer".
Ese es el primer "paso", que es el último paso.
Vivir la vida tal cual es, en comunidad, en comunión, respondiéndo al reto de la realidad en cada momento, en esto consiste la verdadera espiritualidad, la verdadera religiosidad.
Las creencias, que no son más que palabras tomadas por el cerebro como si fueran objetos reales, son el ropaje de fantasía con el que nos vestimos para "salir" al mundo.
Según lo que uno crea que es, según cómo uno crea que es; según lo que uno crea o adopte como "su punto de vista propio" (propio de "mi", de este "yo" que soy "así" y veo las cosas "asá"... y que soy distinto de aquel "otro yo"...), ya sea sobre uno mismo, sobre los demás o sobre lo que sea; según eso será su estado interior, su conciencia, y por tanto, su relacionarse en y con el mundo; en definitiva, su vivir.
Una vez más, "según el color del cristal con que se mire"...
A menos, claro está, que uno se cuestione sobre la realidad o validez de ese creerse o asumirse como un "yo", que ve las cosas "así", y tiene por tanto, "obligadamente", que "hacer asá".
¿Cómo es este SOY ( que soy ), cuando ya no pienso en mi como teniendo tales o cuales cualidades específicas?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como "siendo un yo que carece de tal cosa y por ello necesita buscar tal otra"?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como teniendo que "ser como..."?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como teniendo que pensar en mi todo el tiempo para poder ser lo que soy?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como teniendo que definirme?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como teniendo o necesitando que "comprender" lo que soy?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como siendo un "yo" que necesita tomar a los pensamientos por objetos reales?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi como ...?
¿Cómo es este SOY, cuando ya no pienso en mi?!!!
Vivir creyéndose un "yo" con tales o cuales cualidades específicas, eso es lo que la carencia y el sufrimiento es.
Darse cuenta de la falsedad de ello, eso es LUCIDEZ.
Parafraseando a Carlos Silva:
"El yo es el único al que yo debo aprender a preguntar. Cuando el yo pregunta a si-mismo, no hay respuesta verbal.
El darse cuenta y el preguntarse; el preguntar-se y del dar-se cuenta de la pregunta, recibiéndola, és-en-sí la respuesta.
La respuesta nunca es verbal"
"La pregunta es verbal. La respuesta es un hecho o una ausencia o un estado de ser, lo que es lo mismo."
¿CÓMO ES ESTE SOY CUANDO YA NO PIENSO EN MI COMO TENIÉNDO NINGUNA CUALIDAD ESPECÍFICA?...
...
"El primer "paso", es el último paso."
Richard Mesones.