domingo, 10 de enero de 2010

Creer (no importa qué) es definirse, y definirse es identificarse.

Creer, no importa qué, es recortarse con el pensamiento del movimiento del cambio, del fluir de la VIDA en su constante expresión.

Es decir-se "yo soy así, yo pienso asá, yo soy un yo con esta forma de mirar las cosa,etc".

Creer que algo o alguien es "de ese modo" es crear una imágen monolítica en la mente sobre algo cuya característica fundamental es que cambia.

Y eso es "separarse" respecto de lo-que-cambia, resistiéndose mentalmente al cambio.

Identificarse con una creencia, un pensamiento, una "forma de mirar", es definirse.

Definirse es crear un acotado muro mental en el terreno vasto e ilimitado del natural sentido de ser.

La demanda por definirse, crea en uno la sensación de ser un "yo-definido" separado de Eso que está más allá de toda definición.

La demanda por "entender" crea en uno la sensación de ser un "yo-que-no-entiende", y un cerebro inundado por este sentimiento no puede más que mirar la realidad con desconfianza, inseguridad, y un siempre subyacente sentido de inadecuación.

La demanda de "claridad" es confusión que no deja darse cuenta de la claridad que naturalmente hay.

Confusión es negarse a "aceptar" que lo que hay (lo percibido tal cual es percibido) es TODO lo que hay.

Es negarse a aceptarlo por la identificación con el pensamiento "debe haber algo más..."

Una vez asumida semejante falsedad, nace en uno el sentido de carencia, y la "necesidad" inevitable de buscar.

Es la asunción de la supuesta realidad de un "algo más que a mi me falta" ("algo" que hay que buscar para estar completos de nuevo), lo que crea en uno el sentimiento de separación de la completitud de la vida en su movimiento unitario; entonces uno se siente como un "yo-incompleto-y-separado" de la VIDA.

Más nada de esto está sucediendo en la realidad, sino en nuestro interior.

Es el espejismo creado por la creencia en la supuesta "realidad" de tales pensamientos, superponiéndose al natural e indescriptible sentido de ser.

El pensamiento "crea" una supuesta distancia entre "yo" y ese "algo más que debo lograr", y luego aparecen en escena los "hombres de dios" y crean un supuesto "más allá del pensamiento".

Es, otra vez, una falacia sobre otra.

No hay ningún "más allá" del pensamiento.

Lo real, lo verdadero, lo que no puede ser nombrado es, en realidad, MÁS ACÁ del pensamiento.

Antes.

Pre-existe al pensamiento.

Pre-ES.

ES antes, durante, y después de la desaparición del pensamiento; y jamás es tocado realmente por él, jamás es afectado en su naturaleza.

Usted ya ES eso.

Yo ya soy Eso.

Y ESO, que es la VIDA, es todo lo que ES.

ESO, que es la VIDA, es, en usted, en mi, y en quien sea, lo que llamamos nuestro sentido-de-Ser.

El sentido de ser, es Eso, dándose cuenta de que ES.

Sintiéndose.

Sintiéndose ser!!!

No hay nada fuera de eso que lograr, adquirir, alcanzar, entender, obtener, o modificar.

Ni hay ningún "alguien-yo" en Eso, separado de Eso, que no sea Eso "jugando" a ser yo, tú, etc.

El sentido de ser es inherente al ser, pues el ser es, en esencia, eso sensible.

La VIDA es, esencialmente, sensibilidad, sensitividad.

Vida conciente, es, de hecho, una redundancia.

Darse cuenta de ser, es lo que estar vivo es.

Darse cuenta de ser el Ser que se da cuenta de Si-mismo-siendo, ese es, aparentemente, el "privilegio" de esta expresión de la VIDA llamada ser humano.

Cuando estamos identificados con una apariencia, cuando nos definimos en nuestra mente por una apariencia, hay entonces, superpuesto a nuestro ilimitado sentido de ser, el limitante sentimiento de ser "un yo-cuerpo que es así y no asá".

Cuando nos definimos tomando por base un estado mental asociado a una creencia cualquiera sobre como deberíamos sentirnos, entoces nace en nuestro sentido de ser el sentimiento de ser "un yo atrapado en el cuerpo (un alma) que debe llegar a ser-sentirse así o asá".

Cuando nos definimos en base a la pura observación, a la "conciencia pura" que observa los ires y venires de los estados mentales y los cambios en la apariencia física y en el mundo, cuando nos asociamos internamente a la "pura observación", entoces tenemos en nuestro sentido de ser el sentimiento de ser el inafectado observador de todo lo que emerge en la conciencia, brilla por un segundo en ella, y luego se diluye en la misma nada de la cual surgió.

Cuando no hay asociación de ningún tipo, entonces el puro y absoluto sentido de ser se da cuenta de si mismo.

Y se da cuenta que esto es lo que realmente "siempre" ha sido.

Es lo inmensurable, lo que no puede ser apropiadamente nombrado, dándose cuenta de si mismo sin ninguna asociación interior que distorsione la apreciación de si mismo por si mismo.

Ya no se siente ni siquiera "lo que observa".

Lo que observa (conciencia) y lo que no observa, son aspectos que surgen en ello.

Lo que observa va y viene, pero sólo lo absoluto ES.

Todo lo que hacemos al definirnos de cualquier modo que lo hagamos, al identificarnos con una creencia, es dar un paso mental (que no real!) "fuera" de nuestro natural sentido de ser.

Fuera, tiene acá, el sentido de distorsión, de "alejamiento" del natural darse cuenta.

Así nace el "yo-limitado" en el seno de nuestro ilimitado sentido de ser.

Y junto con él, la meta a alcanzar, el sentimiento de separación e incompletitud, y la "necesidad" interior de buscar...

De buscar entender, buscar comprender, buscar realizar, buscar liberar, buscar aclarar, buscar trascender, buscar divinizar, buscar purificar, buscar... buscar... buscar... hasta que la muerte le ponga un fin a tan patético derrotero.

En realidad, nunca hemos dejado de ser el SER, ni por un sólo instante!

Nunca hemos dejado de ser la VIDA UNA siendo!!!

Jamás nos hemos alejado de Casa.

Nunca nos movimos.

Siempre hemos sido y SOMOS Eso, anterior al pensamiento, anterior a ese pensamiento, a esa creencia, a toda creencia, a cualquier creencia con la que uno pueda identificarse o definirse en cualquier momento.

Somos ESO, que al identificarse, cree ser un "yo", y al dejar de hacerlo, se da cuenta naturalmente, de ser ESO...





Richard Mesones.

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