martes, 8 de junio de 2010

No hay ningùn "yo".

Todo es impermanente.
Lo fìsico, lo mental o psicològico.
Lo asì llamado externo, y lo asì llamado interno.
Ningùn estado es permanente.
La existencia de lo que sea, es una discontinuidad.
Todo està cambiando constantemente, nada permanece; no hay estados permanentes.
No hay continuidad, sino renovaciòn constante.
Es la vida, siendo lo que es, a cada instante, sucediendo.
No hay ni cuerpo ni mente que no cambie; y asì tampoco nada en el mundo, en la existencia.
Lo "permanente" es una abstracciòn, una fantasìa, una irrealidad.
La vida es Eso incalificable, manifestàndose, cambiante.
El "gràn cambiador", al decir de los chinos.
Por ello es que no hay caracterìsticas vivas que sean permanentes.
Nada vivo se mantiene idèntico.
Nada.
Por tanto no hay nada con lo cual uno pueda identificarse realmente, nada que uno pueda decir "yo soy esto", pues al momento de terminar la frase, ello ya a principiado a moverse, a cambiar, a dejar de ser como es para ser de otro modo.
El "yo" permanente, inamovible, ese al cual lo que sucede le sucede a èl, no es màs que un fantasma, una creaciòn de la imaginaciòn con base en la memoria, en la experiencia y el conocimiento humano heredado a uno por la cultura que lo formò.
Pero en la vida, en realidad, no hay ningùn "yo".
¿Còmo podrìa separarse, aislarse de la vida, de lo cambiante, para ser identificado con unas cualidades inamovibles, algo constituìdo por caracterìsticas que estàn en constante cambio?
¿Còmo podrìa ser real, algo que mantiene su "identidad" en base a revivir consatantemente lo que ya no es màs, lo que ya fue, lo muerto, lo pasado?
Lo mental y lo fìsico son tan sòlo dos aspectos de lo cambiante, de la vida, eso que es lo que es a cada instante.
Y en ninguna de las dos dimensiones del ser hay nada permanente con lo cual definir o identificar un "yo".
No hay màs yo que la idea de ser un "yo".
No existe ningùn "yo".
Existe la vida, siendo, manifestàndose, impermanente.
La vida manifestàndose de manera ùnica en cada manifestaciòn, en cada vez.
La vida "siempre" nueva, renovada, sin referencia a nada anterior, incomparable.
La vida sin "yo".
Hay vida, pero no hay ningùn "alguien" separado de ella al cual "la vida" le suceda.
Hay la vida siendo, sucediendo, bajo la apariencia transitoria e impermanente de cada apariencia, por lo que cada apariencia "dura" sin modificarse.
"El vacìo es la materia; la materia es el Vacìo."
No hay ningùn "yo" con voluntad propia ni elecciones que elegir.
Hay lo que ES, a cada instante, siendo, sucediendo, a cada instante tal cual en ese y sòlo en ese momento ES.
Cuando el supuesto "yo" intenta afirmar "soy asì", ese "asì" ya ha cambiado, ya no es.
¿Còmo podrìa identificarse como separada una gota de agua cuyo contorno exclusivo o caracterìstica exclusiva no puede ser definida?
¿Còmo puede separarse una gota de agua en el ocèano de la vida?
Ver la vida tal cual es, ver lo que es, ello es el fin de la ilusiòn, de la dualidad sostenida por la mente, y junto con esta supuesta "dualidad" terminan tambièn el conflicto, la confusiòn, el sentimiento de aislamiento, la carencia, el miedo, la angustia, y el sufrimiento.
Pues sufrimiento es la idea de que lo que sucede, me sucede "a mi".
Sin la idea de que soy un "yo" al cual lo que sucede le sucede a èl, puede haber dolor, pero jamàs sufrimiento.
Hay sòlo lo que es, sucediendo, pero no sucedièndole a alguien.
Y en ello, nosotros somos ese Es, aparentemente sucediendo, cambiante, impermanente, nuevo a cada instante.
Sin huella, sin pasado, sin direcciòn, sin definiciòn posible.
Somos la vida, sea lo que sea que ella sea.
Y esta vida es indestructible.
No hay "yo", y sin "yo" no hay entidad alguna que deba alcanzar nada, lograr nada, cambiar nada, ni recorrer camino alguno a ninguna parte.
Nada que hacer, ni nadie que haga.
Hay sòlo la vida, siendo lo que es, a cada instante, sucediendo...
Nada màs.
No hay ningùn "yo".




Richard Mesones.

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