Sin asumirse, o lo que es lo mismo, sin asumir mi sentir en relaciòn a lo que sea, sin asumir que el que se siente asì soy yo, entonces estoy "dividido contra mi mismo".
Estoy peleado conmigo mismo, e inevitàblemente, vivo a travès de este estado; o sea, vivo peleado con la vida.
Pues lo que siento no lo vivo, y lo que vivo no lo siento.
Es un vivir sin-sentido ninguno.
Y eso es algo que, si bien es aprendido, el que se lo termina haciendo a uno, es pura y exclusivamente uno mismo.
Uno se con-vence, se vence a si mismo con argumentos, con creencias con las cuales suplanta su sentir original, hasta imponerse sobre el propio corazòn.
Lo que queda es el personaje.
O sea, uno mismo pretendièndo que no es uno mismo, que no siente como siente, tratando de convencerse a cada momento de que es alguien que no es, y de que siente de un modo que no lo hace.
Hacer esto no es solamente falsificarme, sino dedicarme a atrofiarme interiormente, a paralizar cada vez màs mi sensibilidad ùnica que es mi misma naturaleza e identidad original.
Es sentirme cada dìa un poco menos vivo.
Y sin comumiòn en uno, no se puede ni se podrà jamàs tener comuniòn con nada ni con nadie fuera de uno, nunca.
Lo que resta es sobrevivir, negociando, esforzàndose, luchando, en eterno conflicto, hasta agotar todas nuestras fuerzas vitales en el charco del hastìo sin sentido.
En lo que a cada uno respecta, uno y sòlo uno mismo es, a un mismo tiempo, el victimario de si mismo y su propia vìctima.
Sòlo uno es el responsable, nadie màs; los demàs, partìcipes de la misma situaciòn interior, son tan sòlo còmplices.
Como decìa C, "los egos se ayudan para hacerse la vida imposible".
No asumir lo que siento, como siento en relaciòn a lo que o quien sea, es siempre, no asumirme a mi mismo tal y cual soy.
Los sentimientos y estados, soy yo vibrando de un particular modo, en relaciòn a algo, pero ese sentimiento siempre soy yo; soy yo sintièndome asì!!!
El sentimiento, proceda de un estìmulo externo o interno, es siempre yo sintièndome asì o asà.
El sentimiento no pertenece al objeto que lo despierta ni està contenido en èl.
Y resistirme a sentirme como me siento, no altera, ni modifica para nada, al objeto real que despierta en mi tal o cual sentimiento; me restringe a mi, no a la realidad.
Eso es malestar: no asumir como me siento, como vibro en ralaciòn a, como soy siendo frente a...
Tampoco el resistirse cambia lo que cada uno es; seguimos siendo lo que sea que seamos, como sea que seamos, pero sin permitirnos sentirnos plenamente como somos, sin vivirnos plenamente.
Esto es in-completitud, no-plenitud, CARENCIA.
Carencia no es que me falte algo en mi como integralidad, como totalidad que soy, sino no sentirme, no vivenciarme plenamente.
Es un estado interior que me auto-infrinjo.
Y por tanto, en tanto no me asuma tal y como soy, nada externo que consiga retener o alejar de mi, puede ni podrà jamàs cambiar esta situaciòn interior de la cual soy el creador, mantenedor, y en la cual resido.
Nadie, ningùn Jesùs, ningùn Buda, ningùn Krishna, ningùn Mahoma o Alà pueden ni podràn jamàs cambiar eso.
Ni mucho menos algùn Freud, Jung, o el profeta de turno en nuestras vidas.
El ùnico que puede es uno mismo.
Y la ùnica salida de esta trampa, es rendirse, aceptarse, admitirse, dejar de resistirse; o sea: asumirse.
Como sea que sea que uno se sienta.
Al asumirse hay comuniòn, y al haber comuniòn no hay màs malestar.
Asumirme, sin crear ninguna otra imàgen o estructura mental para emplearla en lugar de mi sensibilidad natural y espontànea.
Ninguna estructura en relaciòn a "como deberìa ser".
Nunca màs.
Ningùn cuento màs, ni siquiera una historia sobre ser especial, etc, etc.
Nada.
Ningùn personaje màs con el cual cargar.
Aùn si este asumirse, se diera en el ùltimo instante de nuestra vida, aùn asì, aùn en ese momento, sentirìamos lo que es ser en comuniòn con la vida toda.
No sòlo serìamos en comuniòn con la VIDA como de hecho siempre lo hemos sido, sino que ademàs tambièn lo estarìamos; o sea, nos sentirìamos serlo.
Pues en todo momento hemos sido y somos el SER siempre siendo, asumièndonos, o no.
Sin jamàs dejar de serlo.
Siempre hemos sido la VIDA, siendo asì, tal cual somos.
Cada ser es la VIDA UNA con-forma-da.
Es la encarnaciòn de la VIDA UNA.
Manifestàndose ùnica en cada quien.
Cada uno es LA VIDA UNA, CAMINANDO, al ritmo de su VERDADero sentir en cada quien.
Cada quien es EL CAMINO, LA VERDAD, Y LA VIDA.
Y jamàs lo ha dejado ni lo dejarà de ser.
Asumirlo o no, he aquì la cuestiòn.
R.
sábado, 20 de noviembre de 2010
jueves, 11 de noviembre de 2010
In-comparable-mente.
Esa es, en los hechos, en la vivencia, la esencia de su ser.
Usted es incomparable.
Aùn para usted mismo/a.
Usted es ùnico/a.
Ùnico/a en su sentir, en su forma-de-ser, en su existir; en su "viaje", en su tour por esta temporalidad que es el escenario del universo.
Y no asumirlo, no asumirse, es la raìz de todas las desgracias.
Pues usted es la gracia de la vida floreciendo en forma de particularidad, como usted.
Negarse es negarla.
No asumirse es poner en duda la propia incomparabilidad.
¿Còmo?
Comparàndose.
Lo mismo que una vez que hacemos con nosotros mismos, se lo hacemos a todos los demàs incomparables.
Lo mismo que nos hicieron a nosotros en nuestra màs tierna infancia, y que luego nosotros aprendimos a hacernos de por vida.
Comparase es violentarse en lo màs ìntimo, en nuestro sentido de integridad particular.
Es violentar nuestra incomparabilidad.
Compararse con una imàgen de otro, de algùn hèroe, de algùn ìdolo, con la imàgen de como fui, o de como creo que "deberìa ser".
Compararse es comparar este momento, que es como es y en el cual soy como soy, con "otro" momento que sòlo existe ahora en mi imaginaciòn.
Pues este es el ùnico momento, y èste es el ùnico que soy.
Comparar este momento es compararme a mi tal cual soy en este momento, con
una idea de como en este momento deberìa sentirme.
Y es de esa comparaciòn donde nace en nosotros el sentimiento de inadecuaciòn, de separaciòn respecto de la gracia de la vida, la gracia del momento.
Nace en uno el sentimiento y la nociòn mental de que "debe haber algo malo conmigo, algo malo en mi", algo que no està del todo bien conmigo, algo rechazable, mejorable, perfeccionable.
Algo que no es como "deberìa" ser.
Por eso es por lo que, cualquier idea de progresiòn interna, de "mejoramiento", de "perfeccionamiento de si", de "purificaciòn", etc, lleva en si el gèrmen del rechazo hacia uno mismo, de la no-aceptaciòn de si mismo, de la no-admisiòn de si mismo, de la violencia contra si mismo, de la des-integraciòn de si mismo; del propio desamor mismo.
Y mientras esto subsista en nuestro interior, la "carencia" que ello provoca, el sentimiento de separaciòn e inadecuaciòn, etc, jamàs podrà subsanarse mediante la adquisiciòn o experiencia de ninguna cosa ni ningùn estado; mediante ninguna tècnica, mètodo, ni "soluciòn" alguna, mediante ninguna terapia, ni mediante fàrmaco o droga alguna, ya sea de las legales/represivas, o de las ilegales/reveladoras.
Sòlo asumièndo y vivièndo en la propia incomparabilidad puede el ser florecer en integridad, en sanidad, en comuniòn con y en la vida.
Y sòlo esto es vivir.
El resto es tan sòlo imitar, tratar de llegar a ser, de encajar, negociar, luchar, esforzarse, sufrir, y malgastar el precioso e irreversible tiempo vital en el inùtil tratar de no ser como soy por llegar a ser de uno modo que no soy ni serè jamàs.
Pues esto incomparable que soy, no es el producto de algo.
No es el producto de la educaciòn, ni del pasado, ni de la genètica, ni de ningùn hacer en particular.
No es el producto de ser de tal o cual nacionalidad, ni de vivir asì o asà, ni de alimentarse con, o de vestir... o de trabajar... o de no trabajar... o de desvestir...
Esto es anterior aùn a que como ser humano pudiera decir "a".
Ya en la vida fetal, en el mismo comportamiento celular del embriòn, del òvulo fecundado, la chispa de la particularidad està allì.
Observable de manera evidente e incuestionable en el comportamiento de los gemelos idènticos en la placenta, en los cuales cada uno va a tener un comportamiento propio que no es ni adquirido ni heredado.
Todo lo vivo tiene esa chispa de incomparabilidad.
Y es la comparaciòn lo que introduce en uno la idea, el sentimiento, el secreto temor de no ser del todo adecuado, no ser del todo aceptable, amable, de no ser del todo como "deberìa" ser, como se espera de mi que sea...
Sin comparaciòn la vida en uno no està sujeta a ninguna referencia o condiciòn interna para ser.
No està acotada a un movimiento en una direcciòn pre-determinada, pre-meditada.
Sin comparaciòn con una meta, con una imàgen, con una idea, no hay devenir psicològico, ni el temor que el mismo conlleva.
Sin comparaciòn la vida, el vivir, es la pura gracia de ser.
Es incomparable.
Y nada màs se puede agregar o decir.
Puedo usar la funciòn comparativa allì donde si aplica, o sea, en lo externo.
Comparo estos zapatos con estos otros para ver cual me va mejor.
Pero no interiormente.
Interiormente, la comparaciòn es el factor del miedo, de la desgracia, de la "carencia", de la separaciòn, del aislamiento.
¿Y SIN COMPARARME, QUÈ SUCEDE, CÒMO ME SIENTO...?
¿Y SIN COMPARAR A X, QUÈ SUCEDE, CÒMO ME SIENTO...?
¿Y SIN COMPARAR?
(interiormente, claro està)
¿Y SIN COMPARARME?
¿Còmo serìa vivir sin compararme?
Nunca màs...
Pregùnteselo.
Averìgüelo.
Es la ùnica forma en que tiene sentido vivir.
R.
Usted es incomparable.
Aùn para usted mismo/a.
Usted es ùnico/a.
Ùnico/a en su sentir, en su forma-de-ser, en su existir; en su "viaje", en su tour por esta temporalidad que es el escenario del universo.
Y no asumirlo, no asumirse, es la raìz de todas las desgracias.
Pues usted es la gracia de la vida floreciendo en forma de particularidad, como usted.
Negarse es negarla.
No asumirse es poner en duda la propia incomparabilidad.
¿Còmo?
Comparàndose.
Lo mismo que una vez que hacemos con nosotros mismos, se lo hacemos a todos los demàs incomparables.
Lo mismo que nos hicieron a nosotros en nuestra màs tierna infancia, y que luego nosotros aprendimos a hacernos de por vida.
Comparase es violentarse en lo màs ìntimo, en nuestro sentido de integridad particular.
Es violentar nuestra incomparabilidad.
Compararse con una imàgen de otro, de algùn hèroe, de algùn ìdolo, con la imàgen de como fui, o de como creo que "deberìa ser".
Compararse es comparar este momento, que es como es y en el cual soy como soy, con "otro" momento que sòlo existe ahora en mi imaginaciòn.
Pues este es el ùnico momento, y èste es el ùnico que soy.
Comparar este momento es compararme a mi tal cual soy en este momento, con
una idea de como en este momento deberìa sentirme.
Y es de esa comparaciòn donde nace en nosotros el sentimiento de inadecuaciòn, de separaciòn respecto de la gracia de la vida, la gracia del momento.
Nace en uno el sentimiento y la nociòn mental de que "debe haber algo malo conmigo, algo malo en mi", algo que no està del todo bien conmigo, algo rechazable, mejorable, perfeccionable.
Algo que no es como "deberìa" ser.
Por eso es por lo que, cualquier idea de progresiòn interna, de "mejoramiento", de "perfeccionamiento de si", de "purificaciòn", etc, lleva en si el gèrmen del rechazo hacia uno mismo, de la no-aceptaciòn de si mismo, de la no-admisiòn de si mismo, de la violencia contra si mismo, de la des-integraciòn de si mismo; del propio desamor mismo.
Y mientras esto subsista en nuestro interior, la "carencia" que ello provoca, el sentimiento de separaciòn e inadecuaciòn, etc, jamàs podrà subsanarse mediante la adquisiciòn o experiencia de ninguna cosa ni ningùn estado; mediante ninguna tècnica, mètodo, ni "soluciòn" alguna, mediante ninguna terapia, ni mediante fàrmaco o droga alguna, ya sea de las legales/represivas, o de las ilegales/reveladoras.
Sòlo asumièndo y vivièndo en la propia incomparabilidad puede el ser florecer en integridad, en sanidad, en comuniòn con y en la vida.
Y sòlo esto es vivir.
El resto es tan sòlo imitar, tratar de llegar a ser, de encajar, negociar, luchar, esforzarse, sufrir, y malgastar el precioso e irreversible tiempo vital en el inùtil tratar de no ser como soy por llegar a ser de uno modo que no soy ni serè jamàs.
Pues esto incomparable que soy, no es el producto de algo.
No es el producto de la educaciòn, ni del pasado, ni de la genètica, ni de ningùn hacer en particular.
No es el producto de ser de tal o cual nacionalidad, ni de vivir asì o asà, ni de alimentarse con, o de vestir... o de trabajar... o de no trabajar... o de desvestir...
Esto es anterior aùn a que como ser humano pudiera decir "a".
Ya en la vida fetal, en el mismo comportamiento celular del embriòn, del òvulo fecundado, la chispa de la particularidad està allì.
Observable de manera evidente e incuestionable en el comportamiento de los gemelos idènticos en la placenta, en los cuales cada uno va a tener un comportamiento propio que no es ni adquirido ni heredado.
Todo lo vivo tiene esa chispa de incomparabilidad.
Y es la comparaciòn lo que introduce en uno la idea, el sentimiento, el secreto temor de no ser del todo adecuado, no ser del todo aceptable, amable, de no ser del todo como "deberìa" ser, como se espera de mi que sea...
Sin comparaciòn la vida en uno no està sujeta a ninguna referencia o condiciòn interna para ser.
No està acotada a un movimiento en una direcciòn pre-determinada, pre-meditada.
Sin comparaciòn con una meta, con una imàgen, con una idea, no hay devenir psicològico, ni el temor que el mismo conlleva.
Sin comparaciòn la vida, el vivir, es la pura gracia de ser.
Es incomparable.
Y nada màs se puede agregar o decir.
Puedo usar la funciòn comparativa allì donde si aplica, o sea, en lo externo.
Comparo estos zapatos con estos otros para ver cual me va mejor.
Pero no interiormente.
Interiormente, la comparaciòn es el factor del miedo, de la desgracia, de la "carencia", de la separaciòn, del aislamiento.
¿Y SIN COMPARARME, QUÈ SUCEDE, CÒMO ME SIENTO...?
¿Y SIN COMPARAR A X, QUÈ SUCEDE, CÒMO ME SIENTO...?
¿Y SIN COMPARAR?
(interiormente, claro està)
¿Y SIN COMPARARME?
¿Còmo serìa vivir sin compararme?
Nunca màs...
Pregùnteselo.
Averìgüelo.
Es la ùnica forma en que tiene sentido vivir.
R.
martes, 9 de noviembre de 2010
Auto-referencia.
Este silencio sensiente y diàfano, claro como un cristal, como el aire invernal, es claro y diàfano por si mismo.
Esta es su naturaleza.
No es el producto de ninguna tècnica, de ningùn malabarismo de la atenciòn, no es la consecuencia de nada.
No es la resultante de ningùn "hacer" en particular; no es el hijo de ninguna visiòn especial, de ninguna revelaciòn o epifanìa.
No lo forjaron maestros ni gurùes, no debe su sacralidad a ningùn sacerdote; no es un estadìo final al cual se pueda acceder mediante el apego a doctrina alguna.
No tiene marca ni signo, ni nacionalidad ni pasado; no pertenece ni se apropia.
No tiene opuesto, ni excluye nada.
Este silencio sensiente, es naturalmente silencioso y sensiente, claro y lìmpido, puro en y por si mismo, incorruptible, espontàneamente.
Es auto-referente.
Ùnico en la particularidad de su sentir, en su sensibilidad en cada quien, no necesita de ninguna voz externa a si para saber de si frente a cada cosa y cada ser; cualquiera sea la circunstancia en la que se encuentre.
Sus sentimientos son el surgir en su ser-siendo, de la informaciòn que su misma naturaleza arroja en vibratoria respuesta a lo visto.
Sus sentimientos son èl, sintièndose vibrar en respuesta a algo.
Y esa informaciòn es el espejo en el cual se basa para adecuar su respuesta a las circustancias, siempre en fidelidad, en inviolable integridad de si mismo.
Siempre desde su auto-referencia.
¿Cuàl es la "puerta" hacia dicha auto-referencia, en caso de que no sea este tu vital funcionar hoy ?
La puerta "hacia" esa auto-referencia es muy sencilla: los sentimientos hablan de ti en relaciòn al hecho o al pensamiento que señalan, no hablan del hecho o del pensamiento en si.
Mis sentimientos de rechazo hacia algo no son un indicativo de que ello "es rechazable", sino simplemente de que no va con mi naturaleza de ser, que no va conmigo, y punto.
Mis sentimientos de interès hacia algo no son indicativos de que ese algo sea especialmente valioso por sobre otros objetos similares, sino simplemente de que en este momento vital de mi existir, mi naturaleza es afìn en su vibrar a dicho objeto, y punto.
Pero en ningùn caso, los sentimientos hablan de que yo deba tratar de modificarle algo al objeto, ni que deba conseguir tal o cual resultado con ese objeto, tan sòlo son una informaciòn, una guìa para mi relacionamiento con dicho objeto, para mi conducta; no para la del objeto en cuetiòn.
Pues este silencio sensiente y claro, es auto-referente por si mismo, por la propia inteligencia inherente a dicho silencio, a esta sensible espaciosidad que es-siendo-ùnica en cada ser.
Y no necesita de nada externo a si para ser si mismo, para ser plenamente si mismo, ìntegramente si mismo.
Sin nada que necesite de saber para ello, sin nada que necesite de hacer, alcanzar, lograr, buscar, llegar a poseer, a despojarse de, a entender, a comprender o a darse cuenta.
Sin nada que necesite cambiar o modificar, en si ni en nadie.
No hay nada que hacer.
Ni hay dilema alguno que resolver.
Es sòlo la creencia a que me aferro en un momento, de que no deberìa sentirme como sea que me sienta, lo que crea un falso conflicto, una falsa dualidad en mi.
Pero no es màs que eso, una FALSA dualidad basada en una creencia errada, nada màs.
¿Y sin la idea de que no deberìa sentirme asì?
Vive un sòlò dìa con esta pregunta, frente a cada tensiòn o incomodidad interior que se presente.
Sin responder verbalmente, pregùntate, y deja que el sentir "traiga" la respuesta.
Ese sentir que es-en-si la repuesta, pues es tu misma naturaleza auto-referente hacièndose sentir!
¿Y SIN LA IDEA DE QUE NO DEBERÌA SENTIRME ASÌ...?
R.
Esta es su naturaleza.
No es el producto de ninguna tècnica, de ningùn malabarismo de la atenciòn, no es la consecuencia de nada.
No es la resultante de ningùn "hacer" en particular; no es el hijo de ninguna visiòn especial, de ninguna revelaciòn o epifanìa.
No lo forjaron maestros ni gurùes, no debe su sacralidad a ningùn sacerdote; no es un estadìo final al cual se pueda acceder mediante el apego a doctrina alguna.
No tiene marca ni signo, ni nacionalidad ni pasado; no pertenece ni se apropia.
No tiene opuesto, ni excluye nada.
Este silencio sensiente, es naturalmente silencioso y sensiente, claro y lìmpido, puro en y por si mismo, incorruptible, espontàneamente.
Es auto-referente.
Ùnico en la particularidad de su sentir, en su sensibilidad en cada quien, no necesita de ninguna voz externa a si para saber de si frente a cada cosa y cada ser; cualquiera sea la circunstancia en la que se encuentre.
Sus sentimientos son el surgir en su ser-siendo, de la informaciòn que su misma naturaleza arroja en vibratoria respuesta a lo visto.
Sus sentimientos son èl, sintièndose vibrar en respuesta a algo.
Y esa informaciòn es el espejo en el cual se basa para adecuar su respuesta a las circustancias, siempre en fidelidad, en inviolable integridad de si mismo.
Siempre desde su auto-referencia.
¿Cuàl es la "puerta" hacia dicha auto-referencia, en caso de que no sea este tu vital funcionar hoy ?
La puerta "hacia" esa auto-referencia es muy sencilla: los sentimientos hablan de ti en relaciòn al hecho o al pensamiento que señalan, no hablan del hecho o del pensamiento en si.
Mis sentimientos de rechazo hacia algo no son un indicativo de que ello "es rechazable", sino simplemente de que no va con mi naturaleza de ser, que no va conmigo, y punto.
Mis sentimientos de interès hacia algo no son indicativos de que ese algo sea especialmente valioso por sobre otros objetos similares, sino simplemente de que en este momento vital de mi existir, mi naturaleza es afìn en su vibrar a dicho objeto, y punto.
Pero en ningùn caso, los sentimientos hablan de que yo deba tratar de modificarle algo al objeto, ni que deba conseguir tal o cual resultado con ese objeto, tan sòlo son una informaciòn, una guìa para mi relacionamiento con dicho objeto, para mi conducta; no para la del objeto en cuetiòn.
Pues este silencio sensiente y claro, es auto-referente por si mismo, por la propia inteligencia inherente a dicho silencio, a esta sensible espaciosidad que es-siendo-ùnica en cada ser.
Y no necesita de nada externo a si para ser si mismo, para ser plenamente si mismo, ìntegramente si mismo.
Sin nada que necesite de saber para ello, sin nada que necesite de hacer, alcanzar, lograr, buscar, llegar a poseer, a despojarse de, a entender, a comprender o a darse cuenta.
Sin nada que necesite cambiar o modificar, en si ni en nadie.
No hay nada que hacer.
Ni hay dilema alguno que resolver.
Es sòlo la creencia a que me aferro en un momento, de que no deberìa sentirme como sea que me sienta, lo que crea un falso conflicto, una falsa dualidad en mi.
Pero no es màs que eso, una FALSA dualidad basada en una creencia errada, nada màs.
¿Y sin la idea de que no deberìa sentirme asì?
Vive un sòlò dìa con esta pregunta, frente a cada tensiòn o incomodidad interior que se presente.
Sin responder verbalmente, pregùntate, y deja que el sentir "traiga" la respuesta.
Ese sentir que es-en-si la repuesta, pues es tu misma naturaleza auto-referente hacièndose sentir!
¿Y SIN LA IDEA DE QUE NO DEBERÌA SENTIRME ASÌ...?
R.
jueves, 4 de noviembre de 2010
A imàgen y semejanza.
Dios no lo creò a usted a su imàgen y semejanza.
No.
Ello es una completa estupidez.
Usted creò a dios (en su imaginaciòn), a su imàgen y semejanza.
¿Pues, dònde màs està ese supuesto dios que existe separado de usted, cuando usted no se lo imagina en algùn lado, cuando no piensa en èl?
¿Dònde ve usted a dios cuando no piensa en èl?
¿Dònde lo siente?
¿Còmo lo siente?
¿Con què lo siente?
¿Con todo su ser, con todo su corazòn?
¿Con toda su "alma"?
¿Dònde està su "alma" cuando usted no piensa en ella, cuando no fantasea con que tiene una?
¿Què usted lo siente igualmente con todo su corazòn?
Entonces señàlese el corazòn.
Cualquier otra cosa o lugar o ser que uno señale es tan sòlo un reflejo externo del corazòn, de lo que se siente con todo el corazòn, en-el-corazòn!
Pues si no se siente en el corazòn, con el corazòn, entonces ello no significa nada; es tan sòlo pensamiento, fantasìa sin sentido, imaginaciòn.
Si no lo siente latir en usted, no hay lugar fuera de usted donde lo pueda ver.
Y lo que se siente en el corazòn no es distinto del corazòn sintièndose asì a si mismo!!!
Por eso es que "su dios" no existe.
Existe usted, pensando: "dios".
Usted lo crea en su imaginaciòn, a su imàgen y semejanza, y no al revès.
¿Dònde està dios cuando no se piensa en èl?
Repita con toda su atenciòn en ello, con toda su sensibilidad pendiente de ello: dios, dios, dios...
Hasta sentirlo.
Y va a ver como lo "ùnico" que siente es a usted mismo, a su propio corazòn.
Entonces va a ver que con todo es lo mismo.
Entonces va a ver que lo que sea que sienta, siempre es usted mismo sintièndose asì, modificado en su sentir transitorio por las circunstancias externas y/o por el pensamiento.
Pero siempre uno mismo.
"Esto" (llàmese dios, buda, hitler, o lo que sea) tambièn soy yo; siempre.
Esto tambièn soy yo.
Yo pensando dios es asì y me mira asà.
Dios me quiere, dios no me quiere.
Dios me castiga, dios me perdona.
Dios esto y dios aquello.
Que humano que es este dios!!!
Tan a nuestra imàgen y semejanza!
Tan parecido a un padre o una madre!
Tan sacado de nuestra memoria!
Tan humano!
Tan yo pensando!!!
Todo, lo que sea que sienta, como sea que lo sienta, siempre, tambièn soy yo.
Todo soy yo.
Soy/Somos el SER ùnico, sintièndo y sintièndose desde cada corazòn.
Y nada hay fuera de esto que SOY.
Todo lo demàs es "conversaciones sobre un supuesto tipo llamado dios".
Fantasìas sobre "el dios que nos creò".
Fantasìas que estoy teniendo yo.
A mi imàgen y semajanza.
Amèn.
R.
No.
Ello es una completa estupidez.
Usted creò a dios (en su imaginaciòn), a su imàgen y semejanza.
¿Pues, dònde màs està ese supuesto dios que existe separado de usted, cuando usted no se lo imagina en algùn lado, cuando no piensa en èl?
¿Dònde ve usted a dios cuando no piensa en èl?
¿Dònde lo siente?
¿Còmo lo siente?
¿Con què lo siente?
¿Con todo su ser, con todo su corazòn?
¿Con toda su "alma"?
¿Dònde està su "alma" cuando usted no piensa en ella, cuando no fantasea con que tiene una?
¿Què usted lo siente igualmente con todo su corazòn?
Entonces señàlese el corazòn.
Cualquier otra cosa o lugar o ser que uno señale es tan sòlo un reflejo externo del corazòn, de lo que se siente con todo el corazòn, en-el-corazòn!
Pues si no se siente en el corazòn, con el corazòn, entonces ello no significa nada; es tan sòlo pensamiento, fantasìa sin sentido, imaginaciòn.
Si no lo siente latir en usted, no hay lugar fuera de usted donde lo pueda ver.
Y lo que se siente en el corazòn no es distinto del corazòn sintièndose asì a si mismo!!!
Por eso es que "su dios" no existe.
Existe usted, pensando: "dios".
Usted lo crea en su imaginaciòn, a su imàgen y semejanza, y no al revès.
¿Dònde està dios cuando no se piensa en èl?
Repita con toda su atenciòn en ello, con toda su sensibilidad pendiente de ello: dios, dios, dios...
Hasta sentirlo.
Y va a ver como lo "ùnico" que siente es a usted mismo, a su propio corazòn.
Entonces va a ver que con todo es lo mismo.
Entonces va a ver que lo que sea que sienta, siempre es usted mismo sintièndose asì, modificado en su sentir transitorio por las circunstancias externas y/o por el pensamiento.
Pero siempre uno mismo.
"Esto" (llàmese dios, buda, hitler, o lo que sea) tambièn soy yo; siempre.
Esto tambièn soy yo.
Yo pensando dios es asì y me mira asà.
Dios me quiere, dios no me quiere.
Dios me castiga, dios me perdona.
Dios esto y dios aquello.
Que humano que es este dios!!!
Tan a nuestra imàgen y semejanza!
Tan parecido a un padre o una madre!
Tan sacado de nuestra memoria!
Tan humano!
Tan yo pensando!!!
Todo, lo que sea que sienta, como sea que lo sienta, siempre, tambièn soy yo.
Todo soy yo.
Soy/Somos el SER ùnico, sintièndo y sintièndose desde cada corazòn.
Y nada hay fuera de esto que SOY.
Todo lo demàs es "conversaciones sobre un supuesto tipo llamado dios".
Fantasìas sobre "el dios que nos creò".
Fantasìas que estoy teniendo yo.
A mi imàgen y semajanza.
Amèn.
R.
Tres preguntas sobre lo mismo.
1) ¿Què necesita el Ser para ser el mismìsimo Ser-siendo èl, màs allà de cualesquiera sean las condiciones en medio de las que sea?
¿Acaso hay alguna condiciòn o circunstancia en particular que el ser necesite para ser, para "siendo"?
Pregùnteselo.
2) ¿Què necesitas tù mismo para ser tù mismo?
¿O tù siempre ères tù?
Màs allà, claro està, de que a veces uno pretenda ser de un modo que no es; pero aùn asì, es uno mismo, pretendièndo no serlo!
Pregùntatelo.
3) Lo que el ES, ese SER es, y tù, eso que se da cuenta de si mismo como la sensaciòn o sentido de ser, como ese Soy, ¿son dos distintos o es el mismo ser, el mismo SOY?
Esa sensaciòn desnuda, desprovista de cualquier imàgen o asociaciòn mental, esa pura "conciencia" que se da cuenta que es y que ningùn cambio o modificaciòn en las circunstancias le modifica, eso que se vivencia a si mismo como "SOY", ¿es distinto de "el SER" de la Vida, de toda vida?
¿O es el mismo ser en toda forma de vida?
Porque se cae de maduro que, desprovista de cualquier asociaciòn de la memoria particular, la "sensaciòn de ser" o "conciencia de ser", o este claro sentido de ser, es inherente a cualquiera que sea!
¿Hay en la vida "el Ser" por un lado, y "mi ser" por otro?
¿O son el mismo ser?
¿Soy yo una vida que existe separada o aparte de la VIDA?
¿O somos uno y el mismo SER?
¿Soy yo uno, y mi Ser o el Ser de la Vida, otro?
¿No son acaso todas estas distinciones o categorizaciones en relaciòn al hecho ser, al hecho "siendo", fantasìas mentales elucubradas por nuestro pensamiento?
De ahì que todo nuestro esfuerzo por "llegar a ser" no sea màs que un absurdo; y la causa de toda nuestra infelicidad.
Pues no es màs que resistencia a ser.
O sea, yo resistièndome a mi mismo tal cual yo mismo soy.
Resistirme a algo, es en realidad, resistirme a sentirme frente a ese algo como frente a ese algo me siento; o sea, resistencia a sentirme, y punto.
Rendirse a la vida, es en realidad, rendirse a ser uno mismo en la vida, como sea que la vida se presente.
Es permitirse, admitirse, aceptarse.
Y es el fin del falso sentimiento de separaciòn entre yo y la vida, entre "el SER Supremo" y esta vivencia de ser, este SOY que yo soy y que cada ser que es Es.
Es el fin de la identificaciòn con "el que necesita que esto sea asì y no asà para poder ser si mismo".
Es el regreso del hijo pròdigo que en realidad nunca partiò.
R.
¿Acaso hay alguna condiciòn o circunstancia en particular que el ser necesite para ser, para "siendo"?
Pregùnteselo.
2) ¿Què necesitas tù mismo para ser tù mismo?
¿O tù siempre ères tù?
Màs allà, claro està, de que a veces uno pretenda ser de un modo que no es; pero aùn asì, es uno mismo, pretendièndo no serlo!
Pregùntatelo.
3) Lo que el ES, ese SER es, y tù, eso que se da cuenta de si mismo como la sensaciòn o sentido de ser, como ese Soy, ¿son dos distintos o es el mismo ser, el mismo SOY?
Esa sensaciòn desnuda, desprovista de cualquier imàgen o asociaciòn mental, esa pura "conciencia" que se da cuenta que es y que ningùn cambio o modificaciòn en las circunstancias le modifica, eso que se vivencia a si mismo como "SOY", ¿es distinto de "el SER" de la Vida, de toda vida?
¿O es el mismo ser en toda forma de vida?
Porque se cae de maduro que, desprovista de cualquier asociaciòn de la memoria particular, la "sensaciòn de ser" o "conciencia de ser", o este claro sentido de ser, es inherente a cualquiera que sea!
¿Hay en la vida "el Ser" por un lado, y "mi ser" por otro?
¿O son el mismo ser?
¿Soy yo una vida que existe separada o aparte de la VIDA?
¿O somos uno y el mismo SER?
¿Soy yo uno, y mi Ser o el Ser de la Vida, otro?
¿No son acaso todas estas distinciones o categorizaciones en relaciòn al hecho ser, al hecho "siendo", fantasìas mentales elucubradas por nuestro pensamiento?
De ahì que todo nuestro esfuerzo por "llegar a ser" no sea màs que un absurdo; y la causa de toda nuestra infelicidad.
Pues no es màs que resistencia a ser.
O sea, yo resistièndome a mi mismo tal cual yo mismo soy.
Resistirme a algo, es en realidad, resistirme a sentirme frente a ese algo como frente a ese algo me siento; o sea, resistencia a sentirme, y punto.
Rendirse a la vida, es en realidad, rendirse a ser uno mismo en la vida, como sea que la vida se presente.
Es permitirse, admitirse, aceptarse.
Y es el fin del falso sentimiento de separaciòn entre yo y la vida, entre "el SER Supremo" y esta vivencia de ser, este SOY que yo soy y que cada ser que es Es.
Es el fin de la identificaciòn con "el que necesita que esto sea asì y no asà para poder ser si mismo".
Es el regreso del hijo pròdigo que en realidad nunca partiò.
R.
miércoles, 3 de noviembre de 2010
El secreto ères tù.
Afuera llueve.
Es una mùsica sorda y primordial, de rìtmos insobornables.
Adentro, el ruido humano, la costumbre, el hàbito, el pensamiento haciendo de las suyas.
Y en medio de todo ello, intocado, este no-algo, esto que se da cuenta de la lluvia y del pensamiento, y que se da cuenta que se da cuenta de ello sin participar de su movimiento.
Esto, esta "conciencia de ser" que se da cuenta de que es, y se da cuenta que es lo que se da cuenta.
Este sentido de ser conciente de si mismo en si mismo.
Esto que es puro darse cuenta; de la lluvia, del pensamiento, y de si.
Esto que se da cuenta de lo que cambia; como el clima, o para el caso, cualquier otra apariencia.
O como el ànimo, el sentimiento, el estado mental, las opiniones, los juicios y los prejuicios, las conclusiones, la "forma de ser"; en fin, todo el mundo psicològico con sus estaciones, las imàgenes propias o de otros propuestas por el pensamiento, la fantasìa y la memoria, la incesante rueda del pensamiento girando sin cesar.
Y sin embargo esto, este, en medio de todo ello, sin cambiar.
Esto que no cambia, que sòlo cree haber cambiado cuando se mira a travès de la creencia, para ver luego por si mismo, que sigue siendo el mismo si mismo, al mirarse sin el filtro distorsionante de la creencia, o sea, de lo que cambia.
Esto que soy, que ères, que somos; esto que se es espontàneamente, sin esfuerzo.
Esto sobre lo que nadie puede reclamar propiedad, exclusivadad, posesiòn, derechos de admministraciòn, poder, pretensiones de aumento o rebaja; de admisiòn o exclusiòn, nada.
Esto, este ser siendo, este siendo, este SOY que todos somos y que todo es.
Esto que ninguna imàgen de si puede ni podrà jamàs contener.
Esto que siente y que ve, no porque haga algo para ello, sino porque èsa es su naturaleza.
Esto que se da cuenta que se da cuenta, porque esta es su naturaleza.
Esto que al darse cuenta de si mismo tal cual siente frente a cada cosa y cada ser, se da cuenta de su sentido.
De lo que para èl tiene sentido, o sea, del ùnico vivir o ser que tiene para mi sentido, pues si falto a dicho sentido, o sea a como yo siento que siento responder, entonces me falto a mi mismo, falto a mi vivir, y vivo ausente de mi, como si no fuera este que soy, esto, sea lo que ello sea, que siente asì.
Eso es un existir, un obrar, sin-sentido!
Eso es i-responsabilidad.
Eso des-integraciòn.
Eso es pecado.
Pecado: errar el blanco.
Sintièndo, y dàndome cuenta de como siento, negarme a mi mismo, negàndome a responder tal y como siento.
Como si no sintiera lo que siento tal cual lo siento.
Por temor, "conveniencia", deseo de aprobaciòn, etc.
Por el hàbito de negociar lo innegociable.
Yo finjo ser de un modo que no soy, asì tu finges que me aceptas como soy, siempre y cuando yo me mantenga siendo asì!!!
Que uno crea que necesita que otro ser humano se degrade faltando a su propia integridad, para aparecer frente a uno como un personaje "aceptable", para llenar "mis espectativas y necesidades", para hacerme sentir asì o asà, es en primerìsimo lugar una auto-degradaciòn.
Y lo mismo, es al revès.
Creer que necesito "tratar de ser màs asì y menos asà" para que X me quiera o acepte, es la misma degradaciòn a la cual voluntariamente me someto.
Soy mi verdugo y mi vìctima; sòlo yo y nadie màs.
Los demàs solo pueden, a lo sumo, ser còmplices; pero el poder de sentenciar e identificarme con la vìctima ha sido, es, y seguirà siendo siempre todo mio.
La responsabilidad es toda mìa.
Y por tanto, la irresponsabilidad tambièn.
Pues soy yo que siento asì como siento, y me doy cuenta de èsto que siento, y de que el que lo siente asì soy yo.
Ni tù, ni èl, o ella.
Que de ùltimas es asunto de ella o de èl, pero no mìo.
Asunto mìo es asumir que en realidad, en relaciòn a lo que sea que la vida me plantèe, siento asì, como sea que sienta; y por tanto es asì como siento responder, pues responder de un modo que no siento, no tiene para mi ningùn sentido!
Darme cuenta de mi sentir, y resistir, eso es irresponsabilidad.
Eso es negarme a ser.
Es resistir-me a ser tal cual siento ser.
Eso es tratar de no ser como soy, para tratar de "llegar a ser" como no soy, ni lograrè ser jamàs!
Eso es dejar de asumirme como esto que siente como siente, para tratar de encajar en una imàgen de mi que asumo es "como yo deberìa ser".
Es cosificarme.
Condicionarme.
Rechazarme.
Negarme.
Traicionarme.
E identificarme con una imàgen, o sea, con algo que cambia.
Y vivir, o sobrevivir, en consecuencia.
Como si lo que cambia realmente me afectàse en mi sentido de ser.
Como si necesitase que las cosas fuesen asì o asà, para poder sentirme ser tal como siento y soy.
Como si mi sentido de ser esto que SOY, necesitase de que salga el sol, o de que no acontezcan pensamientos, o lo que fuere.
Como si mi naturaleza fuese el cambio.
Cuando mi naturaleza verdadera, es la de presenciador de lo que cambia en medio del cambio, pero sin ser por ello modificado!
No cambia, ni ha cambiado, ni cambiarà jamàs lo que SOY.
Esta conciencia de ser lo que se da cuenta de ser!
Cambia a lo sumo el como me veo, en virtud de las creencias que hoy tengo sobre mi y que mañana dejo de tener.
Pero no lo que SOY.
JAMÀS.
Este SOY que yo soy, que tù tambièn ères; que todo y todos SOMOS.
Este SOY que es el ùnico Ser siendo, manifestàndose ùnico en cada quien.
Este que ningùn esfuerzo ni nada necesita de hacer, o que otro haga o no haga para ser èl mismo.
Este SOY que tambièn ères tù.
Y que al rendirse, o sea al rendirse a ser-lo, no se "transforma" en lo que ya es y siempre ha sido, sino que tan sòlo se da cuenta de siempre haberlo sido.
Pues rendirse, es dejar de resistirse a darse cuenta de ser este que siente asì, como sea que sienta, frente a como sea que la realidad de algo aparezca ante mi.
Es rendirse al fluir de ser este que SOY sièndolo, sintièndo como siento frente a la realidad que veo y siento, y repondièndo por tanto desde esto que me doy cuenta que siento, desde esto que soy.
Rendirme no añade nada a lo que SOY.
Rendirme es simplemente dejar de resistirme; es abandonar el sin-sentido, cortar en mi con el movimiento de la degradaciòn, con el falsearme.
Es rendirme a ser como siento desde mi ser frente a cada cosa y cada ser.
Es ser siendo simplemente y sin esfuerzo desde lo que SOY, tal cual siento que soy; sintièndome frente a lo que sea que estè.
Este SOY que tambièn ères tù, y ella, y èl, y cada cosa y cada ser.
Este mismo SOY, que es tambièn el secreto.
El secreto al que apuntan sin jamàs poder contenerlo o alcanzarlo, todas las inùtiles catedrales, las iglesias, los templos, las mezquitas, las piràmides, las obras de arte, las ciencias, las doctrinas y religiones, las fàbulas y mitologìas, las constituciones y estatutos, los jeroglìficos y los ideogramas, los oscuros sìmbolos y el estèril lenguaje, la lengua ingenua de los sabios y la lengua hipòcrita de los idiotas, el delirio de los delirantes, y todas las fantasìas sobre el paraìso màs sublime e inefable que pueda haber imaginado el ser humano desde su primer dìa en este planeta.
Ese secreto, el màs recòndito de todos, el jamàs agotado o agotable, el inescondible e inmonopolizable.
Ese secreto a voces, ese inigualable, incomparable; ese frente al cual todo es nada y nada es todo.
Ese secreto que es la naturaleza inmortal y primordial, esencial de todo el universo.
Eso que es siempre el-desde-donde se vè, sin importar cual sea el paisaje real o mental que se vè!
¿Ese "EL" secreto?
TÙ.
Ni màs, ni menos.
El secreto ères tù.
R.
Es una mùsica sorda y primordial, de rìtmos insobornables.
Adentro, el ruido humano, la costumbre, el hàbito, el pensamiento haciendo de las suyas.
Y en medio de todo ello, intocado, este no-algo, esto que se da cuenta de la lluvia y del pensamiento, y que se da cuenta que se da cuenta de ello sin participar de su movimiento.
Esto, esta "conciencia de ser" que se da cuenta de que es, y se da cuenta que es lo que se da cuenta.
Este sentido de ser conciente de si mismo en si mismo.
Esto que es puro darse cuenta; de la lluvia, del pensamiento, y de si.
Esto que se da cuenta de lo que cambia; como el clima, o para el caso, cualquier otra apariencia.
O como el ànimo, el sentimiento, el estado mental, las opiniones, los juicios y los prejuicios, las conclusiones, la "forma de ser"; en fin, todo el mundo psicològico con sus estaciones, las imàgenes propias o de otros propuestas por el pensamiento, la fantasìa y la memoria, la incesante rueda del pensamiento girando sin cesar.
Y sin embargo esto, este, en medio de todo ello, sin cambiar.
Esto que no cambia, que sòlo cree haber cambiado cuando se mira a travès de la creencia, para ver luego por si mismo, que sigue siendo el mismo si mismo, al mirarse sin el filtro distorsionante de la creencia, o sea, de lo que cambia.
Esto que soy, que ères, que somos; esto que se es espontàneamente, sin esfuerzo.
Esto sobre lo que nadie puede reclamar propiedad, exclusivadad, posesiòn, derechos de admministraciòn, poder, pretensiones de aumento o rebaja; de admisiòn o exclusiòn, nada.
Esto, este ser siendo, este siendo, este SOY que todos somos y que todo es.
Esto que ninguna imàgen de si puede ni podrà jamàs contener.
Esto que siente y que ve, no porque haga algo para ello, sino porque èsa es su naturaleza.
Esto que se da cuenta que se da cuenta, porque esta es su naturaleza.
Esto que al darse cuenta de si mismo tal cual siente frente a cada cosa y cada ser, se da cuenta de su sentido.
De lo que para èl tiene sentido, o sea, del ùnico vivir o ser que tiene para mi sentido, pues si falto a dicho sentido, o sea a como yo siento que siento responder, entonces me falto a mi mismo, falto a mi vivir, y vivo ausente de mi, como si no fuera este que soy, esto, sea lo que ello sea, que siente asì.
Eso es un existir, un obrar, sin-sentido!
Eso es i-responsabilidad.
Eso des-integraciòn.
Eso es pecado.
Pecado: errar el blanco.
Sintièndo, y dàndome cuenta de como siento, negarme a mi mismo, negàndome a responder tal y como siento.
Como si no sintiera lo que siento tal cual lo siento.
Por temor, "conveniencia", deseo de aprobaciòn, etc.
Por el hàbito de negociar lo innegociable.
Yo finjo ser de un modo que no soy, asì tu finges que me aceptas como soy, siempre y cuando yo me mantenga siendo asì!!!
Que uno crea que necesita que otro ser humano se degrade faltando a su propia integridad, para aparecer frente a uno como un personaje "aceptable", para llenar "mis espectativas y necesidades", para hacerme sentir asì o asà, es en primerìsimo lugar una auto-degradaciòn.
Y lo mismo, es al revès.
Creer que necesito "tratar de ser màs asì y menos asà" para que X me quiera o acepte, es la misma degradaciòn a la cual voluntariamente me someto.
Soy mi verdugo y mi vìctima; sòlo yo y nadie màs.
Los demàs solo pueden, a lo sumo, ser còmplices; pero el poder de sentenciar e identificarme con la vìctima ha sido, es, y seguirà siendo siempre todo mio.
La responsabilidad es toda mìa.
Y por tanto, la irresponsabilidad tambièn.
Pues soy yo que siento asì como siento, y me doy cuenta de èsto que siento, y de que el que lo siente asì soy yo.
Ni tù, ni èl, o ella.
Que de ùltimas es asunto de ella o de èl, pero no mìo.
Asunto mìo es asumir que en realidad, en relaciòn a lo que sea que la vida me plantèe, siento asì, como sea que sienta; y por tanto es asì como siento responder, pues responder de un modo que no siento, no tiene para mi ningùn sentido!
Darme cuenta de mi sentir, y resistir, eso es irresponsabilidad.
Eso es negarme a ser.
Es resistir-me a ser tal cual siento ser.
Eso es tratar de no ser como soy, para tratar de "llegar a ser" como no soy, ni lograrè ser jamàs!
Eso es dejar de asumirme como esto que siente como siente, para tratar de encajar en una imàgen de mi que asumo es "como yo deberìa ser".
Es cosificarme.
Condicionarme.
Rechazarme.
Negarme.
Traicionarme.
E identificarme con una imàgen, o sea, con algo que cambia.
Y vivir, o sobrevivir, en consecuencia.
Como si lo que cambia realmente me afectàse en mi sentido de ser.
Como si necesitase que las cosas fuesen asì o asà, para poder sentirme ser tal como siento y soy.
Como si mi sentido de ser esto que SOY, necesitase de que salga el sol, o de que no acontezcan pensamientos, o lo que fuere.
Como si mi naturaleza fuese el cambio.
Cuando mi naturaleza verdadera, es la de presenciador de lo que cambia en medio del cambio, pero sin ser por ello modificado!
No cambia, ni ha cambiado, ni cambiarà jamàs lo que SOY.
Esta conciencia de ser lo que se da cuenta de ser!
Cambia a lo sumo el como me veo, en virtud de las creencias que hoy tengo sobre mi y que mañana dejo de tener.
Pero no lo que SOY.
JAMÀS.
Este SOY que yo soy, que tù tambièn ères; que todo y todos SOMOS.
Este SOY que es el ùnico Ser siendo, manifestàndose ùnico en cada quien.
Este que ningùn esfuerzo ni nada necesita de hacer, o que otro haga o no haga para ser èl mismo.
Este SOY que tambièn ères tù.
Y que al rendirse, o sea al rendirse a ser-lo, no se "transforma" en lo que ya es y siempre ha sido, sino que tan sòlo se da cuenta de siempre haberlo sido.
Pues rendirse, es dejar de resistirse a darse cuenta de ser este que siente asì, como sea que sienta, frente a como sea que la realidad de algo aparezca ante mi.
Es rendirse al fluir de ser este que SOY sièndolo, sintièndo como siento frente a la realidad que veo y siento, y repondièndo por tanto desde esto que me doy cuenta que siento, desde esto que soy.
Rendirme no añade nada a lo que SOY.
Rendirme es simplemente dejar de resistirme; es abandonar el sin-sentido, cortar en mi con el movimiento de la degradaciòn, con el falsearme.
Es rendirme a ser como siento desde mi ser frente a cada cosa y cada ser.
Es ser siendo simplemente y sin esfuerzo desde lo que SOY, tal cual siento que soy; sintièndome frente a lo que sea que estè.
Este SOY que tambièn ères tù, y ella, y èl, y cada cosa y cada ser.
Este mismo SOY, que es tambièn el secreto.
El secreto al que apuntan sin jamàs poder contenerlo o alcanzarlo, todas las inùtiles catedrales, las iglesias, los templos, las mezquitas, las piràmides, las obras de arte, las ciencias, las doctrinas y religiones, las fàbulas y mitologìas, las constituciones y estatutos, los jeroglìficos y los ideogramas, los oscuros sìmbolos y el estèril lenguaje, la lengua ingenua de los sabios y la lengua hipòcrita de los idiotas, el delirio de los delirantes, y todas las fantasìas sobre el paraìso màs sublime e inefable que pueda haber imaginado el ser humano desde su primer dìa en este planeta.
Ese secreto, el màs recòndito de todos, el jamàs agotado o agotable, el inescondible e inmonopolizable.
Ese secreto a voces, ese inigualable, incomparable; ese frente al cual todo es nada y nada es todo.
Ese secreto que es la naturaleza inmortal y primordial, esencial de todo el universo.
Eso que es siempre el-desde-donde se vè, sin importar cual sea el paisaje real o mental que se vè!
¿Ese "EL" secreto?
TÙ.
Ni màs, ni menos.
El secreto ères tù.
R.
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