Afuera llueve.
Es una mùsica sorda y primordial, de rìtmos insobornables.
Adentro, el ruido humano, la costumbre, el hàbito, el pensamiento haciendo de las suyas.
Y en medio de todo ello, intocado, este no-algo, esto que se da cuenta de la lluvia y del pensamiento, y que se da cuenta que se da cuenta de ello sin participar de su movimiento.
Esto, esta "conciencia de ser" que se da cuenta de que es, y se da cuenta que es lo que se da cuenta.
Este sentido de ser conciente de si mismo en si mismo.
Esto que es puro darse cuenta; de la lluvia, del pensamiento, y de si.
Esto que se da cuenta de lo que cambia; como el clima, o para el caso, cualquier otra apariencia.
O como el ànimo, el sentimiento, el estado mental, las opiniones, los juicios y los prejuicios, las conclusiones, la "forma de ser"; en fin, todo el mundo psicològico con sus estaciones, las imàgenes propias o de otros propuestas por el pensamiento, la fantasìa y la memoria, la incesante rueda del pensamiento girando sin cesar.
Y sin embargo esto, este, en medio de todo ello, sin cambiar.
Esto que no cambia, que sòlo cree haber cambiado cuando se mira a travès de la creencia, para ver luego por si mismo, que sigue siendo el mismo si mismo, al mirarse sin el filtro distorsionante de la creencia, o sea, de lo que cambia.
Esto que soy, que ères, que somos; esto que se es espontàneamente, sin esfuerzo.
Esto sobre lo que nadie puede reclamar propiedad, exclusivadad, posesiòn, derechos de admministraciòn, poder, pretensiones de aumento o rebaja; de admisiòn o exclusiòn, nada.
Esto, este ser siendo, este siendo, este SOY que todos somos y que todo es.
Esto que ninguna imàgen de si puede ni podrà jamàs contener.
Esto que siente y que ve, no porque haga algo para ello, sino porque èsa es su naturaleza.
Esto que se da cuenta que se da cuenta, porque esta es su naturaleza.
Esto que al darse cuenta de si mismo tal cual siente frente a cada cosa y cada ser, se da cuenta de su sentido.
De lo que para èl tiene sentido, o sea, del ùnico vivir o ser que tiene para mi sentido, pues si falto a dicho sentido, o sea a como yo siento que siento responder, entonces me falto a mi mismo, falto a mi vivir, y vivo ausente de mi, como si no fuera este que soy, esto, sea lo que ello sea, que siente asì.
Eso es un existir, un obrar, sin-sentido!
Eso es i-responsabilidad.
Eso des-integraciòn.
Eso es pecado.
Pecado: errar el blanco.
Sintièndo, y dàndome cuenta de como siento, negarme a mi mismo, negàndome a responder tal y como siento.
Como si no sintiera lo que siento tal cual lo siento.
Por temor, "conveniencia", deseo de aprobaciòn, etc.
Por el hàbito de negociar lo innegociable.
Yo finjo ser de un modo que no soy, asì tu finges que me aceptas como soy, siempre y cuando yo me mantenga siendo asì!!!
Que uno crea que necesita que otro ser humano se degrade faltando a su propia integridad, para aparecer frente a uno como un personaje "aceptable", para llenar "mis espectativas y necesidades", para hacerme sentir asì o asà, es en primerìsimo lugar una auto-degradaciòn.
Y lo mismo, es al revès.
Creer que necesito "tratar de ser màs asì y menos asà" para que X me quiera o acepte, es la misma degradaciòn a la cual voluntariamente me someto.
Soy mi verdugo y mi vìctima; sòlo yo y nadie màs.
Los demàs solo pueden, a lo sumo, ser còmplices; pero el poder de sentenciar e identificarme con la vìctima ha sido, es, y seguirà siendo siempre todo mio.
La responsabilidad es toda mìa.
Y por tanto, la irresponsabilidad tambièn.
Pues soy yo que siento asì como siento, y me doy cuenta de èsto que siento, y de que el que lo siente asì soy yo.
Ni tù, ni èl, o ella.
Que de ùltimas es asunto de ella o de èl, pero no mìo.
Asunto mìo es asumir que en realidad, en relaciòn a lo que sea que la vida me plantèe, siento asì, como sea que sienta; y por tanto es asì como siento responder, pues responder de un modo que no siento, no tiene para mi ningùn sentido!
Darme cuenta de mi sentir, y resistir, eso es irresponsabilidad.
Eso es negarme a ser.
Es resistir-me a ser tal cual siento ser.
Eso es tratar de no ser como soy, para tratar de "llegar a ser" como no soy, ni lograrè ser jamàs!
Eso es dejar de asumirme como esto que siente como siente, para tratar de encajar en una imàgen de mi que asumo es "como yo deberìa ser".
Es cosificarme.
Condicionarme.
Rechazarme.
Negarme.
Traicionarme.
E identificarme con una imàgen, o sea, con algo que cambia.
Y vivir, o sobrevivir, en consecuencia.
Como si lo que cambia realmente me afectàse en mi sentido de ser.
Como si necesitase que las cosas fuesen asì o asà, para poder sentirme ser tal como siento y soy.
Como si mi sentido de ser esto que SOY, necesitase de que salga el sol, o de que no acontezcan pensamientos, o lo que fuere.
Como si mi naturaleza fuese el cambio.
Cuando mi naturaleza verdadera, es la de presenciador de lo que cambia en medio del cambio, pero sin ser por ello modificado!
No cambia, ni ha cambiado, ni cambiarà jamàs lo que SOY.
Esta conciencia de ser lo que se da cuenta de ser!
Cambia a lo sumo el como me veo, en virtud de las creencias que hoy tengo sobre mi y que mañana dejo de tener.
Pero no lo que SOY.
JAMÀS.
Este SOY que yo soy, que tù tambièn ères; que todo y todos SOMOS.
Este SOY que es el ùnico Ser siendo, manifestàndose ùnico en cada quien.
Este que ningùn esfuerzo ni nada necesita de hacer, o que otro haga o no haga para ser èl mismo.
Este SOY que tambièn ères tù.
Y que al rendirse, o sea al rendirse a ser-lo, no se "transforma" en lo que ya es y siempre ha sido, sino que tan sòlo se da cuenta de siempre haberlo sido.
Pues rendirse, es dejar de resistirse a darse cuenta de ser este que siente asì, como sea que sienta, frente a como sea que la realidad de algo aparezca ante mi.
Es rendirse al fluir de ser este que SOY sièndolo, sintièndo como siento frente a la realidad que veo y siento, y repondièndo por tanto desde esto que me doy cuenta que siento, desde esto que soy.
Rendirme no añade nada a lo que SOY.
Rendirme es simplemente dejar de resistirme; es abandonar el sin-sentido, cortar en mi con el movimiento de la degradaciòn, con el falsearme.
Es rendirme a ser como siento desde mi ser frente a cada cosa y cada ser.
Es ser siendo simplemente y sin esfuerzo desde lo que SOY, tal cual siento que soy; sintièndome frente a lo que sea que estè.
Este SOY que tambièn ères tù, y ella, y èl, y cada cosa y cada ser.
Este mismo SOY, que es tambièn el secreto.
El secreto al que apuntan sin jamàs poder contenerlo o alcanzarlo, todas las inùtiles catedrales, las iglesias, los templos, las mezquitas, las piràmides, las obras de arte, las ciencias, las doctrinas y religiones, las fàbulas y mitologìas, las constituciones y estatutos, los jeroglìficos y los ideogramas, los oscuros sìmbolos y el estèril lenguaje, la lengua ingenua de los sabios y la lengua hipòcrita de los idiotas, el delirio de los delirantes, y todas las fantasìas sobre el paraìso màs sublime e inefable que pueda haber imaginado el ser humano desde su primer dìa en este planeta.
Ese secreto, el màs recòndito de todos, el jamàs agotado o agotable, el inescondible e inmonopolizable.
Ese secreto a voces, ese inigualable, incomparable; ese frente al cual todo es nada y nada es todo.
Ese secreto que es la naturaleza inmortal y primordial, esencial de todo el universo.
Eso que es siempre el-desde-donde se vè, sin importar cual sea el paisaje real o mental que se vè!
¿Ese "EL" secreto?
TÙ.
Ni màs, ni menos.
El secreto ères tù.
R.
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