La oruga y la mariposa.
La oruga no puede conocer la mariposa, pero èsta es su orìgen y su destino, su secreto ìntimo escondido en su aparente forma.
La oruga como tal debe morir para que la mariposa sea.
El ùnico motivo o propòsito para la transitoria existencia de la oruga es el emerger de la mariposa.
Cuando la oruga disuelve su forma en el interior de su crisàlida, sòlo entonces puede, la mariposa que siempre fue desenvolverse.
La una debe dejar de existir para que la otra aparezca.
Usted es esa "oruga" que vive en el monte (mundo) consumiendo una hoja tràs otra (experiencias) insaciablemente, ignorante de cual es su real naturaleza, sin poder volar ni ver màs allà de la rama por la cual se mueve, empujado por una fuerza y unos instintos que ni domina ni comprende.
Usted cree ser tan sòlo una oruga creada para comer, trasladarse, perseguir la hoja (el placer) y evitar el pico del pàjaro (dolor) hasta que su tiempo en el monte se acabe.
Escuche el llamado de la vida en su interior.
Vuèlvase hacia su interior y vea.
Entre en su crisàlida.
Allì verà como todo el sufrimiento no es otra cosa que creencias y apegos que nos llevan por la vida persiguiendo esto y escapando de aquello, de falsa identificaciòn en falsa identificaciòn, como si de una incompleta oruga se tratase.
Usted es ya y ha sido siempre la mariposa que siempre serà.
Usted es la mariposa soñando que es una oruga.
Vea la falsedad de su sueño, de sus creencias y apegos, y despierte de ello!
El final de "usted" tal y como se conoce hasta ahora, de como cree ser, es el resurgir del ser eterno que usted siempre ha sido, serà y es, de la mariposa que jamàs dejò de ser.
Pues, lo irreal jamàs fuè, y lo real jamàs dejò de serlo.
No nos hemos movido...
Solo cambia la forma en que nos vemos.
Cuando sus creencias y apegos, orìgen de su "separaciòn" de la Vida y de su sufrimiento se caen de usted, cuando usted pierde su "forma" de Ser, entonces el sufrimiento toca a su fin, entonces hay Comuniòn.
Y usted es "otra vez" la mariposa, el Ser que siempre fuè.
--
Richard Mesones
domingo, 16 de noviembre de 2008
En sìntesis
1)Somos ya el Ser dichoso, libre, único y pletórico de paz que deseamos ser; estas cualidades son nuestra naturaleza misma.
2)Toda infelicidad o sufrimiento procede de creer en una idea limitante, falsa, condicionante, que nos “separa” del real fluir de la VIDA Una, siendo el sufrimiento resultante un llamado a indagar para el bien de nuestra liberación, para que podamos “volver” a Ser plenamente en Comunión (unidad) con el todo.
3)Toda idea condicionante que asumimos como verdadera para nosotros se transforma en una “necesidad interior” que es “imprescindible” cumplir primero (“llegar a ser así o asá”) para que podamos, según dicha historia, poder nuevamente sentirnos dichosos y en paz.
4)Esta “necesidad”, “condición”, “limitación”, o “carencia” no es real, es tan sólo un pensamiento que hemos tomado por verdad.
5)Ver la falsedad de dicha limitación, necesidad, requisito o “condición” es lo único necesario para que esta falsa creencia termine, así como la sensación de carencia o sufrimiento que provocaba. A la verdad de lo que somos no se llega, no se hace nada para “acercarse” a ella, para “lograrla”; es simplemente dejándonos de identificar con lo falso, que la verdad de lo que somos, puede así brillar sin distorsión alguna .Nuestra naturaleza es incontaminable, esta no puede ser ganada ni perdida ni lograda; sólo se ve momentáneamente oculta por las nubes pasajeras de las falsas creencias con que nos “separamos” del fluir de la vida al identificarnos con ellas, y resurge intacta y radiante en el mismo instante en que el fuego del discernimiento de la verdad nos libera de la asunción de lo falso, dejándonos nuevamente en el lugar de la Comunión con la Vida Una, con nuestra naturaleza original, lo que somos.
6)Esto es la Liberación a través de la autoindagación.
7)Y esta es la invitación para todo aquel que quiera ser libre de todo sufrimiento en vez “tener razón”.
Richard Mesones.
2)Toda infelicidad o sufrimiento procede de creer en una idea limitante, falsa, condicionante, que nos “separa” del real fluir de la VIDA Una, siendo el sufrimiento resultante un llamado a indagar para el bien de nuestra liberación, para que podamos “volver” a Ser plenamente en Comunión (unidad) con el todo.
3)Toda idea condicionante que asumimos como verdadera para nosotros se transforma en una “necesidad interior” que es “imprescindible” cumplir primero (“llegar a ser así o asá”) para que podamos, según dicha historia, poder nuevamente sentirnos dichosos y en paz.
4)Esta “necesidad”, “condición”, “limitación”, o “carencia” no es real, es tan sólo un pensamiento que hemos tomado por verdad.
5)Ver la falsedad de dicha limitación, necesidad, requisito o “condición” es lo único necesario para que esta falsa creencia termine, así como la sensación de carencia o sufrimiento que provocaba. A la verdad de lo que somos no se llega, no se hace nada para “acercarse” a ella, para “lograrla”; es simplemente dejándonos de identificar con lo falso, que la verdad de lo que somos, puede así brillar sin distorsión alguna .Nuestra naturaleza es incontaminable, esta no puede ser ganada ni perdida ni lograda; sólo se ve momentáneamente oculta por las nubes pasajeras de las falsas creencias con que nos “separamos” del fluir de la vida al identificarnos con ellas, y resurge intacta y radiante en el mismo instante en que el fuego del discernimiento de la verdad nos libera de la asunción de lo falso, dejándonos nuevamente en el lugar de la Comunión con la Vida Una, con nuestra naturaleza original, lo que somos.
6)Esto es la Liberación a través de la autoindagación.
7)Y esta es la invitación para todo aquel que quiera ser libre de todo sufrimiento en vez “tener razón”.
Richard Mesones.
¿Què es lo que màs desea usted?
¿Què es lo que màs desea usted?
¿poder? ¿realización personal? ¿iluminación? ¿èxito material?
¿seguridad? ¿popularidad, reconocimiento? ¿ser amado?
¿tener esto o aquello o lo de màs allà? ¿màs conocimiento?
¿trascendencia? ¿lograr poderes? ¿llegar a convertirse en alguien especial? ¿ser un amante incomparable?
¡¿Què es lo que usted desea en realidad?!
Nada de esto es lo que usted desea, sino felicidad;
la felicidad que usted cree que el llegar a ser o el tener esto o aquello le podrà comprar.
Si se ha esforzado toda su vida, al igual que el 99,99% de los seres humanos en este planeta y de todos los que le precedieron, y aùn asì no es feliz ahora, ¿seguirà usted insistièndo en la direcciòn de “cuando logre tal o cual cosa o tenga tal otra o llegue a ser asì o asà voy a ser feliz”?
¿Y si usted pudiese saltearse todos esos “intermediarios”, esos pre-requisitos o condiciones y ser feliz ahora?
Si la felicidad le estuviese “asegurada”¿seguirìa insistiendo en “tratar de llegar a ser”?
La felicidad no es un objeto, algo que obtener y adozar a usted; la felicidad es la propia naturaleza de usted y de todo lo que es.
Buscarla, a travès de llegar a ser, o a tener o a hacer, es “alejarse” de ella, es mirar en la direcciòn equivocada.
La insaciable búsqueda de felicidad allì donde no puede jamàs encontrarse es lo que una vida de sufrimiento, indignidad e incompletitud es.
La felicidad no es usted màs algo que “me hace feliz”, lo cual es lo mismo que el adicto experimentando el estado de euforia que le produce la dosis conseguida; la felicidad es darse cuenta de ser-felicidad.
Ser felicidad, sin ningún requisito previo para “llegar a ser feliz”.
Ser feliz es darse cuenta de ser felicidad por si mismo sin tener que elegir entre esto o aquello, sin alusiòn ni asociación a nada ni nadie externo a uno como condiciòn para ser feliz.
En otras palabras, usted, libre de cualquier falsa condiciòn auto asumida, vivencia la felicidad inamovible siempre presente que es su propia naturaleza.
Por ello, no hay nada que hacer para ser feliz, todo lo necesario es liberarse de las condiciones que uno cree (asume como verdaderas) que “necesita” para sentirse asì.
Liberación es ser, sin condiciones internas de ningún tipo.
Y la verdad es lo ùnico capaz de liberarle de la falsedad auto asumida.
O sea, ver lo falso como tal, viendo que ello no es la verdad de lo que soy, es verse libre de ello; es ser la verdad de lo que soy sin identificarme con ningún pensamiento o historia mental o condiciòn que distorsione mi sentir natural y ùnico, como ser pleno, ilimitado e incomparable que soy.
Ver el error como tal es lo que me libera de errar, de la identificación con lo que me falsea e inhibe el fluir de mi ser-conciencia-felicidad.
Libre de todo pensamiento o idea condicionante no existe barrera alguna para darme cuenta de ser-felicidad.
Nada hay que hacer por tanto para ser feliz, todo lo que hay que hacer es discernir, indagar en las causas de nuestra infelicidad, en los pensamientos y los sentimientos a que nos aferramos como condiciones para ser y por medio de los cuales negamos nuestra felicidad, nuestra naturaleza esencial, postergàndonos y postergàndola, exiliàndola por siempre a la ficticia tierra del mañana en la cual voy a “llegar a ser”.
Cuando mediante la autoindagaciòn se evidencia la falsedad de las condiciones que me habìa autoimpuesto, entonces el ser-conciencia-felicidad que soy no encuentra ya en si mismo barrera alguna para ser-felicidad, de modo evidente, espontàneo y sin esfuerzo alguno de nuestra parte.
No hay camino alguno hacia la felicidad.
La felicidad es usted, usted “caminando”, siendo, como el ser incondicionado y ùnico que usted es, ha sido y serà.
Sea feliz ya, siendo lo que usted es, y deje que la felicidad le lleve de la mano por el sendero ùnico que su existencia traza de luz, con inimitable cadencia, en la inabarcable extensión sin orillas de este misterio que es la Vida.
Esta es la promesa de la liberación a travès de la autoindagaciòn.
No es la felicidad lo que hay que buscar, sino ver a què me aferro que me hace sufrir. El sufrimiento jamàs procede de los hechos de la vida, sino de nuestros pensamientos no indagados sobre ellos.
El final del sufrimiento es el emerger de la conciencia de ser-felicidad, màs allà de cualesquiera que sean las condiciones externas de vida en las cuales esta conciencia atemporal e inalterable emerge, y ya jamàs se vuelve a olvidar.
Richard Mesones.
¿poder? ¿realización personal? ¿iluminación? ¿èxito material?
¿seguridad? ¿popularidad, reconocimiento? ¿ser amado?
¿tener esto o aquello o lo de màs allà? ¿màs conocimiento?
¿trascendencia? ¿lograr poderes? ¿llegar a convertirse en alguien especial? ¿ser un amante incomparable?
¡¿Què es lo que usted desea en realidad?!
Nada de esto es lo que usted desea, sino felicidad;
la felicidad que usted cree que el llegar a ser o el tener esto o aquello le podrà comprar.
Si se ha esforzado toda su vida, al igual que el 99,99% de los seres humanos en este planeta y de todos los que le precedieron, y aùn asì no es feliz ahora, ¿seguirà usted insistièndo en la direcciòn de “cuando logre tal o cual cosa o tenga tal otra o llegue a ser asì o asà voy a ser feliz”?
¿Y si usted pudiese saltearse todos esos “intermediarios”, esos pre-requisitos o condiciones y ser feliz ahora?
Si la felicidad le estuviese “asegurada”¿seguirìa insistiendo en “tratar de llegar a ser”?
La felicidad no es un objeto, algo que obtener y adozar a usted; la felicidad es la propia naturaleza de usted y de todo lo que es.
Buscarla, a travès de llegar a ser, o a tener o a hacer, es “alejarse” de ella, es mirar en la direcciòn equivocada.
La insaciable búsqueda de felicidad allì donde no puede jamàs encontrarse es lo que una vida de sufrimiento, indignidad e incompletitud es.
La felicidad no es usted màs algo que “me hace feliz”, lo cual es lo mismo que el adicto experimentando el estado de euforia que le produce la dosis conseguida; la felicidad es darse cuenta de ser-felicidad.
Ser felicidad, sin ningún requisito previo para “llegar a ser feliz”.
Ser feliz es darse cuenta de ser felicidad por si mismo sin tener que elegir entre esto o aquello, sin alusiòn ni asociación a nada ni nadie externo a uno como condiciòn para ser feliz.
En otras palabras, usted, libre de cualquier falsa condiciòn auto asumida, vivencia la felicidad inamovible siempre presente que es su propia naturaleza.
Por ello, no hay nada que hacer para ser feliz, todo lo necesario es liberarse de las condiciones que uno cree (asume como verdaderas) que “necesita” para sentirse asì.
Liberación es ser, sin condiciones internas de ningún tipo.
Y la verdad es lo ùnico capaz de liberarle de la falsedad auto asumida.
O sea, ver lo falso como tal, viendo que ello no es la verdad de lo que soy, es verse libre de ello; es ser la verdad de lo que soy sin identificarme con ningún pensamiento o historia mental o condiciòn que distorsione mi sentir natural y ùnico, como ser pleno, ilimitado e incomparable que soy.
Ver el error como tal es lo que me libera de errar, de la identificación con lo que me falsea e inhibe el fluir de mi ser-conciencia-felicidad.
Libre de todo pensamiento o idea condicionante no existe barrera alguna para darme cuenta de ser-felicidad.
Nada hay que hacer por tanto para ser feliz, todo lo que hay que hacer es discernir, indagar en las causas de nuestra infelicidad, en los pensamientos y los sentimientos a que nos aferramos como condiciones para ser y por medio de los cuales negamos nuestra felicidad, nuestra naturaleza esencial, postergàndonos y postergàndola, exiliàndola por siempre a la ficticia tierra del mañana en la cual voy a “llegar a ser”.
Cuando mediante la autoindagaciòn se evidencia la falsedad de las condiciones que me habìa autoimpuesto, entonces el ser-conciencia-felicidad que soy no encuentra ya en si mismo barrera alguna para ser-felicidad, de modo evidente, espontàneo y sin esfuerzo alguno de nuestra parte.
No hay camino alguno hacia la felicidad.
La felicidad es usted, usted “caminando”, siendo, como el ser incondicionado y ùnico que usted es, ha sido y serà.
Sea feliz ya, siendo lo que usted es, y deje que la felicidad le lleve de la mano por el sendero ùnico que su existencia traza de luz, con inimitable cadencia, en la inabarcable extensión sin orillas de este misterio que es la Vida.
Esta es la promesa de la liberación a travès de la autoindagaciòn.
No es la felicidad lo que hay que buscar, sino ver a què me aferro que me hace sufrir. El sufrimiento jamàs procede de los hechos de la vida, sino de nuestros pensamientos no indagados sobre ellos.
El final del sufrimiento es el emerger de la conciencia de ser-felicidad, màs allà de cualesquiera que sean las condiciones externas de vida en las cuales esta conciencia atemporal e inalterable emerge, y ya jamàs se vuelve a olvidar.
Richard Mesones.
Sentirse bien o “tener razón”, ¿qué desea usted ?
Por Richard Mesones
Si se identifica con lo segundo, bien; tiene razón.
Pero si no, su única “opción” real es indagar en su modo de pensar sobre la realidad, en sus historias sobre como la vida debería ser; las “razones” a las cuales estamos apegados y que forman el filtro de nuestra sensibilidad, de nuestra percepción de la realidad, de nuestra inteligencia innata y nuestra capacidad para vivir y relacionarnos de una manera armoniosa, fluída y vital, sin enredarnos ni anudarnos con juicios mentales que no nos permiten sentirnos en comunión con la vida.
Libres de toda distorsión interior, libres de la imposición de tener que ser de un modo u otro, libres de autoridad interna o de cualquier forma de presión, libres de toda imágen o ideal con el cual estemos identificados, libres de toda búsqueda compensatoria; sólo así puede el Ser florecer.
Solo en integridad, en libertad, podemos ser nosotros mismos, en comunión con todo lo que somos, con lo que la vida es. Y sólo así nuestra sensibilidad (que es identidad única), nuestro sentir, nos puede posibilitar un vivir pleno, sentido e incomparable. Aunque externamente nos diferenciemos, internamente la humanidad pasada y presente ha estado y está buscando lo mismo.
Todos tenemos esta sensación de carencia, de incompletitud, aún en los momentos en que todo parece “marchar bien”.
Usando entonces el pensamiento concebimos la idea de que “nos falta algo”; así es como nace el “buscador”, y a partir de ese momento emplearemos toda nuestra energía en tratar de “llegar a ser” millonarios, o realizarnos a través de la pareja, o el sexo, o buscamos la realización espiritual, a dios, la iluminación, etc.
Todo esto no son más que nombres, rótulos, para una sola y única cosa, el sentido de plenitud, de totalidad, de completitud, de paz interior y natural bienestar.
Y como el malestar es interior, nada externo, ningún tener o hacer para llegar a ser ha funcionado ni funcionará jamás.
No pierda más tiempo, le repito: nada externo ha funcionado ni lo hará jamás.
La razón es tan simple como lógica: usted, identificado con cosas que no le son propias, que no son verdaderas o reales en usted, es todo lo que constituye el problema. Y como darse cuenta no es transferible, nada ni nadie le pueden ayudar.
Cualquier cosa que usted crea, asuma o se imponga generará malestar y tensión en su naturalidad; atentará contra su integridad, su libertad inherente y su sentir único e incomparable. Darse cuenta en uno mismo de lo falso como tal nos libera de la identificación con lo que no es real.
En nuestro organismo, en nuestro mismo ser, subyace la inteligencia que nos permite discernir sintiendo lo falso de lo real.
Ese es el cambio real. Cuando uno se da cuenta de algo que no se había dado cuenta, el cambio ya ha ocurrido. Cambiará inmediatamente nuestra visión de lo esclarecido, nuestro sentir al respecto, nuestra conducta, nuestro relacionarnos, nuestro vivir.
No se cambia a voluntad “queriendo” cambiar, no es un tema de esfuerzo sino de sensibilidad. Ninguna cantidad de conocimiento o técnica o método alguno puede suscitar el aflorar del sentir real.
Todo hacer para ser es artificial, por tanto todo lo que sea que haga sólo creará distorsión y mayor confusión, inhibiendo la sensibilidad natural siempre presente en nosotros, la inteligencia natural que a través de las sensaciones de bienestar y malestar, tensión y distensión, y del inviolable sentido de sanidad (integridad) es el verdadero maestro que cada uno lleva en lo más íntimo de su ser.
Ninguna doctrina religiosa o filosófica, ningún dogma o tradición por antigua y respetable que sea, ningún maestro o gurú o sacerdote, ninguna disciplina ni fármaco ni método ni técnica ni conocimiento de ninguna índole , ninguna institución ni cosa alguna creada por nadie puede sustituir o acercarse siquiera al funcionamiento irremplazable de esta energía inteligente que opera en cada ser.
La inteligencia es el único y verdadero maestro; lo demás es cuento e idolatría, culto a la importancia personal y mercadeo.
Nadie, ni siquiera uno mismo sabe mejor que esta inteligencia que se expresa en mi sensibilidad, lo que es correcto y mejor para responder a la circunstancia actual en cada momento.
Así, todos tenemos en nosotros al maestro que necesitamos en cada momento de la vida, y no somos ni seremos jamás de este modo víctimas de la explotación por el conocimiento.
En nuestra capacidad para indagar cuestionándonos y dejando que nuestro sentir traiga a la conciencia la respuesta natural está el pasaje a una vida plena y liberada. Preguntarme verbalmente sin contestarme y recibir sintiendo la respuesta es el darse cuenta que es la verdadera respuesta, porque es la verdad viva en nosotros respondiendo, haciéndose sentir. La verdad única de lo que somos tomando conciencia de si misma al descartarse lo irreal, al verse lo falso como tal. Cuando el ojo no está obstruido la resultante es la visión (claridad exterior); cuando la conciencia no está obstruida el resultado natural es el caerse de toda imposición que creaba la contradicción, el conflicto interior, el malestar y el sufrimiento.
Usted es y tiene en usted mismo las respuestas a sus interrogantes más profundos y vitales.
La auto-indagación es lo que lo posibilita el aflorar de esas respuestas en usted.
Las herramientas de auto- indagación detienen el diálogo interior de la mente posibilitando a la sensibilidad, al sentir real florecer en nuestra conciencia de SER.
Por eso la pregunta inicial: sentirse bien o tener razón, ¿qué desea usted ?
Si su respuesta es sentirse bien, entonces le ha llegado el momento de indagar en las historias que su pensamiento entreteje sobre la realidad y que al ser tomadas como válidas están creando en usted todo el sufrimiento y la presión interior que no le permiten vivir su natural e incomparable totalidad como ser libre y único que usted ES.
Si se identifica con lo segundo, bien; tiene razón.
Pero si no, su única “opción” real es indagar en su modo de pensar sobre la realidad, en sus historias sobre como la vida debería ser; las “razones” a las cuales estamos apegados y que forman el filtro de nuestra sensibilidad, de nuestra percepción de la realidad, de nuestra inteligencia innata y nuestra capacidad para vivir y relacionarnos de una manera armoniosa, fluída y vital, sin enredarnos ni anudarnos con juicios mentales que no nos permiten sentirnos en comunión con la vida.
Libres de toda distorsión interior, libres de la imposición de tener que ser de un modo u otro, libres de autoridad interna o de cualquier forma de presión, libres de toda imágen o ideal con el cual estemos identificados, libres de toda búsqueda compensatoria; sólo así puede el Ser florecer.
Solo en integridad, en libertad, podemos ser nosotros mismos, en comunión con todo lo que somos, con lo que la vida es. Y sólo así nuestra sensibilidad (que es identidad única), nuestro sentir, nos puede posibilitar un vivir pleno, sentido e incomparable. Aunque externamente nos diferenciemos, internamente la humanidad pasada y presente ha estado y está buscando lo mismo.
Todos tenemos esta sensación de carencia, de incompletitud, aún en los momentos en que todo parece “marchar bien”.
Usando entonces el pensamiento concebimos la idea de que “nos falta algo”; así es como nace el “buscador”, y a partir de ese momento emplearemos toda nuestra energía en tratar de “llegar a ser” millonarios, o realizarnos a través de la pareja, o el sexo, o buscamos la realización espiritual, a dios, la iluminación, etc.
Todo esto no son más que nombres, rótulos, para una sola y única cosa, el sentido de plenitud, de totalidad, de completitud, de paz interior y natural bienestar.
Y como el malestar es interior, nada externo, ningún tener o hacer para llegar a ser ha funcionado ni funcionará jamás.
No pierda más tiempo, le repito: nada externo ha funcionado ni lo hará jamás.
La razón es tan simple como lógica: usted, identificado con cosas que no le son propias, que no son verdaderas o reales en usted, es todo lo que constituye el problema. Y como darse cuenta no es transferible, nada ni nadie le pueden ayudar.
Cualquier cosa que usted crea, asuma o se imponga generará malestar y tensión en su naturalidad; atentará contra su integridad, su libertad inherente y su sentir único e incomparable. Darse cuenta en uno mismo de lo falso como tal nos libera de la identificación con lo que no es real.
En nuestro organismo, en nuestro mismo ser, subyace la inteligencia que nos permite discernir sintiendo lo falso de lo real.
Ese es el cambio real. Cuando uno se da cuenta de algo que no se había dado cuenta, el cambio ya ha ocurrido. Cambiará inmediatamente nuestra visión de lo esclarecido, nuestro sentir al respecto, nuestra conducta, nuestro relacionarnos, nuestro vivir.
No se cambia a voluntad “queriendo” cambiar, no es un tema de esfuerzo sino de sensibilidad. Ninguna cantidad de conocimiento o técnica o método alguno puede suscitar el aflorar del sentir real.
Todo hacer para ser es artificial, por tanto todo lo que sea que haga sólo creará distorsión y mayor confusión, inhibiendo la sensibilidad natural siempre presente en nosotros, la inteligencia natural que a través de las sensaciones de bienestar y malestar, tensión y distensión, y del inviolable sentido de sanidad (integridad) es el verdadero maestro que cada uno lleva en lo más íntimo de su ser.
Ninguna doctrina religiosa o filosófica, ningún dogma o tradición por antigua y respetable que sea, ningún maestro o gurú o sacerdote, ninguna disciplina ni fármaco ni método ni técnica ni conocimiento de ninguna índole , ninguna institución ni cosa alguna creada por nadie puede sustituir o acercarse siquiera al funcionamiento irremplazable de esta energía inteligente que opera en cada ser.
La inteligencia es el único y verdadero maestro; lo demás es cuento e idolatría, culto a la importancia personal y mercadeo.
Nadie, ni siquiera uno mismo sabe mejor que esta inteligencia que se expresa en mi sensibilidad, lo que es correcto y mejor para responder a la circunstancia actual en cada momento.
Así, todos tenemos en nosotros al maestro que necesitamos en cada momento de la vida, y no somos ni seremos jamás de este modo víctimas de la explotación por el conocimiento.
En nuestra capacidad para indagar cuestionándonos y dejando que nuestro sentir traiga a la conciencia la respuesta natural está el pasaje a una vida plena y liberada. Preguntarme verbalmente sin contestarme y recibir sintiendo la respuesta es el darse cuenta que es la verdadera respuesta, porque es la verdad viva en nosotros respondiendo, haciéndose sentir. La verdad única de lo que somos tomando conciencia de si misma al descartarse lo irreal, al verse lo falso como tal. Cuando el ojo no está obstruido la resultante es la visión (claridad exterior); cuando la conciencia no está obstruida el resultado natural es el caerse de toda imposición que creaba la contradicción, el conflicto interior, el malestar y el sufrimiento.
Usted es y tiene en usted mismo las respuestas a sus interrogantes más profundos y vitales.
La auto-indagación es lo que lo posibilita el aflorar de esas respuestas en usted.
Las herramientas de auto- indagación detienen el diálogo interior de la mente posibilitando a la sensibilidad, al sentir real florecer en nuestra conciencia de SER.
Por eso la pregunta inicial: sentirse bien o tener razón, ¿qué desea usted ?
Si su respuesta es sentirse bien, entonces le ha llegado el momento de indagar en las historias que su pensamiento entreteje sobre la realidad y que al ser tomadas como válidas están creando en usted todo el sufrimiento y la presión interior que no le permiten vivir su natural e incomparable totalidad como ser libre y único que usted ES.
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