Esto no es ni un relato de ciencia ficción ni un ensayo sobre creencias, perspectivas, opiniones o puntos de vista.
Es el estracto de una carta que fue escrita en respuesta a un amigo de camino.
No tiene ningún sentido propagandístico, interés o intención de convencer ni de vender nada.
Surgíó espontáneamente, en la naturalidad del compartir.
Con ese mismo ánimo, es ahora volcada aquí.
R.
No hay nadie ni nada separado de la Verdad.
No hay nadie ni nada separado de la Unidad.
No hay nadie ni nada separado de lo Absoluto, de la Vida, de la Conciencia Una.
No hay nada ni nadie, pues no hay "yo", que es separación.
Y esto no es una "experiencia" que un "yo-experimentador" experimenta.
Esto es vivencia, sin dualidad de experimentador-experiencia; viviencia en la cual todo sentido de "yo soy" se disuelve mostrándo así su relatividad, su transitoriedad.
La verdad no es una percepción.
Éres tú, dándote cuenta de ti mismo, sintiéndote sin distorsión.
Sintiéndote de verdad.
Ilimitado, sin cualidad, más allá de todo lo que se pueda describir o identificar.
La verdad no es para unos pocos, unas pocas "almas escogidas".
Ni tampoco son unos pocos los que la "han realizado".
Todo y todos somos la manifestación de la VERDAD.
Tuve en mi caminar muchísimas experiencias destacables y deseadas por muchos, así como comprensiones sobre esta o aquella realidad.
Estados de éxtasis sin comparación, de beatitud y trasendencia.
Pero todo esto fueron experiencias que mantenían aún en el transfondo la identidad de un "experimentador" separado.
Y todas pasaron.
Ya no son, se extinguieron, se apagaron.
Y junto con el ver su transitoriedad y falta de realidad, "fue muriendo" con ellas esa falsa identidad, ese "yo que he experimentado y comprendido tanto y cuanto" que yo creía ser, y que en realidad jamás había existido.
En la realidad una, no hay nada que hacer, ni nada que comprender, ni nadie para hacer o no hacer nada.
Un día, sin ninguna práctica ni voluntad mía de por medio, lo absoluto como yo se dio cuenta de si mismo, de ser lo absoluto.
No tengo palabras con que describir o expresar lo vivenciado.
"Yo" se diluye sin dejar rastro en el Absoluto mar de la felicidad más absoluta.
Y en ella, sin ser níngún "yo", sin ser un "algo", sigue habiendo aún, darse cuenta, de la absoluta felicidad absoluta que en la realidad se es.
No que "yo" soy. Sino de la realidad que el "no-yo" ES.
Tratando de pasarlo a palabras, algunos han dicho: "Tú éres ESO".
O "Yo soy ESO".
Tratando de apuntar a lo real, a lo Absoluto Único.
Pero en realidad, la realidad es que no hay ningún "Yo" que sea idéntico con ESO.
Hay sólo ESO, que se manifiesta como "tú", "yo", el árbol, la planta, la piedra y la estrella.
ESO, que es la Vida siendo, manifestandose.
ESO que es lo Absoluto.
Y es absoluta felicidad más allá de lo que las palabras podrán jamás describir.
Cuando la atención fluye "hacia afuera" crea la mente (yo soy), los sentidos y el mundo.
Cuando la atención se vuelve "hacia adentro" desaparece el mundo, los sentidos y yo mismo, y se da cuenta de ser lo-y-en lo Absoluto.
Pero, insisto, no es una "experiencia", sino una no-experiencia, en la cual por no haber un "yo"-punto-de-referencia para la misma, la memoria no tiene forma de apresarla y volvera un "recuerdo" reproducible.
Todo lo que sea que diga son sólo palabras que jamás pueden transmitir la cosa real.
Esta vivencia cambió mi vida de un modo que jamás podría haber planeado.
(Otra vez contaré los detalles de la misma.)
No de manera abrupta ni espectacular como puede haberle sucedido a otros.
Sino que los "cimientos" de todo lo que hasta ese momento creía mi veradera identidad separada habían sido sacados de mi; y de ahí en más todas las demás nociones que acompañaban ese falso sentido de identidad iban a empezar a tornarse evidentes para la conciencia en su falta de realidad, de verdad.
Entoces supe, íntimamente, que no había nada que "hacer" para "llegar" a unirme con aquello de lo cual jamás me había seprarado.
No sólo eso, sino que no había realmente "nadie" que pudiera hacer ningún tipo de camino a ningún lado.
Más aún, "yo" no era, ni nadie ni nada era; sólo ESO es.
Entonces nada es necesario, ni nada hay que buscar.
Y todos no somos más que ESO único, manifestándose con una creatividad y diversidad infinitas.
Nada más hay.
¿Para qué la autoindagación?
Indagar abre en la conciencia una brecha en la corriente de las creencias que nos posibilite vernos, darnos cuenta, y darnos cuenta de que nada más es necesario; y son así removidos de la conciencia, del darse cuenta, todas aquellas creencias o mentiras que fabrican ese falso sentimiento de ser un "yo" separado de la Vida Una; "obstáculos" estos que, sin modificar el hecho de que ya soy ESO, en tanto no sean vistos como mentiras, van a mantener en mi como manifestación particular esa forma de sentirme.
Como decía K,"el primer paso es el último paso".
Sin esas creencias, lo que "queda" es la Vida, disfrutándo de ser "yo", "tú", la hierba, la mariposa y la estrella.
Sin ningún sentido de nada extraordinario ni espectacular.
Más bien natural, sin nada que perder ni nada que ganar, nunca más.
Richard Mesones.
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