El miedo, la ansiedad, o para el caso la emociòn que sea, nunca es un problema en si misma.
Es la respuesta de nuestro ser a un estìmulo.
El problema se sucede cuando somos incapaces de discernir si lo que sucita la emociòn es algo real o algo mental.
Cuando es algo real, entonces la emociòn es parte de la respuesta natural que lleva espontàneamente a una acciòn adecuada a esa circunstancia.
Cuando lo que sucita la emociòn es una creencia, una situaciòn planteada como conflictiva o inapropiada por nuestra mente, entonces la reacciòn emocional es una reacciòn a la comparaciòn que el cerebro hace de la situaciòn real con nuestra idea-creencia de como la realidad de lo que estamos atendiendo "deberìa" (segùn nuestra creencia) ser.
Asì, el cerebro queda atrapado en ese estado emocional, y el mismo se mantiene màs o menos inalterable en la misma medida en que nuestra creencia respecto de la realidad no cambie.
La esencia de la mente es la libertad respecto de toda condiciòn, sin excepciones.
Cuando nosotros asumimos que necesitamos que tal cosa, persona, o aspecto de la existencia sea de tal modo (X) para poder ser libres, en ese mismo instante se crean en nosotros el conflicto, el sentimiento de separaciòn de la realidad tal cual esta està siendo, la sensaciòn de carencia o incompletitud, el temor o recelo respecto de la realidad, el deseo compensatorio, la bùsqueda del objeto "necesitado", y el consiguiente sufrimiento que toda esta falta de comuniòn con la vida conlleva.
Cuando esta misma "necesidad" es percibida como lo que es, una falsa creencia respecto de nosotros mismos en relaciòn a (X), entonces los sentimientos y emociones que dicha creencia sucitaba en nuestro cuerpo-mente cesan de ser, espontàneamente y sin esfuerzo alguno de nuestra parte.
Es necesario por tanto, mirando ese aspecto de la realidad que nos produce malestar, sufrimiento, tensiòn o desasosiego, preguntarnos con absoluta franqueza, què necesitarìamos que fuese distinto de còmo es para poder sentirnos libres.
¿Què es lo que mi mente, mi cerebro cree que deberìa ser distinto para poder ser/sentirme libre?
¿Para poder ser, florecer, libre de toda condiciòn, siendo yo mismo a cada instante?
Una vez encontrada la respuesta, formulada hasta en sus màs mìnimos, caprichosos y absurdos detalles, y preferentemente puesta por escrito en un papel, de modo que pueda repasarla, fraccionarla, y volver a la misma cada vez que sea necesario, entonces ha llegado el momento de indagar respecto de su veracidad en lo que a mi respecta.
O sea, de contrastarla con mi sentir libre de dicha suposiciòn, para poder ver por mi mismo y para mi mismo, si lo que dicha creencia afirma, es real para mi o no, si es mi verdadero sentir o no, o si es tan sòlo algo que equivocada-mente he asumido sobre mi, pero que en realidad no es asì.
Ya formulada la afirmaciòn "necesito que X tal cosa para poder ser libre", entonces la convierto en una pregunta,
¿Necesito que X tal cosa para poder ser libre?; luego me lo pregunto al revès,
¿O no me siento libre por pensar que "necesito que X tal cosa "?. Seguidamente averiguar,
Pensar que "necesito que X tal cosa para ser libre", ¿no es esclavizante?, ¿no es un sufrimiento?; y luego,
Y sin la idea de que "necesito que X tal cosa para poder ser libre", ¿què sucede?, ¿còmo me siento?.
Asì, preguntàndome verdaderamente, sin suponer que sè la respuesta de antemano, sin asumir que "ya lo entendì", sintièndo lo que realmente siente mi ser en respuesta a cada interrogante que me he planteado, es que puedo apreciar por mi mismo lo que es verdad para mi, en este momento, en relaciòn a esa supuesta "necesidad" sobre la que me he cuestionado.
Es entonces que puedo decir/me claramente y en voz alta que,
Entonces la verdad para mi en este momento es que: No necesito ___________ para ser libre.
Y repetir este mismo indagar cada vez que sea necesario, cada vez que el viejo hàbito mental de la falsa creencia vuelva a surgir, y yo me vuelva a sentir tenso, incòmodo, con malestar o padeciendo cualquier forma de sufrimiento, la cual es una alarma, que me indica que necesito indagar en mis creencias respecto de lo que siento sufrimiento o incomodidad.
Hasta que la mentira es vista tantas veces por el cerebro, y el hàbito de la creencia està tan desgastado, que ya no surge màs, pues apenas el cerebro ve aparecer el pensamiento, ya no lo toma, no lo agarra como valedero.
Asì, aunque el pensamiento aparezca, al no ser creìdo, no genera ningùn movimiento emocional en uno, ninguna perturbaciòn, ningùna tensiòn mental màs.
Se es entonces libre, como siempre se ha sido.
Sòlo que ahora dicha libertad es vivida, saboreada concientemente, sin que ninguna creencia pueda distraernos de ella.
Y si el sufrimiento apareciera nuevamente, bienvenido!
Es la señal de nuestra inteligencia interior para llamarnos a indagar sobre alguna creencia limitante, condicionante, para el bien de nuestra libertad.
Richard Mesones.
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