Sòlo la autoindagaciòn propicia el verdadero autoconocimiento.
Autoconocimiento que no es tratar de definirse, de conformarse a una imàgen mental o psicològica sobre un personaje llamado "yo" con el cual consentimos identificarnos.
Muy por el contrario, autoconocimiento es indagar en todas aquellas creencias, ideas o pensamientos limitantes que nos condicionan y no nos permiten responder al reto del vivir de un modo creativo; que no nos dejan vivir libres, ìntegra y gozosamente.
El autoconocimiento no es, como algunos pueden pensar, crecimiento o mejoramiento personal.
Ello es tan sòlo un cambiar el decorado de la càrcel, agrandarla, ponerle banderolas, pero seguir presos del sentimiento de carencia e inadecuaciòn frente al fluìr de la vida.
La fuerte y convincente idea de "mejoramiento constante y progresivo", al no ser cuestionada, no nos deja darnos cuenta de que todo movimiento gradual es siempre dentro de los lìmites de lo mismo, de lo conocido, del pasado condicionante.
Nunca es un corte abrùpto con aquello que nos sigue, màs evidente o màs solapadamente, coartando el saborear la absoluta libertad respecto de todo condicionamiento, respecto de toda condiciòn-para-ser.
El autoconocimiento no es, como muchos creen, acumular conocimiento respecto de lo vivido por uno y en base a eso hacer una imàgen, un ìdolo mental ideal sobre nosotros mismos, y dedicarse el resto de la vida a vivir bajo el peso de dicha imàgen.
Es màs bien ver la falsedad de todo creencia condicionante sobre nosotros mismos, y asì quedar libres del influjo de dichas crencias.
El autoconocimiento no es tratar de encontrar un "estado de permanente... lo que sea".
Por el contrario, cuando es visto claramente que no necesito "seguridad permanente", o "aceptaciòn permanente", o "control permanente", o "sentimiento de unidad permanente", o "sentirme especial de manera permanente", o lo que sea que uno crea necesitar, entonces se es libre para vivir, para ser en medio de lo que cambia constantemente, sin que lo que cambia me cambie, sin que ello modifique mi conciencia.
Autoconocimiento es darse cuenta de que uno no es ningùn estado en particular, por màs placentero o "elevado" que el mismo se nos antoje.
Autoconocimiento es darse cuenta de ser eso que no es un estado, en cuya seidad los estados acontecen en constante e ininterrumpida sucesiòn.
Darse cuenta de ser esa "ausencia" en la cual la presencia en sucesiòn de innumerables estados tiene lugar.
Somos el ES, siendo.
Ahora asì, al momento siguiente asà.
Indefinible.
No enmarcable dentro de ningùn tipo de condiciones exclusivas.
Inaprensible, inclasificable.
Autoconocimiento es darse cuenta de ser esto incalificable.
Y la autoindagaciòn es la ùnica forma de des-hacernos de todo este condicionamiento adquirido, que por ignorancia de nuestra naturaleza ilimitada, hemos asumido.
Autoconocimiento es libertad, y la autoindagaciòn es la puerta abierta a èsta libertad.
R.
sábado, 17 de julio de 2010
viernes, 16 de julio de 2010
¿Realmente quiere que la carencia llegue a su fin? Entonces pregùntese profundamente, cuestiònese profundamente:
.
¿Hay algo en esta vida que realmente dependa de mi?
¿Hay algo en esta vida que realmente pueda ser llamado mìo?
¿Hay algo permanente en esta vida?
¿O lo ùnico permanente es la vida?
¿Què necesita el ser para ser?
¿Què necesita el ser humano para ser humano?
¿Y sin la idea de que necesito que algo permanezca...?
¿Quièn dijo que habìa que hacer o buscar o tratar de cambiar o de tornar permanente o de asegurarse algo?
¿QUIÈN DIJO?!!!
Y si alguien lo dijo, ¿quièn carajo le dijo a èse imbècil semejante estupidez?!
Èsto es la vida, y la vida es èsto; ¿què es lo que hay que entender?
¿Què es lo que necesita ser entendido o explicado?
Los gatos no tienen cinco patas.
PUNTO.
Los huevos no tienen pelos.
PUNTO.
No hay algo permanente; lo permanente no existe.
PUNTO.
¿Què hay, què es entonces esto?
Nunca lo sabrà; jamàs podrà definirlo.
Lo ùnico posible es vivirlo, vivenciarlo, pero sin jamàs poder "conocerlo".
Èsto, que no es distinto de usted.
Tal vez se pregunte, ¿pero y què pasa con la bùsqueda, con dios, con la iluminaciòn, o con lo que sea que usted persiga?
La bùsqueda, es usted, pensando "bùsqueda"; y nada màs.
La bùsqueda de dios, es usted pensando la palabra "dios".
La bùsqueda de la iluminaciòn, de la liberaciòn, de la realizaciòn del si-mismo, de lo absoluto, es usted, otra vez usted pensando palabras: "iluminaciòn", "liberaciòn", "realizaciòn del sì-mismo", "lo absoluto", "comprender", "llegar a darse cuenta", "felicidad", etc, etc, etc.
Aparte de usted pensando "dios", ¿dònde se encuentra "dios" si usted no piensa en ello?
Todo lo que està sucediendo, es nada.
Es usted, alucinando.
Alucinando que las palabras que disparan imaginaciones en el cerebro, son objetos reales que se encuentran en algùn lado, y que tengo y puedo hacer algo para encontrarles.
Y que una vez que les encuentre, toda mi vida va a cambiar y sòlo voy a sentir placer, sin siquiera una sola gota o momento de dolor, a lo cual llamamos habitualmente felicidad.
De por mientras, habito en la ya conocida miseria de èsta mediocridad, la mediocridad de "haber sido" y el dolor de "ya no ser".
Sin jamàs preguntarme, cuestionarme, sino serà èsa misma bùsqueda de algo que no es, lo que genera èsta miseria, èste sentimiento casi constante de carencia, de incompletitud interior en el que existo.
"Felicidad".
Esto tambièn soy yo pensando: "felicidad".
"Iluminaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando: "iluminaciòn".
"DIOS!!!"
Esto tambièn soy yo pensando: "dios".
¿Hay algùn otro "dios" en algùn lado que no sea en mi pensamiento?
"La multiplicidad en la Unidad".
Esto tambièn es un pensamiento.
"Liberaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando..., mientras otro minuto de distracciòn, de inatenciòn, de desconecciòn, de vida mal vivida ha transcurrido.
Otro minuto màs de desamor respecto de lo real, del vivir, èste vivir que no vuelve atràs...
Otro minuto màs sin ver el rostro del ser junto a mi, ni los pàjaros en la calle, ni los àrboles, ni la mugre, ni nada...
Porque estoy alucinando con algo que no existe, y mi vida, mi atenciòn, mi conciencia, mi sensibilidad, se ha marchado volando de mi vida, de èsto que es la vida sucediendo acà, tràs una fantasìa de "màs allà", sobre "mañana", o "despuès", o "màs adelante", o "lo que antes fuè".
Una fantasìa sobre lo que no es.
Pues no ES.
Por èso es que necesito de imaginàrmelo, de pensar sobre ello.
Pues si dejo de pensarlo, se cae de maduro que no es.
Toda la angustia, toda la miseria, toda la tristeza, el aislamiento y el enajenamiento proceden de perseguir una meta que no existe, tal cual lo señalara el amigo U.G.
De tratar de "devenir".
De tratar de "ser como".
De intentar "lograr", "alcanzar", "llegar a".
De intentar entender, y controlar, y encausar, y dirigir, y asegurar..., en vez de vivir.
¡¿Còmo no sentirnos entonces separados del fluìr de la vida una?!
¡¿Del fluìr de la vida tal cual la vida a cada instante ES?!
"Purificaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando "purificaciòn"...
"Trabajo interior", "meditaciòn"...
Esto tambièn pensando: "trabajo interior", "meditaciòn"...
"Fulano deberìa cambiar, no ser asì, ser distinto"
¡¿Hay algùn otro èl/ella en algùn otro lugar que no sea en mi pensamiento?!
"Mengana no deberìa cambiar".
¡¿Hay alguna otra ella en algùn otro lugar que no sea en mi pensamiento?!
"La vida no deberìa ser asì".
¡¿Hay en èste momento alguna otra vida en algùn otro lugar que no sea en el pensamiento?!
"Silencio"...
Esto tambièn soy yo pensando: "silencio"...
Y "yo", tambièn es un pensamiento...
...
¿Què queda entonces?
Nada.
Esto.
Lo ùnico que ES.
La Vida siendo.
La Vida dàndose cuenta de si misma, no atravès de nada externo a si misma pues nada màs hay, sino por si misma.
La Vida Una siendo, aparentemente sucediendo, a travès de infinitas apariencias, de infinitas formas-de-ser, llamadas "usted", "yo", "todas las cosas".
Nada màs.
O lo que es lo mismo: "usted" no ES.
Sòlo la VIDA es.
R.
¿Hay algo en esta vida que realmente dependa de mi?
¿Hay algo en esta vida que realmente pueda ser llamado mìo?
¿Hay algo permanente en esta vida?
¿O lo ùnico permanente es la vida?
¿Què necesita el ser para ser?
¿Què necesita el ser humano para ser humano?
¿Y sin la idea de que necesito que algo permanezca...?
¿Quièn dijo que habìa que hacer o buscar o tratar de cambiar o de tornar permanente o de asegurarse algo?
¿QUIÈN DIJO?!!!
Y si alguien lo dijo, ¿quièn carajo le dijo a èse imbècil semejante estupidez?!
Èsto es la vida, y la vida es èsto; ¿què es lo que hay que entender?
¿Què es lo que necesita ser entendido o explicado?
Los gatos no tienen cinco patas.
PUNTO.
Los huevos no tienen pelos.
PUNTO.
No hay algo permanente; lo permanente no existe.
PUNTO.
¿Què hay, què es entonces esto?
Nunca lo sabrà; jamàs podrà definirlo.
Lo ùnico posible es vivirlo, vivenciarlo, pero sin jamàs poder "conocerlo".
Èsto, que no es distinto de usted.
Tal vez se pregunte, ¿pero y què pasa con la bùsqueda, con dios, con la iluminaciòn, o con lo que sea que usted persiga?
La bùsqueda, es usted, pensando "bùsqueda"; y nada màs.
La bùsqueda de dios, es usted pensando la palabra "dios".
La bùsqueda de la iluminaciòn, de la liberaciòn, de la realizaciòn del si-mismo, de lo absoluto, es usted, otra vez usted pensando palabras: "iluminaciòn", "liberaciòn", "realizaciòn del sì-mismo", "lo absoluto", "comprender", "llegar a darse cuenta", "felicidad", etc, etc, etc.
Aparte de usted pensando "dios", ¿dònde se encuentra "dios" si usted no piensa en ello?
Todo lo que està sucediendo, es nada.
Es usted, alucinando.
Alucinando que las palabras que disparan imaginaciones en el cerebro, son objetos reales que se encuentran en algùn lado, y que tengo y puedo hacer algo para encontrarles.
Y que una vez que les encuentre, toda mi vida va a cambiar y sòlo voy a sentir placer, sin siquiera una sola gota o momento de dolor, a lo cual llamamos habitualmente felicidad.
De por mientras, habito en la ya conocida miseria de èsta mediocridad, la mediocridad de "haber sido" y el dolor de "ya no ser".
Sin jamàs preguntarme, cuestionarme, sino serà èsa misma bùsqueda de algo que no es, lo que genera èsta miseria, èste sentimiento casi constante de carencia, de incompletitud interior en el que existo.
"Felicidad".
Esto tambièn soy yo pensando: "felicidad".
"Iluminaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando: "iluminaciòn".
"DIOS!!!"
Esto tambièn soy yo pensando: "dios".
¿Hay algùn otro "dios" en algùn lado que no sea en mi pensamiento?
"La multiplicidad en la Unidad".
Esto tambièn es un pensamiento.
"Liberaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando..., mientras otro minuto de distracciòn, de inatenciòn, de desconecciòn, de vida mal vivida ha transcurrido.
Otro minuto màs de desamor respecto de lo real, del vivir, èste vivir que no vuelve atràs...
Otro minuto màs sin ver el rostro del ser junto a mi, ni los pàjaros en la calle, ni los àrboles, ni la mugre, ni nada...
Porque estoy alucinando con algo que no existe, y mi vida, mi atenciòn, mi conciencia, mi sensibilidad, se ha marchado volando de mi vida, de èsto que es la vida sucediendo acà, tràs una fantasìa de "màs allà", sobre "mañana", o "despuès", o "màs adelante", o "lo que antes fuè".
Una fantasìa sobre lo que no es.
Pues no ES.
Por èso es que necesito de imaginàrmelo, de pensar sobre ello.
Pues si dejo de pensarlo, se cae de maduro que no es.
Toda la angustia, toda la miseria, toda la tristeza, el aislamiento y el enajenamiento proceden de perseguir una meta que no existe, tal cual lo señalara el amigo U.G.
De tratar de "devenir".
De tratar de "ser como".
De intentar "lograr", "alcanzar", "llegar a".
De intentar entender, y controlar, y encausar, y dirigir, y asegurar..., en vez de vivir.
¡¿Còmo no sentirnos entonces separados del fluìr de la vida una?!
¡¿Del fluìr de la vida tal cual la vida a cada instante ES?!
"Purificaciòn".
Esto tambièn soy yo pensando "purificaciòn"...
"Trabajo interior", "meditaciòn"...
Esto tambièn pensando: "trabajo interior", "meditaciòn"...
"Fulano deberìa cambiar, no ser asì, ser distinto"
¡¿Hay algùn otro èl/ella en algùn otro lugar que no sea en mi pensamiento?!
"Mengana no deberìa cambiar".
¡¿Hay alguna otra ella en algùn otro lugar que no sea en mi pensamiento?!
"La vida no deberìa ser asì".
¡¿Hay en èste momento alguna otra vida en algùn otro lugar que no sea en el pensamiento?!
"Silencio"...
Esto tambièn soy yo pensando: "silencio"...
Y "yo", tambièn es un pensamiento...
...
¿Què queda entonces?
Nada.
Esto.
Lo ùnico que ES.
La Vida siendo.
La Vida dàndose cuenta de si misma, no atravès de nada externo a si misma pues nada màs hay, sino por si misma.
La Vida Una siendo, aparentemente sucediendo, a travès de infinitas apariencias, de infinitas formas-de-ser, llamadas "usted", "yo", "todas las cosas".
Nada màs.
O lo que es lo mismo: "usted" no ES.
Sòlo la VIDA es.
R.
jueves, 15 de julio de 2010
Indagar, es agarrar y soltar a ver què pasa.
Tan simple como eso.
Es agarrar mi atenciòn a un pensamiento o idea y ver como me siento, y luego soltarlo y ver como me siento.
Y esto hacerlo tantas veces como sea necesario como para poder darme cuenta con toda la claridad posible, si èste tal pensamiento es la expresiòn de mi verdadero sentir, de lo que mi naturaleza real reclama de mi en èste momento, o si no lo es, si en cambio me falsifica.
Pues lo natural no conlleva ningùn tipo de esfuerzo ni tensiòn, no genera sufrimiento.
Lo que no me es propio si.
Asì de simple, y asì de fàcil.
En este sentido, el mejor aliado de que dispongo es el divino descontento.
Descontento que no es inconformidad, sino mi mismo interior dicièndome que hay algo que he asumido, algo en lo cual estoy enganchado, agarrado, que realmente no va con lo que soy, que no es mìo y que asì no estoy siendo yo, y que por tanto, engancharme con esa lìnea de pensamiento y acciòn, inhibe y seguirà inhibiendo en mi el natural fluìr del contento, del bienestar vital que es mi-nuestro clima interior natural.
¿Hasta dònde llegar con esta indagaciòn?
Hasta donde el descontento me lleve, pues èste es insobornable, infatigable, y no cesarà hasta no hacerme "regresar" a casa, al hogar, allì dònde se puede ser en paz, y el perfume del afecto y la dicha son el aire que se respira de manera absolùtamente natural.
Hogar es allì dònde no hay màs nada que anhelar, màs nada que esperar, màs nada que desear, pues hay completitud.
Es cuando el existir es un presente, con lo que sea que èste traiga, y sòlo el abrazar la vida es la ùnica respuesta posible.
Creer necesitar de que tal o cual cosa permanezca asì o asà, es lo que hace que uno se sienta como un "yo", incompleto, separado de la vida como totalidad.
Darse cuenta de que ello no es asì, es experimentarse como conciencia, como ser, como yo-soy-dad pura, còmo manifestaciòn particular de la Vida.
Darse cuenta de no necesitar que esta conciencia permanezca, èsto es saberse lo Absoluto, sin atributos, el No-ser inmanifiesto; Nirguna.
Es "volver" definitivamente a estar en casa, sin posibilidad alguna de duda.
Pero nadie es dueño de decidir cuando y hasta què profundidad indagar.
El descontento es el llamado; la propia naturaleza original sin condiciones es el llamador.
De nosotros depende el escuchar el llamado o el hacernos los que no lo oìmos.
Usted es lo Absoluto, y saberse lo Absoluto, es su ùnico y verdadero hogar.
R.
Es agarrar mi atenciòn a un pensamiento o idea y ver como me siento, y luego soltarlo y ver como me siento.
Y esto hacerlo tantas veces como sea necesario como para poder darme cuenta con toda la claridad posible, si èste tal pensamiento es la expresiòn de mi verdadero sentir, de lo que mi naturaleza real reclama de mi en èste momento, o si no lo es, si en cambio me falsifica.
Pues lo natural no conlleva ningùn tipo de esfuerzo ni tensiòn, no genera sufrimiento.
Lo que no me es propio si.
Asì de simple, y asì de fàcil.
En este sentido, el mejor aliado de que dispongo es el divino descontento.
Descontento que no es inconformidad, sino mi mismo interior dicièndome que hay algo que he asumido, algo en lo cual estoy enganchado, agarrado, que realmente no va con lo que soy, que no es mìo y que asì no estoy siendo yo, y que por tanto, engancharme con esa lìnea de pensamiento y acciòn, inhibe y seguirà inhibiendo en mi el natural fluìr del contento, del bienestar vital que es mi-nuestro clima interior natural.
¿Hasta dònde llegar con esta indagaciòn?
Hasta donde el descontento me lleve, pues èste es insobornable, infatigable, y no cesarà hasta no hacerme "regresar" a casa, al hogar, allì dònde se puede ser en paz, y el perfume del afecto y la dicha son el aire que se respira de manera absolùtamente natural.
Hogar es allì dònde no hay màs nada que anhelar, màs nada que esperar, màs nada que desear, pues hay completitud.
Es cuando el existir es un presente, con lo que sea que èste traiga, y sòlo el abrazar la vida es la ùnica respuesta posible.
Creer necesitar de que tal o cual cosa permanezca asì o asà, es lo que hace que uno se sienta como un "yo", incompleto, separado de la vida como totalidad.
Darse cuenta de que ello no es asì, es experimentarse como conciencia, como ser, como yo-soy-dad pura, còmo manifestaciòn particular de la Vida.
Darse cuenta de no necesitar que esta conciencia permanezca, èsto es saberse lo Absoluto, sin atributos, el No-ser inmanifiesto; Nirguna.
Es "volver" definitivamente a estar en casa, sin posibilidad alguna de duda.
Pero nadie es dueño de decidir cuando y hasta què profundidad indagar.
El descontento es el llamado; la propia naturaleza original sin condiciones es el llamador.
De nosotros depende el escuchar el llamado o el hacernos los que no lo oìmos.
Usted es lo Absoluto, y saberse lo Absoluto, es su ùnico y verdadero hogar.
R.
domingo, 11 de julio de 2010
Saber vivir un dìa siendo simplemente un ser humano.
.
Si se sabe vivir un dìa, se sabe vivir.
Pues la vida sòlo es, ha sido, y serà siempre, un dìa a la vez.
Siempre.
Un dìa, y nada màs.
Despertar, respirar otra vez, aspirar, y el despertarse de la vida, de las ganas de abrazar, de tocar, de ver, de oir, de gustar, de oler, de sentir, de andar, de mirar, de dar-se ...
Andar, transitar, comer, saludar, escuchar, responder, trabajar, leer, detenerse, dejar pasar, insinuar, decir no, seguir, visitar, transpirar, cansarse, y sentarse a descarsar, asolearse, o mojarse en la lluvia, o sentir el viento en la cara, o el frìo en los huesos...
Tomar, dejar, retener, soltar, consolar, sonreir, reir, rugir, callar...
Ver atardecer, y suspirar, y sentir que toda la vida es poca, sentir la existencia como un rìo fluìr y andar, indetenible...
Y aquietarse, y detenerse, y recojerse, y encontrarse, y desnudarse, y hacer o dejarse hacer, y derrochar sin mezquindad, y cansarse, y celebrar...
Cenar, saborear, paladear, y salir afuera, y ver las estrellas inalcanzables titilar, hasta sentir el llamado del sueño llegar, venir, comenzar... esa fuerza que desde dentro de la conciencia te ha de llevar màs allà de los confines de lo conocido...
Entonces sonreir, ver alrededor, y apreciar, y desde el corazòn agradecer...
Y entregarse a morir... o a dormir, que es un pequeño morir que nos prepara para la entrega final...
Vivir un sòlo dìa, como un simple ser humano, sin menos y sin màs.
Sin exigencia, sin pretensiòn, sin imposiciòn, sin delirios de omnipotencia, ni de director de orquesta, ni de iluminado o salvador.
Ser nada, ser nadie.
Sin nada màs.
Puès, ¿què necesita el ser humano para ser humano?
Nada, claro està.
¿Y quièn dijo que deberìamos ser otra cosa màs?
¿Quièn puede saber màs que la fuerza milagrosa que nos puso acà y que puso y sostiene en su lugar todo lo que es?
¿Acaso si lo absoluto hubiese querido ser de otro modo en mi lugar, no lo serìa?
¿Acaso hay alguien que no sea la vida que ha querido ser asì?
¿Si la Vida, que es lo Absoluto, ha querido ser humano, por què el humano "deberìa" querer ser "algo màs"?
¿Hay "algo màs" que lo Absoluto?
¿Por què no se siente uno en comuniòn con la totalidad?
¿Por què uno no se siente ser la vida una siendo uno?
Porque siendo uno lo que es, tal cual es (que es lo absoluto manifestàndose asì), se està queriendo todo el tiempo ser otra cosa, ser otro, estar siendo en "otro" lugar.
Vivir la vida, un dìa a la vez, siendo simplemente un ser humano, ¡què maravillosa e irrepetible oportunidad!
R.
Si se sabe vivir un dìa, se sabe vivir.
Pues la vida sòlo es, ha sido, y serà siempre, un dìa a la vez.
Siempre.
Un dìa, y nada màs.
Despertar, respirar otra vez, aspirar, y el despertarse de la vida, de las ganas de abrazar, de tocar, de ver, de oir, de gustar, de oler, de sentir, de andar, de mirar, de dar-se ...
Andar, transitar, comer, saludar, escuchar, responder, trabajar, leer, detenerse, dejar pasar, insinuar, decir no, seguir, visitar, transpirar, cansarse, y sentarse a descarsar, asolearse, o mojarse en la lluvia, o sentir el viento en la cara, o el frìo en los huesos...
Tomar, dejar, retener, soltar, consolar, sonreir, reir, rugir, callar...
Ver atardecer, y suspirar, y sentir que toda la vida es poca, sentir la existencia como un rìo fluìr y andar, indetenible...
Y aquietarse, y detenerse, y recojerse, y encontrarse, y desnudarse, y hacer o dejarse hacer, y derrochar sin mezquindad, y cansarse, y celebrar...
Cenar, saborear, paladear, y salir afuera, y ver las estrellas inalcanzables titilar, hasta sentir el llamado del sueño llegar, venir, comenzar... esa fuerza que desde dentro de la conciencia te ha de llevar màs allà de los confines de lo conocido...
Entonces sonreir, ver alrededor, y apreciar, y desde el corazòn agradecer...
Y entregarse a morir... o a dormir, que es un pequeño morir que nos prepara para la entrega final...
Vivir un sòlo dìa, como un simple ser humano, sin menos y sin màs.
Sin exigencia, sin pretensiòn, sin imposiciòn, sin delirios de omnipotencia, ni de director de orquesta, ni de iluminado o salvador.
Ser nada, ser nadie.
Sin nada màs.
Puès, ¿què necesita el ser humano para ser humano?
Nada, claro està.
¿Y quièn dijo que deberìamos ser otra cosa màs?
¿Quièn puede saber màs que la fuerza milagrosa que nos puso acà y que puso y sostiene en su lugar todo lo que es?
¿Acaso si lo absoluto hubiese querido ser de otro modo en mi lugar, no lo serìa?
¿Acaso hay alguien que no sea la vida que ha querido ser asì?
¿Si la Vida, que es lo Absoluto, ha querido ser humano, por què el humano "deberìa" querer ser "algo màs"?
¿Hay "algo màs" que lo Absoluto?
¿Por què no se siente uno en comuniòn con la totalidad?
¿Por què uno no se siente ser la vida una siendo uno?
Porque siendo uno lo que es, tal cual es (que es lo absoluto manifestàndose asì), se està queriendo todo el tiempo ser otra cosa, ser otro, estar siendo en "otro" lugar.
Vivir la vida, un dìa a la vez, siendo simplemente un ser humano, ¡què maravillosa e irrepetible oportunidad!
R.
sábado, 10 de julio de 2010
El flujo de lo divino.
-
La vida es el flujo de lo divino, siempre.
El flujo de lo divino, dàndose cuenta de serlo, o no dàndose cuenta de serlo, pero igualmente sièndolo.
Creer que hay que hacer algo o recorrer algùn tipo de camino para "llegar" a lo divino, es-en-si el no darse cuenta de serlo.
Seguir creyèndolo es lo que sigue impidièndome darme cuenta de serlo.
No importa cuanto una creencia, filosofìa o dogma parezca "acercarme" a ello.
Sentirse MUY cerca, es aùn, sentirse SEPARADO.
¿De dònde procede entonces este sentimiento de separaciòn respecto de lo divino, este conflicto, esta constante inseguridad y sufrimiento, este aislamiento respecto de la vida como totalidad?
Procede, inequìvocamente, de una conciencia que jamàs reposa en si misma, sino que està todo el tiempo pendiente de todo lo que es externo a su particularidad de ser, a su particular ser.
Una conciencia que no se ocupa de lo que es asunto suyo por estar constantemente preocupada por lo que no es asunto suyo.
Asì se va por la vida, distraìdo de la vida misma, de lo que la vida demanda de mi a travès de mi propìo sentir.
Distraìdo, inconcientemente "separado" de la vida que es en mi, la vida que soy.
Se vive todo el tiempo como si se estuviera en otra parte, nunca en donde estoy.
Como si fuera otro, no el que soy.
Como si dependieran de mi cosas que jamàs han dependido de mi, y como si las que dependen de mi no fuesen dignas del suficiente interès.
Se vive "desconectado" de si mismo.
"Fuera" del propio centro, de esa centralidad sin punto ni circunferencia externa.
De espaldas a la sensibilidad del puro ser, de espaldas al propio latir de la vida en mi.
En nombre de tal o cual cosa, persona o ideal, lo mismo da.
El HECHO real es que no estoy viviendo una vida verdadera.
Estoy haciendo de cuenta que no siento como siento, y que siento de un modo que no lo hago.
Entonces asì haciendo, por màs buena intenciòn que ponga en lo que sea, lo que doy no es real, no es autèntico, no procede del corazòn, de mi SENTIR real.
Y por tanto tampoco puede tocar, mover, lo real en los demàs.
Èstas son las cosecuencias de no vivir mi vida, por tratar de arreglar, de "solucionar" la vida de los demàs.
Las consecuencias de no ocuparme de lo que es asunto mìo por vivir preocupado en lo que no es asunto mìo.
En un vivir asì no hay jamàs PAZ.
Hay tensiòn, mal-estar, desgaste, desvitalizaciòn, conflicto, excentricidad, desconecciòn, aislamiento, agotamiento, insensibilidad, e inseguridad.
Inseguridad inevitable, pues se vive con la atenciòn prendida de aquellos elementos que son justamente, los que no dependen del propio hacer, del propio vivir.
¿Còmo no sentirse inseguro y constantemente amenazado, cuando nuestra sensibilidad "viaja" aferrada todo el tiempo, a elementos en constante cambio, cuya suerte està màs allà de cualquier cosa que yo pueda o no pueda hacer respecto de ellos?
En un vivir asì es imposible no sentirse como una marioneta a merced de las circunstancias del acontecer en torno nuestro, o en torno de aquellos sobre los cuales gravita nuestra atenciòn.
La PAZ que tanto anhelamos, no es posible sino vivimos en PAZ con nosotros mismos.
Y vivir en PAZ con nostros mismos sòlo es posible cuando vivimos ocupàndonos de lo que es asunto nuestro, sin dejarnos enganchar por lo que no es asunto nuestro.
PAZ, sin conflicto, es la màs perfecta seguridad, y es estar dando lo mejor de uno al mundo y a los que nos rodean, pues es estar viviendo y dando desde el corazòn, y estar compartiendo en PAZ, compartiendo PAZ.
Es vivir siendo en comuniòn, en constante concordancia con el latir del corazòn de la vida en mi.
Y en ese vivir hay lucidez, y darse cuenta de que todo, TODO, es el flujo de lo divino.
R.
La vida es el flujo de lo divino, siempre.
El flujo de lo divino, dàndose cuenta de serlo, o no dàndose cuenta de serlo, pero igualmente sièndolo.
Creer que hay que hacer algo o recorrer algùn tipo de camino para "llegar" a lo divino, es-en-si el no darse cuenta de serlo.
Seguir creyèndolo es lo que sigue impidièndome darme cuenta de serlo.
No importa cuanto una creencia, filosofìa o dogma parezca "acercarme" a ello.
Sentirse MUY cerca, es aùn, sentirse SEPARADO.
¿De dònde procede entonces este sentimiento de separaciòn respecto de lo divino, este conflicto, esta constante inseguridad y sufrimiento, este aislamiento respecto de la vida como totalidad?
Procede, inequìvocamente, de una conciencia que jamàs reposa en si misma, sino que està todo el tiempo pendiente de todo lo que es externo a su particularidad de ser, a su particular ser.
Una conciencia que no se ocupa de lo que es asunto suyo por estar constantemente preocupada por lo que no es asunto suyo.
Asì se va por la vida, distraìdo de la vida misma, de lo que la vida demanda de mi a travès de mi propìo sentir.
Distraìdo, inconcientemente "separado" de la vida que es en mi, la vida que soy.
Se vive todo el tiempo como si se estuviera en otra parte, nunca en donde estoy.
Como si fuera otro, no el que soy.
Como si dependieran de mi cosas que jamàs han dependido de mi, y como si las que dependen de mi no fuesen dignas del suficiente interès.
Se vive "desconectado" de si mismo.
"Fuera" del propio centro, de esa centralidad sin punto ni circunferencia externa.
De espaldas a la sensibilidad del puro ser, de espaldas al propio latir de la vida en mi.
En nombre de tal o cual cosa, persona o ideal, lo mismo da.
El HECHO real es que no estoy viviendo una vida verdadera.
Estoy haciendo de cuenta que no siento como siento, y que siento de un modo que no lo hago.
Entonces asì haciendo, por màs buena intenciòn que ponga en lo que sea, lo que doy no es real, no es autèntico, no procede del corazòn, de mi SENTIR real.
Y por tanto tampoco puede tocar, mover, lo real en los demàs.
Èstas son las cosecuencias de no vivir mi vida, por tratar de arreglar, de "solucionar" la vida de los demàs.
Las consecuencias de no ocuparme de lo que es asunto mìo por vivir preocupado en lo que no es asunto mìo.
En un vivir asì no hay jamàs PAZ.
Hay tensiòn, mal-estar, desgaste, desvitalizaciòn, conflicto, excentricidad, desconecciòn, aislamiento, agotamiento, insensibilidad, e inseguridad.
Inseguridad inevitable, pues se vive con la atenciòn prendida de aquellos elementos que son justamente, los que no dependen del propio hacer, del propio vivir.
¿Còmo no sentirse inseguro y constantemente amenazado, cuando nuestra sensibilidad "viaja" aferrada todo el tiempo, a elementos en constante cambio, cuya suerte està màs allà de cualquier cosa que yo pueda o no pueda hacer respecto de ellos?
En un vivir asì es imposible no sentirse como una marioneta a merced de las circunstancias del acontecer en torno nuestro, o en torno de aquellos sobre los cuales gravita nuestra atenciòn.
La PAZ que tanto anhelamos, no es posible sino vivimos en PAZ con nosotros mismos.
Y vivir en PAZ con nostros mismos sòlo es posible cuando vivimos ocupàndonos de lo que es asunto nuestro, sin dejarnos enganchar por lo que no es asunto nuestro.
PAZ, sin conflicto, es la màs perfecta seguridad, y es estar dando lo mejor de uno al mundo y a los que nos rodean, pues es estar viviendo y dando desde el corazòn, y estar compartiendo en PAZ, compartiendo PAZ.
Es vivir siendo en comuniòn, en constante concordancia con el latir del corazòn de la vida en mi.
Y en ese vivir hay lucidez, y darse cuenta de que todo, TODO, es el flujo de lo divino.
R.
jueves, 8 de julio de 2010
Lo que usted es - la ùltima medicina -
.
Usted no es un estado.
Usted no es ninguno de los cambios que usted experimenta o percibe en usted.
Usted no es una condiciòn particular, un estado en particular.
Por eso es por lo que el tratar de aferrarse a un estado como fuente de bienestar y plenitud es una pèrdida de tiempo y energìa.
Primero, porque ningùn estado en particular le puede contener a usted en toda su incondicionada inmensidad.
Y segundo, porque ningùn estado es permanente, por lo cual, aùn el estado màs exaltado que usted lograra experimentar, està indefectìblemente condenado a cambiar, a dejar de ser, a terminar.
Usted es un no-estado.
Usted es esa espaciosidad sensible, en la cual los estados se suceden, en interminable e indetenible procesiòn.
Y si usted piensa que porque se encuentra en un estado calificado por usted de negativo, entonces debe tratar de alcanzar un estado positivo para salir de ello, està en un error.
Es màs, està en el mismo error que lo llevò a estar donde està.
Sigue subido en la misma calecita.
Es el aferrarse, el identificarse, el apegarse a un estado en particular, resistièndo asì al fluìr incesante de los estados, lo que hace que uno sufra por la ausencia de èse estado en particular con el cual se està mentalmente identificado.
Y todos sus esfuerzos por cambiar, o por no cambiar, son exàctamente lo mismo: resistir al cambio o impermanencia natural referente a cualquier estado, tratando desesperadamente de controlar dicho flujo, de dirigir la corriente hacia el charcho o compartimento estanco en el cual le gustarìa pasarse el resto de su vida.
Asì, uno va en busca de teorìas, creencias, tècnicas, mètodos, maestros, magos, gurùes, curanderos, sacerdotes, polìticos, psicòlogos, psiquiatras, brujos, o lo que sea que prometa curarme de como me siento, generàndome del modo que sea, otro estado; un estado que sea màs placentero que èste en el cual me encuentro ahora.
Y luego una vez màs, el tratar de luchar, para intentar (infructuòsamente, claro està) permanecer en dicho estado.
¿Cuàl es la buena noticia en todo esto?
Que no es necesario cambiar nada.
Basta darse cuenta de que uno no es ni se hallarà jamàs a si mismo en ningùn estado, para que este darse cuenta cambie nuestra relaciòn con los estados que sea que se sucedan en nuestro vivir.
Es este darse cuenta el que nos sana de padecer por ningùn estado.
Asì, lo importante, es no identificarse con ningùn estado.
Todo se realiza igualmente, pero sin la falsa nociòn de que soy un "yo" que se siente asì y no asà (un "yo que soy solamente tal estado").
Las cosas suceden, los estados suceden, y ni uno ni otro nos pertenece.
Asì, la inteligencia de esa sensibilidad, de ese darse cuenta responde en cada circunstancia, sin necesidad de plantearse ser el autor de nada de lo que sucede.
Sin tener por què identificarse con ningùn hacer o suceder en particular.
Podrà a veces haber dolor, pero ya no màs sufrimiento.
Darse cuenta que uno no es ningùn estado que deba alcanzarse, o que pueda perderse, o que deba recuperarse, etc.
Darse cuenta de ser ese no-estado.
Èsa es la ùltima medicina.
R.
Usted no es un estado.
Usted no es ninguno de los cambios que usted experimenta o percibe en usted.
Usted no es una condiciòn particular, un estado en particular.
Por eso es por lo que el tratar de aferrarse a un estado como fuente de bienestar y plenitud es una pèrdida de tiempo y energìa.
Primero, porque ningùn estado en particular le puede contener a usted en toda su incondicionada inmensidad.
Y segundo, porque ningùn estado es permanente, por lo cual, aùn el estado màs exaltado que usted lograra experimentar, està indefectìblemente condenado a cambiar, a dejar de ser, a terminar.
Usted es un no-estado.
Usted es esa espaciosidad sensible, en la cual los estados se suceden, en interminable e indetenible procesiòn.
Y si usted piensa que porque se encuentra en un estado calificado por usted de negativo, entonces debe tratar de alcanzar un estado positivo para salir de ello, està en un error.
Es màs, està en el mismo error que lo llevò a estar donde està.
Sigue subido en la misma calecita.
Es el aferrarse, el identificarse, el apegarse a un estado en particular, resistièndo asì al fluìr incesante de los estados, lo que hace que uno sufra por la ausencia de èse estado en particular con el cual se està mentalmente identificado.
Y todos sus esfuerzos por cambiar, o por no cambiar, son exàctamente lo mismo: resistir al cambio o impermanencia natural referente a cualquier estado, tratando desesperadamente de controlar dicho flujo, de dirigir la corriente hacia el charcho o compartimento estanco en el cual le gustarìa pasarse el resto de su vida.
Asì, uno va en busca de teorìas, creencias, tècnicas, mètodos, maestros, magos, gurùes, curanderos, sacerdotes, polìticos, psicòlogos, psiquiatras, brujos, o lo que sea que prometa curarme de como me siento, generàndome del modo que sea, otro estado; un estado que sea màs placentero que èste en el cual me encuentro ahora.
Y luego una vez màs, el tratar de luchar, para intentar (infructuòsamente, claro està) permanecer en dicho estado.
¿Cuàl es la buena noticia en todo esto?
Que no es necesario cambiar nada.
Basta darse cuenta de que uno no es ni se hallarà jamàs a si mismo en ningùn estado, para que este darse cuenta cambie nuestra relaciòn con los estados que sea que se sucedan en nuestro vivir.
Es este darse cuenta el que nos sana de padecer por ningùn estado.
Asì, lo importante, es no identificarse con ningùn estado.
Todo se realiza igualmente, pero sin la falsa nociòn de que soy un "yo" que se siente asì y no asà (un "yo que soy solamente tal estado").
Las cosas suceden, los estados suceden, y ni uno ni otro nos pertenece.
Asì, la inteligencia de esa sensibilidad, de ese darse cuenta responde en cada circunstancia, sin necesidad de plantearse ser el autor de nada de lo que sucede.
Sin tener por què identificarse con ningùn hacer o suceder en particular.
Podrà a veces haber dolor, pero ya no màs sufrimiento.
Darse cuenta que uno no es ningùn estado que deba alcanzarse, o que pueda perderse, o que deba recuperarse, etc.
Darse cuenta de ser ese no-estado.
Èsa es la ùltima medicina.
R.
¿Tener una personalidad o ser un personaje?
Debo comenzar por un lugar comùn, que no por comùn es calibrado en su justa medida.
Persona no es lo que soy; persona es màscara.
El disfraz social, el meta-programa amalgamador de roles.
Como partes constituyentes de la misma, son incluìdos todos los roles que a este organismo en particular le toca desempeñar, de la particular forma que cada ser lo hace, con esa conjunciòn de condicionamiento socio-cultural e impronta original que se da en cada uno.
La personalidad es el programa administrador, el filtro social, la auto-imàgen.
La vestimenta del ser en su accionar social.
Pero no es el Ser.
No es lo que Soy.
Es una imàgen màs o menos compleja con la que nos vestimos para relacionarnos dentro de las pautas sociales que a nuestra cultura le son propias.
El rol, es funciòn.
Funciòn que es reclamada en el momento por las circunstancias, y cuya existencia obedece o serìa saludable obedeciera, tan sòlo al requerimiento de las mismas.
Dentro del funcionalismo particular de cada rol que desempeñamos (padre, madre, hijo, estudiante, trabajador, amigo, pareja, etc) estàn comprendidos tanto el condicionamiento o experiencia relacionado con esa àrea del vivir, asì como la capacidad de darse cuenta y responder creativamente, inherentes èstas ùltimas cualidades al ser en si, al que viste la màscara.
En el rol de nuestra profesiòn, por ejemplo, estàn contenidos todos aquellos conocimientos que nuestro cerebro ha sido capaz de reunir y organizar en torno a dicha temàtica.
Asì, al asumir dicho rol, este conocimiento deviene automàticamente disponible, como parte de los recursos con que cuento para responder al reto que las circunstancias me plantèen, dentro de esa àrea especìfica del conocimiento y el vivir humano.
Y si me mantengo sin identificarme con ningùn rol en particular, con ninguna imàgen, con ninguna màscara, entonces se conservan la fluidez y la flexibilidad necesarias para que podamos hacer uso de dicho condicionamiento, sin ser esclavos del mismo.
Sin ser esclavos del conocimiento, de la experiencia, de la apariencia, de la imàgen, del rol, de la màscara.
Es la obsesiòn con el rol, con la màscara, lo que hace que la asumamos como si èste fuera nuestro verdadero ser.
Asì nos convertimos de Ser-incondicionado que tiene una personalidad en si, en personaje, de una historia mental.
El error, claro està, es creer que uno es la persona, la màscara.
La personalidad està en uno, pero lo que uno es jamàs està en ella.
O dicho de otro modo, el conocimiento tiene su lugar y su utilidad en nuestro vivir, pero jamàs puede encerrar o contener lo que somos.
Es pertinente en las àreas tècnicas del vivir, en arreglo a cuestiones materiales especìficas, pero no aplica en relaciòn al ser, a lo sensible, a lo interior.
O sea, que el conocimiento, en el relacionamiento humano, no sòlo no es de utilidad, sino que de hecho, es un obstàculo para la real comunicaciòn, para la comuniòn.
Es un filtro que nos impide vernos y ver a nuestros semejantes tal y como son, en èse momento ùnico e incomparable de su vivir.
Sòlo cuando ese conocimiento es dejado absolùtamente de lado, cuando ya no ocupa, o mejor dijèramos, cuando ya no usurpa el centro, el corazòn de nuestro ser, es cuando lo real que somos puede fluìr, manifestarse en el relacionamiento que es el vivir.
Sigue habiendo condicionamiento, conocimiento en uno, pero èste no condiciona nuestro SENTIR.
Entonces sigue habiendo persona, pero no personaje.
La persona està en uno, con todo el bagaje de conocimiento, experiencia y condicionamiento que le es propio, pero sòlo aflora en los momentos en que las circunstancias le requieren, y luego vuelve inmediatamente a disolverse, a sumergirse, a diluìrse en el silencio, en la fuente de la cual proviene.
Queda asì en su justo lugar, en el cual el conocimiento està a nuestro servicio, al servicio del vivir humano, y no al revès.
Es la misma vida que conocemos, la vida comùn, pero sin ninguna imàgen de referencia para ser; sin obsesiòn por la persona, por la imàgen, la etiqueta, la apariencia.
Cada rol se lleva a cabo en su momento y lugar, como en una danza en la cual el bailarìn va cambiando su tocado, pero sin jamàs verse atrapado o congelado en ningùn ropaje especìfico.
Cada acciòn es llevada a su plenitud, a su cenit; y al no dotarla artificialmente de continuidad mediante la identificaciòn con un rol, èsta naturalmente cesa, muere, en el instante mismo en que las circunstancias ya no le requieren.
Se es, entonces, de instante en instante, floreciendo, y marchitàndose, y renaciendo, vistièndose y desvistièndose a cada paso, sin màs referencia que lo que el corazòn en el momento nos demanda.
Sin ninguna referencia al tiempo, al pasado pisado, ni a ningùn futuro proyectado.
Sin nada, sin ningùn filtro o distancia entre su latir y el mìo.
Èsta es una vida con corazòn.
La ùnica vida que vale ser vivida.
Cièrtamente que hay otras formas de vivir, pero siendo francos, una vida sin corazòn no merece ser llamada vida.
R.
Persona no es lo que soy; persona es màscara.
El disfraz social, el meta-programa amalgamador de roles.
Como partes constituyentes de la misma, son incluìdos todos los roles que a este organismo en particular le toca desempeñar, de la particular forma que cada ser lo hace, con esa conjunciòn de condicionamiento socio-cultural e impronta original que se da en cada uno.
La personalidad es el programa administrador, el filtro social, la auto-imàgen.
La vestimenta del ser en su accionar social.
Pero no es el Ser.
No es lo que Soy.
Es una imàgen màs o menos compleja con la que nos vestimos para relacionarnos dentro de las pautas sociales que a nuestra cultura le son propias.
El rol, es funciòn.
Funciòn que es reclamada en el momento por las circunstancias, y cuya existencia obedece o serìa saludable obedeciera, tan sòlo al requerimiento de las mismas.
Dentro del funcionalismo particular de cada rol que desempeñamos (padre, madre, hijo, estudiante, trabajador, amigo, pareja, etc) estàn comprendidos tanto el condicionamiento o experiencia relacionado con esa àrea del vivir, asì como la capacidad de darse cuenta y responder creativamente, inherentes èstas ùltimas cualidades al ser en si, al que viste la màscara.
En el rol de nuestra profesiòn, por ejemplo, estàn contenidos todos aquellos conocimientos que nuestro cerebro ha sido capaz de reunir y organizar en torno a dicha temàtica.
Asì, al asumir dicho rol, este conocimiento deviene automàticamente disponible, como parte de los recursos con que cuento para responder al reto que las circunstancias me plantèen, dentro de esa àrea especìfica del conocimiento y el vivir humano.
Y si me mantengo sin identificarme con ningùn rol en particular, con ninguna imàgen, con ninguna màscara, entonces se conservan la fluidez y la flexibilidad necesarias para que podamos hacer uso de dicho condicionamiento, sin ser esclavos del mismo.
Sin ser esclavos del conocimiento, de la experiencia, de la apariencia, de la imàgen, del rol, de la màscara.
Es la obsesiòn con el rol, con la màscara, lo que hace que la asumamos como si èste fuera nuestro verdadero ser.
Asì nos convertimos de Ser-incondicionado que tiene una personalidad en si, en personaje, de una historia mental.
El error, claro està, es creer que uno es la persona, la màscara.
La personalidad està en uno, pero lo que uno es jamàs està en ella.
O dicho de otro modo, el conocimiento tiene su lugar y su utilidad en nuestro vivir, pero jamàs puede encerrar o contener lo que somos.
Es pertinente en las àreas tècnicas del vivir, en arreglo a cuestiones materiales especìficas, pero no aplica en relaciòn al ser, a lo sensible, a lo interior.
O sea, que el conocimiento, en el relacionamiento humano, no sòlo no es de utilidad, sino que de hecho, es un obstàculo para la real comunicaciòn, para la comuniòn.
Es un filtro que nos impide vernos y ver a nuestros semejantes tal y como son, en èse momento ùnico e incomparable de su vivir.
Sòlo cuando ese conocimiento es dejado absolùtamente de lado, cuando ya no ocupa, o mejor dijèramos, cuando ya no usurpa el centro, el corazòn de nuestro ser, es cuando lo real que somos puede fluìr, manifestarse en el relacionamiento que es el vivir.
Sigue habiendo condicionamiento, conocimiento en uno, pero èste no condiciona nuestro SENTIR.
Entonces sigue habiendo persona, pero no personaje.
La persona està en uno, con todo el bagaje de conocimiento, experiencia y condicionamiento que le es propio, pero sòlo aflora en los momentos en que las circunstancias le requieren, y luego vuelve inmediatamente a disolverse, a sumergirse, a diluìrse en el silencio, en la fuente de la cual proviene.
Queda asì en su justo lugar, en el cual el conocimiento està a nuestro servicio, al servicio del vivir humano, y no al revès.
Es la misma vida que conocemos, la vida comùn, pero sin ninguna imàgen de referencia para ser; sin obsesiòn por la persona, por la imàgen, la etiqueta, la apariencia.
Cada rol se lleva a cabo en su momento y lugar, como en una danza en la cual el bailarìn va cambiando su tocado, pero sin jamàs verse atrapado o congelado en ningùn ropaje especìfico.
Cada acciòn es llevada a su plenitud, a su cenit; y al no dotarla artificialmente de continuidad mediante la identificaciòn con un rol, èsta naturalmente cesa, muere, en el instante mismo en que las circunstancias ya no le requieren.
Se es, entonces, de instante en instante, floreciendo, y marchitàndose, y renaciendo, vistièndose y desvistièndose a cada paso, sin màs referencia que lo que el corazòn en el momento nos demanda.
Sin ninguna referencia al tiempo, al pasado pisado, ni a ningùn futuro proyectado.
Sin nada, sin ningùn filtro o distancia entre su latir y el mìo.
Èsta es una vida con corazòn.
La ùnica vida que vale ser vivida.
Cièrtamente que hay otras formas de vivir, pero siendo francos, una vida sin corazòn no merece ser llamada vida.
R.
miércoles, 7 de julio de 2010
Lo que usted asuma.
Usted no es un "algo".
No es un objeto.
Ni material ni mental.
Usted es no-algo.
Y no es por tanto, pensable, medible, mesurable, comparable, descriptible.
No-algo, existiendo a travès de un cuerpo-mente.
Y cualquier cosa que usted piense que es, es eso mismo; o sea, por un lado es una "cosa", ya sea èsta una cosa material o una cosa imaginada, mental.
Y por otro lado y al mismo tiempo, cualquier cosa que usted piense es exàctamente eso, un pensamiento, un objeto mental, y nada màs.
Y usted, lo que se da cuenta de la presencia de los pensamientos.
Eso que se da cuenta de la presencia del cuerpo y el mundo material.
Eso mismo que se da cuenta tambièn de la ausencia de pensamientos y del cuerpo, como sucede en el sueño sin sueños, en el sueño profundo, cuando uno sabe que ha estado durmiendo, pero no habìa ni conciencia corporal ni sueños.
Usted es "eso".
Eso; idèntico a ESO.
Pero si usted cree ser "algo", entonces està perdido.
Jamàs sabrà lo que la verdadera completitud es.
Cuando usted cree ser un "algo", lo cual implica ser un algo en particular con unas caracterìsticas especìficas con las cuales usted se siente identificado, ya sean èstas tanto fìsicas-materiales como mentales, ya que todo lo que existe, existe en un mundo donde la constante es el cambio, al momento mismo de identificarse con algo, ello a comenzado a mudar, a cambiar, a dejar de ser.
O sea que para usted a comenzado la separaciòn de la realidad cambiante de la vida, del fluir, al cual debe ahora resistir, tratar de controlar, de dirigir, etc.
Ha comenzado para usted el conflicto, la lucha, el constante tratar de negociar, etc.
Ha comenzado para usted la carencia (la incompletitud), el sufrimiento, y "la bùsqueda" compensatoria, habitualmente llamada bùsqueda de èxito, de excelencia, bùsqueda de realizaciòn, bùsqueda espiritual o religiosa, etc.
Bùsqueda de placer permanente.
Y en esa bùsqueda, en la cual usted da por sentado que esa zanahoria mental tràs la que usted corre es algo real y de su misma naturaleza, y que por tanto al obtenerlo lograrà sentirse completo, pleno otra vez; en èsa busqueda de lo que usted asume que le falta, realizada por ese "algo" que usted ha asumido que usted es, en esa bùsqueda se le va toda su existencia; existencia que es la vida misma, existiendo.
La vida real, claro està.
Esa que usted no ve, que no se SIENTE ser.
Esa incondicionada que se derrama a travès de cada minuto de mundanal tiempo.
Esa que es total en si misma y por si misma, que no necesita de nada, ni nada le falta o sobra para ser.
Esa que es, ni màs ni menos, que la clara conciencia de ser, de ser no-algo manifestàndose a travès de este algo, llamado cuerpo-mente, persona en el mundo, o como le quiera usted poner.
Por eso, es que cuando usted asume ser alguna especie de "algo", el cuerpo-mente no puede menos que ponerse "a la bùsqueda", y tratar de asegurarse las condiciones que considera imprescindibles para su supervivencia, y necesarias para la recuperaciòn y sostenimiento de la sensaciòn de plenitud en usted.
Batalla perdida antes de comenzar, en un mundo donde ninguna condiciòn, sea èsta material o mental, NINGUNA, es ni serà jamàs permanente.
Por ello aùn lo que se consigue, es sòlo y siempre "por un rato", y sabièndolo, se lo "disfruta" siempre a la sombra de la inseguridad, del temor a perderlo de un momento a otro, sòlo seguros de que ello ha de terminar, ya sea màs aquì o màs allà.
Nada que exista puede ni podrà jamàs perdurar, pues existir es cambiar.
Y por èsto mismo es que lo que existe sòlo puede ser plenamente vivido y disfrutado cuando no hay ni la màs mìnima identificaciòn con ello, cuando no conlleva ningùn apego psicològico de parte nuestra.
Entonces que dure lo que dure, o que no dure; lo mismo da.
Ello no afecta ESO que soy, ese no-algo que soy.
Darse cuenta de que cualquier estado material y/o mental es impermantene y que ello no es lo que soy, quita de nuestra conciencia de ser todo el ènfasis sobre los mismos, toda fijaciòn, toda obsesiòn con cualquier estado.
Y nos deja en libertad para que nuestra atenciòn-sensibilidad-conciencia repose en si misma, y podamos desde esa conciencia vivir cabalmente lo que sea que acontezca, sin tener que seguir huyendo de èsto ni persiguiendo "aquello".
Desde ESO que somos.
Eso que no es algo, ni material ni mental.
Eso que jamàs es ni ha sido tocado por el sufrimiento.
ESO que no es del tiempo.
R.
No es un objeto.
Ni material ni mental.
Usted es no-algo.
Y no es por tanto, pensable, medible, mesurable, comparable, descriptible.
No-algo, existiendo a travès de un cuerpo-mente.
Y cualquier cosa que usted piense que es, es eso mismo; o sea, por un lado es una "cosa", ya sea èsta una cosa material o una cosa imaginada, mental.
Y por otro lado y al mismo tiempo, cualquier cosa que usted piense es exàctamente eso, un pensamiento, un objeto mental, y nada màs.
Y usted, lo que se da cuenta de la presencia de los pensamientos.
Eso que se da cuenta de la presencia del cuerpo y el mundo material.
Eso mismo que se da cuenta tambièn de la ausencia de pensamientos y del cuerpo, como sucede en el sueño sin sueños, en el sueño profundo, cuando uno sabe que ha estado durmiendo, pero no habìa ni conciencia corporal ni sueños.
Usted es "eso".
Eso; idèntico a ESO.
Pero si usted cree ser "algo", entonces està perdido.
Jamàs sabrà lo que la verdadera completitud es.
Cuando usted cree ser un "algo", lo cual implica ser un algo en particular con unas caracterìsticas especìficas con las cuales usted se siente identificado, ya sean èstas tanto fìsicas-materiales como mentales, ya que todo lo que existe, existe en un mundo donde la constante es el cambio, al momento mismo de identificarse con algo, ello a comenzado a mudar, a cambiar, a dejar de ser.
O sea que para usted a comenzado la separaciòn de la realidad cambiante de la vida, del fluir, al cual debe ahora resistir, tratar de controlar, de dirigir, etc.
Ha comenzado para usted el conflicto, la lucha, el constante tratar de negociar, etc.
Ha comenzado para usted la carencia (la incompletitud), el sufrimiento, y "la bùsqueda" compensatoria, habitualmente llamada bùsqueda de èxito, de excelencia, bùsqueda de realizaciòn, bùsqueda espiritual o religiosa, etc.
Bùsqueda de placer permanente.
Y en esa bùsqueda, en la cual usted da por sentado que esa zanahoria mental tràs la que usted corre es algo real y de su misma naturaleza, y que por tanto al obtenerlo lograrà sentirse completo, pleno otra vez; en èsa busqueda de lo que usted asume que le falta, realizada por ese "algo" que usted ha asumido que usted es, en esa bùsqueda se le va toda su existencia; existencia que es la vida misma, existiendo.
La vida real, claro està.
Esa que usted no ve, que no se SIENTE ser.
Esa incondicionada que se derrama a travès de cada minuto de mundanal tiempo.
Esa que es total en si misma y por si misma, que no necesita de nada, ni nada le falta o sobra para ser.
Esa que es, ni màs ni menos, que la clara conciencia de ser, de ser no-algo manifestàndose a travès de este algo, llamado cuerpo-mente, persona en el mundo, o como le quiera usted poner.
Por eso, es que cuando usted asume ser alguna especie de "algo", el cuerpo-mente no puede menos que ponerse "a la bùsqueda", y tratar de asegurarse las condiciones que considera imprescindibles para su supervivencia, y necesarias para la recuperaciòn y sostenimiento de la sensaciòn de plenitud en usted.
Batalla perdida antes de comenzar, en un mundo donde ninguna condiciòn, sea èsta material o mental, NINGUNA, es ni serà jamàs permanente.
Por ello aùn lo que se consigue, es sòlo y siempre "por un rato", y sabièndolo, se lo "disfruta" siempre a la sombra de la inseguridad, del temor a perderlo de un momento a otro, sòlo seguros de que ello ha de terminar, ya sea màs aquì o màs allà.
Nada que exista puede ni podrà jamàs perdurar, pues existir es cambiar.
Y por èsto mismo es que lo que existe sòlo puede ser plenamente vivido y disfrutado cuando no hay ni la màs mìnima identificaciòn con ello, cuando no conlleva ningùn apego psicològico de parte nuestra.
Entonces que dure lo que dure, o que no dure; lo mismo da.
Ello no afecta ESO que soy, ese no-algo que soy.
Darse cuenta de que cualquier estado material y/o mental es impermantene y que ello no es lo que soy, quita de nuestra conciencia de ser todo el ènfasis sobre los mismos, toda fijaciòn, toda obsesiòn con cualquier estado.
Y nos deja en libertad para que nuestra atenciòn-sensibilidad-conciencia repose en si misma, y podamos desde esa conciencia vivir cabalmente lo que sea que acontezca, sin tener que seguir huyendo de èsto ni persiguiendo "aquello".
Desde ESO que somos.
Eso que no es algo, ni material ni mental.
Eso que jamàs es ni ha sido tocado por el sufrimiento.
ESO que no es del tiempo.
R.
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