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Usted no es un estado.
Usted no es ninguno de los cambios que usted experimenta o percibe en usted.
Usted no es una condiciòn particular, un estado en particular.
Por eso es por lo que el tratar de aferrarse a un estado como fuente de bienestar y plenitud es una pèrdida de tiempo y energìa.
Primero, porque ningùn estado en particular le puede contener a usted en toda su incondicionada inmensidad.
Y segundo, porque ningùn estado es permanente, por lo cual, aùn el estado màs exaltado que usted lograra experimentar, està indefectìblemente condenado a cambiar, a dejar de ser, a terminar.
Usted es un no-estado.
Usted es esa espaciosidad sensible, en la cual los estados se suceden, en interminable e indetenible procesiòn.
Y si usted piensa que porque se encuentra en un estado calificado por usted de negativo, entonces debe tratar de alcanzar un estado positivo para salir de ello, està en un error.
Es màs, està en el mismo error que lo llevò a estar donde està.
Sigue subido en la misma calecita.
Es el aferrarse, el identificarse, el apegarse a un estado en particular, resistièndo asì al fluìr incesante de los estados, lo que hace que uno sufra por la ausencia de èse estado en particular con el cual se està mentalmente identificado.
Y todos sus esfuerzos por cambiar, o por no cambiar, son exàctamente lo mismo: resistir al cambio o impermanencia natural referente a cualquier estado, tratando desesperadamente de controlar dicho flujo, de dirigir la corriente hacia el charcho o compartimento estanco en el cual le gustarìa pasarse el resto de su vida.
Asì, uno va en busca de teorìas, creencias, tècnicas, mètodos, maestros, magos, gurùes, curanderos, sacerdotes, polìticos, psicòlogos, psiquiatras, brujos, o lo que sea que prometa curarme de como me siento, generàndome del modo que sea, otro estado; un estado que sea màs placentero que èste en el cual me encuentro ahora.
Y luego una vez màs, el tratar de luchar, para intentar (infructuòsamente, claro està) permanecer en dicho estado.
¿Cuàl es la buena noticia en todo esto?
Que no es necesario cambiar nada.
Basta darse cuenta de que uno no es ni se hallarà jamàs a si mismo en ningùn estado, para que este darse cuenta cambie nuestra relaciòn con los estados que sea que se sucedan en nuestro vivir.
Es este darse cuenta el que nos sana de padecer por ningùn estado.
Asì, lo importante, es no identificarse con ningùn estado.
Todo se realiza igualmente, pero sin la falsa nociòn de que soy un "yo" que se siente asì y no asà (un "yo que soy solamente tal estado").
Las cosas suceden, los estados suceden, y ni uno ni otro nos pertenece.
Asì, la inteligencia de esa sensibilidad, de ese darse cuenta responde en cada circunstancia, sin necesidad de plantearse ser el autor de nada de lo que sucede.
Sin tener por què identificarse con ningùn hacer o suceder en particular.
Podrà a veces haber dolor, pero ya no màs sufrimiento.
Darse cuenta que uno no es ningùn estado que deba alcanzarse, o que pueda perderse, o que deba recuperarse, etc.
Darse cuenta de ser ese no-estado.
Èsa es la ùltima medicina.
R.
*****EXTRA-ORDINARIO,EXCELENTE,MARAVILLOSO*****
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