.
Este es el secreto de toda vida.
Que no hay propósito para estar aquí.
O lo que es lo mismo, que el propósito de estar aquí es estar aquí.
No estar aquí así o asá, de tal o cual modo.
Sino simplemente estar aquí como sea que uno esté en este momento.
No hay ningúna manera de estar aquí que sea "la correcta".
Ni ninguna que no la sea.
Y creer cualquier otra cosa es "luchar, esforzarse y sufrir por llegar a ser".
Por no ser lo que soy como soy, y llegar a ser algo que no soy.
Creer eso es convertirme en un "yo-inadecuado" que se siente como una entidad aislada, separada de la vida, a la cual las cosas le suceden a él.
Un "yo" que tiene que estar todo el tiempo esforzándose por "progresar", por "ser mejor", por acercarse a "lo que debería ser".
Sin esa creencia, hay comunión internamente.
Y por añadidura, externamente también, al punto que "interno" y "externo" se disuelven.
No hay ya más "yo", que en realidad nunca hubo.
Hay sólo la vida, siendo lo que es, manifestándose con la apariencia de cada cosa y cada quien.
Hay sólo lo Absoluto, que ha querido saborearse a si mismo en la aventura absolutamente irrepetible de ser, de existir, de estar aquí, ahora, como el usted que "usted" aquí y ahora es.
Sin nada por lo que matar o matarse.
Sin nada que tener que lograr o alcanzar para hacerse merecedor de sentirse en unidad con la vida.
Sin nada especial que haya que saber o hacer para disfrutar.
Y lo que es más, sin nadie que mate o se mate, sin nadie que tenga que hacer o saber o tratar de o lograr o alcanzar nada.
Sin ningún "yo" que tenga que hacer nada para ser así o llegar a ser asá.
Hay tan sólo lo Absoluto, lo único que ES, siendo usted, yo, la rosa y el clavel.
Hay lo mismo que hasta ahora ha habido, y lo mismo que probablemente después de ahora va a haber.
Y si hay lo mismo, ¿cuál es la diferencia que el darme cuenta de este secreto me puede hacer?
La diferencia es abismal.
En una nunca hubo ni habrá jamás paz.
En la otra nunca habrá nada más que paz.
Y contento.
Y absoluta e imperturbable conciencia de que se está en casa, y de que jamás se ha dejado ni se dejará de estar.
El propósito de estar aquí es estar aquí.
Este es el "secreto" que jamás podrá ser "mi" secreto o "tú" secreto.
Es el secreto de toda vida.
El secreto de la vida.
Richard Mesones.
viernes, 25 de diciembre de 2009
Inteligencia y sufrimiento.
.
Internamente, la inteligencia no se vincula al experimentar, memorizar, conocer, etc, sino que de hecho, la inteligencia opera internamente cuando se desvincula de todo conocimiento.
El conocimiento en lo externo, en lo material, en lo aparente, aplica; es apropiado.
En lo interno, el conocimiento, que es la carga del pasado, de lo ya muerto, es lo que no me permite ver, darme cuenta.
Cuando la atención se vuelca a lo interno, pero distorsionada por el filtro del pensamiento, es entonces inatención.
Cuando la atención se vuelca a lo interno, pero desvinculada del filtro distorsionante del pensamiento, que es conocimiento, memoria, experiencia, entonces hay ver, que es darse cuenta de lo que es en este momento, ¡tal cual es en este momento!
Sin comparación de lo único que en ese momento es, con ninguna idea mental extraída de "lo que fue" pero que ya no es, ni tampoco con ninguna proyección sobre "lo que debería ser".
Así, no hay ninguna "dualidad" mental.
Hay solamente lo que es.
Y se ve con absoluta claridad.
Es el fin de la confusión.
Eso es ver. Darse cuenta.
En ese ver, hay darse cuenta de la naturaleza de lo visto, pues es un ver total y sin distorsión de ningún tipo, que no deja lugar a ninguna duda, a ninguna especulación, a ninguna "inseguridad" respecto de que lo que se está viendo es así tal cual se lo está viendo.
Así, la naturaleza real de lo visto es puesta en evidencia en nuestro ver.
A partir de ello, surgirá la acción correcta espontáneamente, si es que alguna acción es requerida, y no brotará si no lo es.
Lo que hay, es la respuesta adecuada, que es el movimiento de la inteligencia en uno; a través de uno.
Todos nuestro resortes internos de seguridad, nuestros "instintos" de sanidad, nuestros mecanismos de conservación de la integridad funcionan y funcionarán óptimamente hasta el momento mismo de la muerte de este cuerpo.
No son ésto mecanismos, que insisto, se conservan intactos en todo ser humano durante toda su vida, los que nos trampean frente al sufrimiento.
Es nuestra incapacidad para ver la falsedad de algo asumido como verdadero o valedero para mi, lo que hace que las alarmas de la integridad sean desoídas.
Y la alarma fundamental es el sufrimiento.
La segunda es la enfermedad.
Y la tercera, las circunstancias imposibilitantes.
Estas alarmas, siguen siendo el movimiento de la inteligencia en nosotros, diciéndonos que esa creencia no es nuestro verdadero sentir.
Mostrándonos como se siente nuestro ser cuando asumimos para nosotros algo que en verdad no sentimos así.
Es nuestra propia integridad, diciéndonos que ese no es nuestro camino en la vida.
Desoírle es desoírse.
Desobedecerle es desobedecerse.
Y dotar de continuidad al sufrimiento en nosotros.
La inteligencia en lo interno no se relaciona con "pensar acerca de lo que siento", sino con darme cuenta de lo que siento!
Esa misma inteligencia me revela frente a cada cosa y cada ser, en cada instante de mi vida, si algo o alguien es bueno para que yo me sienta bien conmigo mismo, o si no lo es, si por el contrario es destructivo para mi.
Y nada tiene que ver con el imbecilismo mental del "me gusta" y el "no me gusta", que es simplemente el focilizamiento de la mente en el recuerdo del placer/dolor de lo ya experimentado.
No es una cuestión de simple placer/dolor.
Es darse cuenta frente a cada "opción", cual es la que niega el florecer de mi ser y cual es la que no.
Cuando asumo, cuando me creo tal o cual pensamiento, me siento tenso, incómodo, ansioso, como si tuviera que salir corriendo a hacer algo y no pudiera disfrutar de simplemente ser yo mismo.
Cuando no lo asumo, me siento más "normal", más yo mismo, distendido, sereno, plácido, centrado, contento, naturalmente bien, aún cuando reconozca que no estoy habituado a sentirme así ni a "pensarme" sin esa creencia que acabo de desechar tentativamente.
Adivine, ¿cuál de las dos es la "opción" que me permite florecer en integridad?
Creer que necesito para dejar de sufrir algo que no necesito, ¡eso es el sufrimiento!
Darme cuenta que no necesito de esa tal o cual cosa para sentirme X y así dejar de sufrir, eso es inteligencia.
Y es el fin del sufrimiento.
Richard Mesones.
Internamente, la inteligencia no se vincula al experimentar, memorizar, conocer, etc, sino que de hecho, la inteligencia opera internamente cuando se desvincula de todo conocimiento.
El conocimiento en lo externo, en lo material, en lo aparente, aplica; es apropiado.
En lo interno, el conocimiento, que es la carga del pasado, de lo ya muerto, es lo que no me permite ver, darme cuenta.
Cuando la atención se vuelca a lo interno, pero distorsionada por el filtro del pensamiento, es entonces inatención.
Cuando la atención se vuelca a lo interno, pero desvinculada del filtro distorsionante del pensamiento, que es conocimiento, memoria, experiencia, entonces hay ver, que es darse cuenta de lo que es en este momento, ¡tal cual es en este momento!
Sin comparación de lo único que en ese momento es, con ninguna idea mental extraída de "lo que fue" pero que ya no es, ni tampoco con ninguna proyección sobre "lo que debería ser".
Así, no hay ninguna "dualidad" mental.
Hay solamente lo que es.
Y se ve con absoluta claridad.
Es el fin de la confusión.
Eso es ver. Darse cuenta.
En ese ver, hay darse cuenta de la naturaleza de lo visto, pues es un ver total y sin distorsión de ningún tipo, que no deja lugar a ninguna duda, a ninguna especulación, a ninguna "inseguridad" respecto de que lo que se está viendo es así tal cual se lo está viendo.
Así, la naturaleza real de lo visto es puesta en evidencia en nuestro ver.
A partir de ello, surgirá la acción correcta espontáneamente, si es que alguna acción es requerida, y no brotará si no lo es.
Lo que hay, es la respuesta adecuada, que es el movimiento de la inteligencia en uno; a través de uno.
Todos nuestro resortes internos de seguridad, nuestros "instintos" de sanidad, nuestros mecanismos de conservación de la integridad funcionan y funcionarán óptimamente hasta el momento mismo de la muerte de este cuerpo.
No son ésto mecanismos, que insisto, se conservan intactos en todo ser humano durante toda su vida, los que nos trampean frente al sufrimiento.
Es nuestra incapacidad para ver la falsedad de algo asumido como verdadero o valedero para mi, lo que hace que las alarmas de la integridad sean desoídas.
Y la alarma fundamental es el sufrimiento.
La segunda es la enfermedad.
Y la tercera, las circunstancias imposibilitantes.
Estas alarmas, siguen siendo el movimiento de la inteligencia en nosotros, diciéndonos que esa creencia no es nuestro verdadero sentir.
Mostrándonos como se siente nuestro ser cuando asumimos para nosotros algo que en verdad no sentimos así.
Es nuestra propia integridad, diciéndonos que ese no es nuestro camino en la vida.
Desoírle es desoírse.
Desobedecerle es desobedecerse.
Y dotar de continuidad al sufrimiento en nosotros.
La inteligencia en lo interno no se relaciona con "pensar acerca de lo que siento", sino con darme cuenta de lo que siento!
Esa misma inteligencia me revela frente a cada cosa y cada ser, en cada instante de mi vida, si algo o alguien es bueno para que yo me sienta bien conmigo mismo, o si no lo es, si por el contrario es destructivo para mi.
Y nada tiene que ver con el imbecilismo mental del "me gusta" y el "no me gusta", que es simplemente el focilizamiento de la mente en el recuerdo del placer/dolor de lo ya experimentado.
No es una cuestión de simple placer/dolor.
Es darse cuenta frente a cada "opción", cual es la que niega el florecer de mi ser y cual es la que no.
Cuando asumo, cuando me creo tal o cual pensamiento, me siento tenso, incómodo, ansioso, como si tuviera que salir corriendo a hacer algo y no pudiera disfrutar de simplemente ser yo mismo.
Cuando no lo asumo, me siento más "normal", más yo mismo, distendido, sereno, plácido, centrado, contento, naturalmente bien, aún cuando reconozca que no estoy habituado a sentirme así ni a "pensarme" sin esa creencia que acabo de desechar tentativamente.
Adivine, ¿cuál de las dos es la "opción" que me permite florecer en integridad?
Creer que necesito para dejar de sufrir algo que no necesito, ¡eso es el sufrimiento!
Darme cuenta que no necesito de esa tal o cual cosa para sentirme X y así dejar de sufrir, eso es inteligencia.
Y es el fin del sufrimiento.
Richard Mesones.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Todos nuestros miedos...
.
Todo miedo es desear-buscar seguridad afuera.
Y esa seguridad externa, en el mundo de lo cambiante, no existe.
El buscar seguridad afuera, en donde no puede jamás ser hallada, es lo que crea el sentimiento de dependencia e inseguridad adentro, o sea, en uno.
La inseguridad, por tanto, soy yo mismo, pensando-creyendo que necesito de eso (X) para poder sentir-me esto (seguridad-aceptación-control-etc).
Todos nuestros miedos y "necesidades psicológicas" son deseo de cualidades inherentes al propio ser, cualidades que no nos damos cuenta de tener-ser, y que por tanto las buscamos afuera, donde no existen.
Y el seguir buscándolas afuera, es a su vez, lo que no nos permite percibirlas en nosotros mismos.
Desear algo es creer que no se lo tiene ya, y que necesito de tal o cual objeto-persona-circunstancia para poder sentirme así o asá.
El miedo es creer en un "objeto-seguridad" que está "allá afuera" en el mundo, o en un estado bioquímico particular del cerebro-mente; y al creerlo, no darme cuenta de que eso que siento como inseguridad-temor-miedo es en realidad el sentimiento de carencia de seguridad provocado en mi por la falsa creencia de que la seguridad es o se vincula a un objeto particular externo a mi.
La "carencia de seguridad" no es otra cosa que yo-mismo-pensando-así-y-creyéndomelo.
La creencia en la supuesta realidad del objeto mental al cual yo llamo seguridad es lo que genera la sensación de falta de seguridad en mi, al constatarse la carencia en mi vida de ese objeto específico.
Si, basándome en la memoria, recuerdo que la última vez que puede volar seguro era porque como Dumbo, llevaba una pluma mágica en la oreja, entonces en mi mente la seguridad como un modo de sentirme, estará condicionada a que tenga una pluma o no; y en la medida de mi convencimiento, si no logro dar con esa pluma, me voy a sentir muy pero muy inseguro.
Pero la seguridad no es ni fue nunca la pluma, como la inseguridad tampoco es la ausencia de la pluma.
Creer que necesito la pluma para sentirme seguro, eso es-y-crea la inseguridad.
Y darme cuenta de que esto es un delirio, de que no tiene ninguna realidad en mi sentir, y que tan sólo soy yo creyendo-asumiendo como verdadero algo que es totalmente falso, darme cuenta de ello, es lo que termina con toda traza de inseguridad en mi ser.
Cuando ya no hay ninguna sensación de carencia de seguridad en mi ser, tampoco hay ninguna "necesidad" de seguridad, ni ninguna seguridad que buscar en ningún lado, pues nadie siente ser-estar amenazado.
Creer que la seguridad-aprobación-control es algo distindo de mi (no-yo), eso es lo que la inseguridad-desaprobación-descontrol es.
El miedo a sufrir es sufrir de miedo; y el miedo es-el-sufrimiento.
El miedo a la soledad es-en-si el aislamiento de la vida.
El miedo al rechazo, a no ser aceptado-reconocido-valorado, el creer que necesito que otros me acepten para ser aceptable, eso es rechazarme a mi mismo por lo que soy y valgo, independientemente de que los demás sepan valorarme o no.
El miedo a no valer ante los ojos de otro es no valorarse, negarse el propio valer ante los propios ojos.
Y así ad-infinitum...
Pues el verdadero nombre del dios-miedo-deseo-necesidad-de-seguridad es legión.
Y aunque sus rostros o ropajes sean miles, su esencia es esta, a saber: creer-asumir que necesito X para poder sentirme ...
Una vuelta más de tuerca, es lo que podemos encotrar en los hábitos que son evidentemente destructivos y que aún así continuamos ejecutando.
Como el caso de la mujer golpeada-insultada-destratada que se deja seguir destratando.
O el de aquel o aquella que entre dos posibles relaciones, "elige" aquella en la cual se siente incompleta e insatisfecha, pero no "corre el peligro" de ser lastimada "más tarde".
Detrás de todo hábito psicológico, y especialmente detrás de todo hábito psicológico negativo, autodestructivo, o autosaboteador, lo que hay es la enfermiza y trastornada búsqueda de seguridad que me lleva a "preferir lo malo-conocido que lo bueno-por-conocer".
"Por lo menos así ya sé a qué atenerme".
Esa es la diabólica y mizerabilizante seducción de la zona confortable.
Que aunque mi vida sea una absoluta mierda humanamente insoportable, denigrante y sin sentido, es "por lo menos" una mierda conocida.
Aquel que ha sido golpeado reiteradamente en su vida, aquel que ha tenido muchos reveses, fácilmente se acobarda, y llega a pensar amargamente, que nunca un cambio puede ser para mejor.
Prefiere sufrir anticipadamente, a la posibilidad de "ilusionarse" y sufrir luego inesperadamente.
Y en la inmensa mayoría de los seres humanos, estos mecanismo no son jamás vistos ni investigados, y se sobrevive y se muere esclavo de ellos, creyendo que uno elige, cuando en realidad son sus miedos, sus amos, y no su corazón, los que eligen.
Cuando me doy cuanta de la falsedad de creer que la seguridad depende de tal o cual cosa externa a mi propio ser, es ahí entonces que la seguridad inherente al propio ser se deja sentir claramente...
Ese es el fin de todos nuestros miedos.
Y el nacer de esa confianza interior, en la cual puede el corazón del hombre florecer...
Richard Mesones.
Todo miedo es desear-buscar seguridad afuera.
Y esa seguridad externa, en el mundo de lo cambiante, no existe.
El buscar seguridad afuera, en donde no puede jamás ser hallada, es lo que crea el sentimiento de dependencia e inseguridad adentro, o sea, en uno.
La inseguridad, por tanto, soy yo mismo, pensando-creyendo que necesito de eso (X) para poder sentir-me esto (seguridad-aceptación-control-etc).
Todos nuestros miedos y "necesidades psicológicas" son deseo de cualidades inherentes al propio ser, cualidades que no nos damos cuenta de tener-ser, y que por tanto las buscamos afuera, donde no existen.
Y el seguir buscándolas afuera, es a su vez, lo que no nos permite percibirlas en nosotros mismos.
Desear algo es creer que no se lo tiene ya, y que necesito de tal o cual objeto-persona-circunstancia para poder sentirme así o asá.
El miedo es creer en un "objeto-seguridad" que está "allá afuera" en el mundo, o en un estado bioquímico particular del cerebro-mente; y al creerlo, no darme cuenta de que eso que siento como inseguridad-temor-miedo es en realidad el sentimiento de carencia de seguridad provocado en mi por la falsa creencia de que la seguridad es o se vincula a un objeto particular externo a mi.
La "carencia de seguridad" no es otra cosa que yo-mismo-pensando-así-y-creyéndomelo.
La creencia en la supuesta realidad del objeto mental al cual yo llamo seguridad es lo que genera la sensación de falta de seguridad en mi, al constatarse la carencia en mi vida de ese objeto específico.
Si, basándome en la memoria, recuerdo que la última vez que puede volar seguro era porque como Dumbo, llevaba una pluma mágica en la oreja, entonces en mi mente la seguridad como un modo de sentirme, estará condicionada a que tenga una pluma o no; y en la medida de mi convencimiento, si no logro dar con esa pluma, me voy a sentir muy pero muy inseguro.
Pero la seguridad no es ni fue nunca la pluma, como la inseguridad tampoco es la ausencia de la pluma.
Creer que necesito la pluma para sentirme seguro, eso es-y-crea la inseguridad.
Y darme cuenta de que esto es un delirio, de que no tiene ninguna realidad en mi sentir, y que tan sólo soy yo creyendo-asumiendo como verdadero algo que es totalmente falso, darme cuenta de ello, es lo que termina con toda traza de inseguridad en mi ser.
Cuando ya no hay ninguna sensación de carencia de seguridad en mi ser, tampoco hay ninguna "necesidad" de seguridad, ni ninguna seguridad que buscar en ningún lado, pues nadie siente ser-estar amenazado.
Creer que la seguridad-aprobación-control es algo distindo de mi (no-yo), eso es lo que la inseguridad-desaprobación-descontrol es.
El miedo a sufrir es sufrir de miedo; y el miedo es-el-sufrimiento.
El miedo a la soledad es-en-si el aislamiento de la vida.
El miedo al rechazo, a no ser aceptado-reconocido-valorado, el creer que necesito que otros me acepten para ser aceptable, eso es rechazarme a mi mismo por lo que soy y valgo, independientemente de que los demás sepan valorarme o no.
El miedo a no valer ante los ojos de otro es no valorarse, negarse el propio valer ante los propios ojos.
Y así ad-infinitum...
Pues el verdadero nombre del dios-miedo-deseo-necesidad-de-seguridad es legión.
Y aunque sus rostros o ropajes sean miles, su esencia es esta, a saber: creer-asumir que necesito X para poder sentirme ...
Una vuelta más de tuerca, es lo que podemos encotrar en los hábitos que son evidentemente destructivos y que aún así continuamos ejecutando.
Como el caso de la mujer golpeada-insultada-destratada que se deja seguir destratando.
O el de aquel o aquella que entre dos posibles relaciones, "elige" aquella en la cual se siente incompleta e insatisfecha, pero no "corre el peligro" de ser lastimada "más tarde".
Detrás de todo hábito psicológico, y especialmente detrás de todo hábito psicológico negativo, autodestructivo, o autosaboteador, lo que hay es la enfermiza y trastornada búsqueda de seguridad que me lleva a "preferir lo malo-conocido que lo bueno-por-conocer".
"Por lo menos así ya sé a qué atenerme".
Esa es la diabólica y mizerabilizante seducción de la zona confortable.
Que aunque mi vida sea una absoluta mierda humanamente insoportable, denigrante y sin sentido, es "por lo menos" una mierda conocida.
Aquel que ha sido golpeado reiteradamente en su vida, aquel que ha tenido muchos reveses, fácilmente se acobarda, y llega a pensar amargamente, que nunca un cambio puede ser para mejor.
Prefiere sufrir anticipadamente, a la posibilidad de "ilusionarse" y sufrir luego inesperadamente.
Y en la inmensa mayoría de los seres humanos, estos mecanismo no son jamás vistos ni investigados, y se sobrevive y se muere esclavo de ellos, creyendo que uno elige, cuando en realidad son sus miedos, sus amos, y no su corazón, los que eligen.
Cuando me doy cuanta de la falsedad de creer que la seguridad depende de tal o cual cosa externa a mi propio ser, es ahí entonces que la seguridad inherente al propio ser se deja sentir claramente...
Ese es el fin de todos nuestros miedos.
Y el nacer de esa confianza interior, en la cual puede el corazón del hombre florecer...
Richard Mesones.
sábado, 12 de diciembre de 2009
¿ Y sin esa idea...? ¿Qué sucede? ¿Cómo me siento? - (Preguntas Esenciales) -
.
Lo que es, ya es.
Y eso quiere decir que ya-fue.
Con sus dos sentidos esenciales insoslayables, a saber: que ya sucedió, no importa si hace diez años o cien, o diez días, o diez segundos o un segundo.
Ya sucedió y no hay ni habrá nada que nadie pueda hacer jamás, para que lo que ya sucedió, no haya ya-sucedido!
Cuando uno se da cuenta de ello, es después de haber acontecido, es cuando ya-sucedió.
El otro sentido de decir que algo ya pasó, es que ya pasó!
Ya pasó!
No está pasando ahora; por más placentero o doloroso que haya sido, pero ya no es más ni lo volverá a ser jamás!
Ya se terminó, murió, no existe más.
La única huella que dejó es en la memoria de quien recuerda el hecho, ¡y sólo cuando lo recuerda!
Recordar es pensar sobre algo que alguna vez fue pero que ya no es ni volverá a ser jamás.
Así, la vida es la manifestación constantemente cambiante, la danza de lo que es.
Es lo desconocido danzando bajo la apariencia del momento, la apariencia de lo que es.
Y esa apariencia sólo "dura" un instante; y muere inmediatamente para florecer en el instante siguiente.
Cada paso de ese danzar es único, e irrepetible.
Lo real no tiene "continuidad". Ni "dura" ni "cambia". Pues sólo cambia lo que dura y sólo dura lo que cambia. Ese es el mundo de las apariencias de lo real.
Lo real "está" más allá de las apariencias, el cambio, la duración, y las palabras.
Es la vida in-forme que todos somos y todo es.
Una vez dado, no se puede dar de vuelta ese mismo paso que ya se ha dado, que ya ha muerto; ni se puede volverlo atrás, ni corregirlo (pues no se puede hacer nada para que lo que ya fue de un modo no haya sido de ese modo!).
Todas nuestras reacciones psicológicas suceden bajo la "lógica" de que puedo hacer después algo para corregir lo que ya sucedió antes (¿¿¿???!!!).
Son la manifestación en hechos de la idea de que X "no debería" haber sido así (como fue).
La idea de que algo que es como es, no debería ser como es, es demencia.
Y no me refiero con esto a que no pueda ser distinto después, o a que uno deba tratar de mantener lo que sea tal cual está sin hacer nada en ninguna otra dirección, no.
Me refiero a que lo que es en este momento, es sólamente tal cual es, y así como es, es la única forma en que en-este-momento puede ser.
La única vida, la real, sólo es, simpre, en-este-momento.
Y este momento es como es, y sólo como es.
Cualquier otra cosa es estar usando este momento para pensar sobre lo que ya fue y ya no es ni volverá a ser, o para pensar sobre lo que podría o no llegar a ser pero que tampoco es.
O sea, es estar "perdiéndose" el momento, y por lo tanto la vida!
Pues la vida sólo es Ahora.
Lo único que me hace sentirme como un "yo" separado de la vida, es la identificación con la idea de que algo (X) que ya sucedió (hace mil años o hace una milésima de segundo) no debería haber sido así.
La idea de que X no debería ser como es, es en realidad, la idea de que X no debería haber sido como fue en el momento en que lo percibí (hace diez años o diez segundos o una diezmilésima de segundo).
El sentimiento de separación, de ser un "yo" encapsulado en el cuerpo y aislado del fluir de lo-que-es (y lo que es, es la vida manifestándose así), es entonces, una idea, un constructo mental, una creencia.
Sin esa creencia, hay amor, afecto.
Hay amor a lo que es, tal cual es.
Y desde ese amor, se responde a lo que es.
Y sólo esa respuesta puede despertar en quien está dormido en una creencia, su sentido de realidad, de integridad, de verdad interior.
Nadie va a cambiar en nada porque usted o yo opinemos que no debería haber sido como fue; por nuestra creencia de que no debería ser como es.
La imposición no funciona ni funcionó jamás, ni con uno ni con nadie.
Y si no me cree, fíjese en un millón de años de "evolución"...
Pero si uno no está identificado con esa idea, entonces uno cambió.
Lo demás es subsidiario.
Si alguien actúa destructivamente contra otros y contra si mismo, no es precisamente porque se ame o sepa amar.
El también cree que él mismo no debería haber sido como fue, y que no debería ser como es; por eso su vida es una constante lucha y un infierno por tratar de devenir como se supone que "debería" ser, por "llegar a ser".
Y eso es no dejar que ese sentido de profundo afecto incondicional florezca en el propio corazón.
La idea de que algo o alguien, empezando por uno mismo, no debería ser como es, es la negación misma del amor.
Y por nuestra identificación con dicha idea, es que el mundo es lo que es.
Si usted desea profunadamente que alguien pueda saber lo que es el verdadero amor, ámele usted primero, para que así pueda él o ella amarse.
"Enseñe" el amor, amando.
Nuestro amor a lo que es, tal cual es, es nuestro amor a la VIDA, como sea que esta se presente frente a nuestros ojos para ser amada.
Mírele sin la idea de que "no debería" ser como es, y le verá tal cual es.
Le verá siendo para usted, frente a usted, lo mejor que en este momento es capaz de ser.
Y ese ver es dar.
¿Y sin la idea de que X no debería ser así (como es) ?
¿Y sin la idea de que X no debería haber sido así?
¿Cómo sería la vida, mi vida, yo, sin la idea de que algo o alguien no debería haber sido tal cual y como fué?
¿Cómo me sentiría sin esa idea? ¿Sin esa creencia?
Pues eso es todo lo que es, una creencia, ya que está claro que no es esa la realidad de lo que es.
¿Y sin la idea de que mi vida no debería haber sido como fue?
¿Y sin la idea de que yo no debería haber sido como fui?
¿Y sin la idea de que mi vida no debería ser/haber sido como es/fue?
¿Y sin la idea de que fulana/o no debería haber sido como fue?
¿Y sin la idea de que fulana/o no debería ser como es?
Pregúntate simplemente cómo te sentirías sin esa idea, y deja que desde tu interior, desde la verdad de lo que éres, de tu verdadero sentir, tu mismo SENTIR que es la respuesta, te traiga la respuesta, que es la verdad manifestándose como tú, de ese modo único en que tú éres, con ese modo único e irrepetible de sentir.
Como dijo un día la verdad a través de alguien por ahí:
Ama, y haz lo que quieras...
Richard Mesones.
Lo que es, ya es.
Y eso quiere decir que ya-fue.
Con sus dos sentidos esenciales insoslayables, a saber: que ya sucedió, no importa si hace diez años o cien, o diez días, o diez segundos o un segundo.
Ya sucedió y no hay ni habrá nada que nadie pueda hacer jamás, para que lo que ya sucedió, no haya ya-sucedido!
Cuando uno se da cuenta de ello, es después de haber acontecido, es cuando ya-sucedió.
El otro sentido de decir que algo ya pasó, es que ya pasó!
Ya pasó!
No está pasando ahora; por más placentero o doloroso que haya sido, pero ya no es más ni lo volverá a ser jamás!
Ya se terminó, murió, no existe más.
La única huella que dejó es en la memoria de quien recuerda el hecho, ¡y sólo cuando lo recuerda!
Recordar es pensar sobre algo que alguna vez fue pero que ya no es ni volverá a ser jamás.
Así, la vida es la manifestación constantemente cambiante, la danza de lo que es.
Es lo desconocido danzando bajo la apariencia del momento, la apariencia de lo que es.
Y esa apariencia sólo "dura" un instante; y muere inmediatamente para florecer en el instante siguiente.
Cada paso de ese danzar es único, e irrepetible.
Lo real no tiene "continuidad". Ni "dura" ni "cambia". Pues sólo cambia lo que dura y sólo dura lo que cambia. Ese es el mundo de las apariencias de lo real.
Lo real "está" más allá de las apariencias, el cambio, la duración, y las palabras.
Es la vida in-forme que todos somos y todo es.
Una vez dado, no se puede dar de vuelta ese mismo paso que ya se ha dado, que ya ha muerto; ni se puede volverlo atrás, ni corregirlo (pues no se puede hacer nada para que lo que ya fue de un modo no haya sido de ese modo!).
Todas nuestras reacciones psicológicas suceden bajo la "lógica" de que puedo hacer después algo para corregir lo que ya sucedió antes (¿¿¿???!!!).
Son la manifestación en hechos de la idea de que X "no debería" haber sido así (como fue).
La idea de que algo que es como es, no debería ser como es, es demencia.
Y no me refiero con esto a que no pueda ser distinto después, o a que uno deba tratar de mantener lo que sea tal cual está sin hacer nada en ninguna otra dirección, no.
Me refiero a que lo que es en este momento, es sólamente tal cual es, y así como es, es la única forma en que en-este-momento puede ser.
La única vida, la real, sólo es, simpre, en-este-momento.
Y este momento es como es, y sólo como es.
Cualquier otra cosa es estar usando este momento para pensar sobre lo que ya fue y ya no es ni volverá a ser, o para pensar sobre lo que podría o no llegar a ser pero que tampoco es.
O sea, es estar "perdiéndose" el momento, y por lo tanto la vida!
Pues la vida sólo es Ahora.
Lo único que me hace sentirme como un "yo" separado de la vida, es la identificación con la idea de que algo (X) que ya sucedió (hace mil años o hace una milésima de segundo) no debería haber sido así.
La idea de que X no debería ser como es, es en realidad, la idea de que X no debería haber sido como fue en el momento en que lo percibí (hace diez años o diez segundos o una diezmilésima de segundo).
El sentimiento de separación, de ser un "yo" encapsulado en el cuerpo y aislado del fluir de lo-que-es (y lo que es, es la vida manifestándose así), es entonces, una idea, un constructo mental, una creencia.
Sin esa creencia, hay amor, afecto.
Hay amor a lo que es, tal cual es.
Y desde ese amor, se responde a lo que es.
Y sólo esa respuesta puede despertar en quien está dormido en una creencia, su sentido de realidad, de integridad, de verdad interior.
Nadie va a cambiar en nada porque usted o yo opinemos que no debería haber sido como fue; por nuestra creencia de que no debería ser como es.
La imposición no funciona ni funcionó jamás, ni con uno ni con nadie.
Y si no me cree, fíjese en un millón de años de "evolución"...
Pero si uno no está identificado con esa idea, entonces uno cambió.
Lo demás es subsidiario.
Si alguien actúa destructivamente contra otros y contra si mismo, no es precisamente porque se ame o sepa amar.
El también cree que él mismo no debería haber sido como fue, y que no debería ser como es; por eso su vida es una constante lucha y un infierno por tratar de devenir como se supone que "debería" ser, por "llegar a ser".
Y eso es no dejar que ese sentido de profundo afecto incondicional florezca en el propio corazón.
La idea de que algo o alguien, empezando por uno mismo, no debería ser como es, es la negación misma del amor.
Y por nuestra identificación con dicha idea, es que el mundo es lo que es.
Si usted desea profunadamente que alguien pueda saber lo que es el verdadero amor, ámele usted primero, para que así pueda él o ella amarse.
"Enseñe" el amor, amando.
Nuestro amor a lo que es, tal cual es, es nuestro amor a la VIDA, como sea que esta se presente frente a nuestros ojos para ser amada.
Mírele sin la idea de que "no debería" ser como es, y le verá tal cual es.
Le verá siendo para usted, frente a usted, lo mejor que en este momento es capaz de ser.
Y ese ver es dar.
¿Y sin la idea de que X no debería ser así (como es) ?
¿Y sin la idea de que X no debería haber sido así?
¿Cómo sería la vida, mi vida, yo, sin la idea de que algo o alguien no debería haber sido tal cual y como fué?
¿Cómo me sentiría sin esa idea? ¿Sin esa creencia?
Pues eso es todo lo que es, una creencia, ya que está claro que no es esa la realidad de lo que es.
¿Y sin la idea de que mi vida no debería haber sido como fue?
¿Y sin la idea de que yo no debería haber sido como fui?
¿Y sin la idea de que mi vida no debería ser/haber sido como es/fue?
¿Y sin la idea de que fulana/o no debería haber sido como fue?
¿Y sin la idea de que fulana/o no debería ser como es?
Pregúntate simplemente cómo te sentirías sin esa idea, y deja que desde tu interior, desde la verdad de lo que éres, de tu verdadero sentir, tu mismo SENTIR que es la respuesta, te traiga la respuesta, que es la verdad manifestándose como tú, de ese modo único en que tú éres, con ese modo único e irrepetible de sentir.
Como dijo un día la verdad a través de alguien por ahí:
Ama, y haz lo que quieras...
Richard Mesones.
domingo, 29 de noviembre de 2009
La vida es la manifestación de lo ABSOLUTO.
Esto no es ni un relato de ciencia ficción ni un ensayo sobre creencias, perspectivas, opiniones o puntos de vista.
Es el estracto de una carta que fue escrita en respuesta a un amigo de camino.
No tiene ningún sentido propagandístico, interés o intención de convencer ni de vender nada.
Surgíó espontáneamente, en la naturalidad del compartir.
Con ese mismo ánimo, es ahora volcada aquí.
R.
No hay nadie ni nada separado de la Verdad.
No hay nadie ni nada separado de la Unidad.
No hay nadie ni nada separado de lo Absoluto, de la Vida, de la Conciencia Una.
No hay nada ni nadie, pues no hay "yo", que es separación.
Y esto no es una "experiencia" que un "yo-experimentador" experimenta.
Esto es vivencia, sin dualidad de experimentador-experiencia; viviencia en la cual todo sentido de "yo soy" se disuelve mostrándo así su relatividad, su transitoriedad.
La verdad no es una percepción.
Éres tú, dándote cuenta de ti mismo, sintiéndote sin distorsión.
Sintiéndote de verdad.
Ilimitado, sin cualidad, más allá de todo lo que se pueda describir o identificar.
La verdad no es para unos pocos, unas pocas "almas escogidas".
Ni tampoco son unos pocos los que la "han realizado".
Todo y todos somos la manifestación de la VERDAD.
Tuve en mi caminar muchísimas experiencias destacables y deseadas por muchos, así como comprensiones sobre esta o aquella realidad.
Estados de éxtasis sin comparación, de beatitud y trasendencia.
Pero todo esto fueron experiencias que mantenían aún en el transfondo la identidad de un "experimentador" separado.
Y todas pasaron.
Ya no son, se extinguieron, se apagaron.
Y junto con el ver su transitoriedad y falta de realidad, "fue muriendo" con ellas esa falsa identidad, ese "yo que he experimentado y comprendido tanto y cuanto" que yo creía ser, y que en realidad jamás había existido.
En la realidad una, no hay nada que hacer, ni nada que comprender, ni nadie para hacer o no hacer nada.
Un día, sin ninguna práctica ni voluntad mía de por medio, lo absoluto como yo se dio cuenta de si mismo, de ser lo absoluto.
No tengo palabras con que describir o expresar lo vivenciado.
"Yo" se diluye sin dejar rastro en el Absoluto mar de la felicidad más absoluta.
Y en ella, sin ser níngún "yo", sin ser un "algo", sigue habiendo aún, darse cuenta, de la absoluta felicidad absoluta que en la realidad se es.
No que "yo" soy. Sino de la realidad que el "no-yo" ES.
Tratando de pasarlo a palabras, algunos han dicho: "Tú éres ESO".
O "Yo soy ESO".
Tratando de apuntar a lo real, a lo Absoluto Único.
Pero en realidad, la realidad es que no hay ningún "Yo" que sea idéntico con ESO.
Hay sólo ESO, que se manifiesta como "tú", "yo", el árbol, la planta, la piedra y la estrella.
ESO, que es la Vida siendo, manifestandose.
ESO que es lo Absoluto.
Y es absoluta felicidad más allá de lo que las palabras podrán jamás describir.
Cuando la atención fluye "hacia afuera" crea la mente (yo soy), los sentidos y el mundo.
Cuando la atención se vuelve "hacia adentro" desaparece el mundo, los sentidos y yo mismo, y se da cuenta de ser lo-y-en lo Absoluto.
Pero, insisto, no es una "experiencia", sino una no-experiencia, en la cual por no haber un "yo"-punto-de-referencia para la misma, la memoria no tiene forma de apresarla y volvera un "recuerdo" reproducible.
Todo lo que sea que diga son sólo palabras que jamás pueden transmitir la cosa real.
Esta vivencia cambió mi vida de un modo que jamás podría haber planeado.
(Otra vez contaré los detalles de la misma.)
No de manera abrupta ni espectacular como puede haberle sucedido a otros.
Sino que los "cimientos" de todo lo que hasta ese momento creía mi veradera identidad separada habían sido sacados de mi; y de ahí en más todas las demás nociones que acompañaban ese falso sentido de identidad iban a empezar a tornarse evidentes para la conciencia en su falta de realidad, de verdad.
Entoces supe, íntimamente, que no había nada que "hacer" para "llegar" a unirme con aquello de lo cual jamás me había seprarado.
No sólo eso, sino que no había realmente "nadie" que pudiera hacer ningún tipo de camino a ningún lado.
Más aún, "yo" no era, ni nadie ni nada era; sólo ESO es.
Entonces nada es necesario, ni nada hay que buscar.
Y todos no somos más que ESO único, manifestándose con una creatividad y diversidad infinitas.
Nada más hay.
¿Para qué la autoindagación?
Indagar abre en la conciencia una brecha en la corriente de las creencias que nos posibilite vernos, darnos cuenta, y darnos cuenta de que nada más es necesario; y son así removidos de la conciencia, del darse cuenta, todas aquellas creencias o mentiras que fabrican ese falso sentimiento de ser un "yo" separado de la Vida Una; "obstáculos" estos que, sin modificar el hecho de que ya soy ESO, en tanto no sean vistos como mentiras, van a mantener en mi como manifestación particular esa forma de sentirme.
Como decía K,"el primer paso es el último paso".
Sin esas creencias, lo que "queda" es la Vida, disfrutándo de ser "yo", "tú", la hierba, la mariposa y la estrella.
Sin ningún sentido de nada extraordinario ni espectacular.
Más bien natural, sin nada que perder ni nada que ganar, nunca más.
Richard Mesones.
Es el estracto de una carta que fue escrita en respuesta a un amigo de camino.
No tiene ningún sentido propagandístico, interés o intención de convencer ni de vender nada.
Surgíó espontáneamente, en la naturalidad del compartir.
Con ese mismo ánimo, es ahora volcada aquí.
R.
No hay nadie ni nada separado de la Verdad.
No hay nadie ni nada separado de la Unidad.
No hay nadie ni nada separado de lo Absoluto, de la Vida, de la Conciencia Una.
No hay nada ni nadie, pues no hay "yo", que es separación.
Y esto no es una "experiencia" que un "yo-experimentador" experimenta.
Esto es vivencia, sin dualidad de experimentador-experiencia; viviencia en la cual todo sentido de "yo soy" se disuelve mostrándo así su relatividad, su transitoriedad.
La verdad no es una percepción.
Éres tú, dándote cuenta de ti mismo, sintiéndote sin distorsión.
Sintiéndote de verdad.
Ilimitado, sin cualidad, más allá de todo lo que se pueda describir o identificar.
La verdad no es para unos pocos, unas pocas "almas escogidas".
Ni tampoco son unos pocos los que la "han realizado".
Todo y todos somos la manifestación de la VERDAD.
Tuve en mi caminar muchísimas experiencias destacables y deseadas por muchos, así como comprensiones sobre esta o aquella realidad.
Estados de éxtasis sin comparación, de beatitud y trasendencia.
Pero todo esto fueron experiencias que mantenían aún en el transfondo la identidad de un "experimentador" separado.
Y todas pasaron.
Ya no son, se extinguieron, se apagaron.
Y junto con el ver su transitoriedad y falta de realidad, "fue muriendo" con ellas esa falsa identidad, ese "yo que he experimentado y comprendido tanto y cuanto" que yo creía ser, y que en realidad jamás había existido.
En la realidad una, no hay nada que hacer, ni nada que comprender, ni nadie para hacer o no hacer nada.
Un día, sin ninguna práctica ni voluntad mía de por medio, lo absoluto como yo se dio cuenta de si mismo, de ser lo absoluto.
No tengo palabras con que describir o expresar lo vivenciado.
"Yo" se diluye sin dejar rastro en el Absoluto mar de la felicidad más absoluta.
Y en ella, sin ser níngún "yo", sin ser un "algo", sigue habiendo aún, darse cuenta, de la absoluta felicidad absoluta que en la realidad se es.
No que "yo" soy. Sino de la realidad que el "no-yo" ES.
Tratando de pasarlo a palabras, algunos han dicho: "Tú éres ESO".
O "Yo soy ESO".
Tratando de apuntar a lo real, a lo Absoluto Único.
Pero en realidad, la realidad es que no hay ningún "Yo" que sea idéntico con ESO.
Hay sólo ESO, que se manifiesta como "tú", "yo", el árbol, la planta, la piedra y la estrella.
ESO, que es la Vida siendo, manifestandose.
ESO que es lo Absoluto.
Y es absoluta felicidad más allá de lo que las palabras podrán jamás describir.
Cuando la atención fluye "hacia afuera" crea la mente (yo soy), los sentidos y el mundo.
Cuando la atención se vuelve "hacia adentro" desaparece el mundo, los sentidos y yo mismo, y se da cuenta de ser lo-y-en lo Absoluto.
Pero, insisto, no es una "experiencia", sino una no-experiencia, en la cual por no haber un "yo"-punto-de-referencia para la misma, la memoria no tiene forma de apresarla y volvera un "recuerdo" reproducible.
Todo lo que sea que diga son sólo palabras que jamás pueden transmitir la cosa real.
Esta vivencia cambió mi vida de un modo que jamás podría haber planeado.
(Otra vez contaré los detalles de la misma.)
No de manera abrupta ni espectacular como puede haberle sucedido a otros.
Sino que los "cimientos" de todo lo que hasta ese momento creía mi veradera identidad separada habían sido sacados de mi; y de ahí en más todas las demás nociones que acompañaban ese falso sentido de identidad iban a empezar a tornarse evidentes para la conciencia en su falta de realidad, de verdad.
Entoces supe, íntimamente, que no había nada que "hacer" para "llegar" a unirme con aquello de lo cual jamás me había seprarado.
No sólo eso, sino que no había realmente "nadie" que pudiera hacer ningún tipo de camino a ningún lado.
Más aún, "yo" no era, ni nadie ni nada era; sólo ESO es.
Entonces nada es necesario, ni nada hay que buscar.
Y todos no somos más que ESO único, manifestándose con una creatividad y diversidad infinitas.
Nada más hay.
¿Para qué la autoindagación?
Indagar abre en la conciencia una brecha en la corriente de las creencias que nos posibilite vernos, darnos cuenta, y darnos cuenta de que nada más es necesario; y son así removidos de la conciencia, del darse cuenta, todas aquellas creencias o mentiras que fabrican ese falso sentimiento de ser un "yo" separado de la Vida Una; "obstáculos" estos que, sin modificar el hecho de que ya soy ESO, en tanto no sean vistos como mentiras, van a mantener en mi como manifestación particular esa forma de sentirme.
Como decía K,"el primer paso es el último paso".
Sin esas creencias, lo que "queda" es la Vida, disfrutándo de ser "yo", "tú", la hierba, la mariposa y la estrella.
Sin ningún sentido de nada extraordinario ni espectacular.
Más bien natural, sin nada que perder ni nada que ganar, nunca más.
Richard Mesones.
viernes, 27 de noviembre de 2009
La mente y el Silencio.
Hay un ámbito dónde la mente es necesaria y su funcionamiento adecuado.
El problema se sucita cuando se la utiliza en el ámbito interno, donde toda noción mental que se acepte como válida distorsiona nuestro verdadero sentir interior creando una "brecha" en nuestra sensibilidad-conciencia que nos hace sentirnos confusos, "separados" de nuestra verdadera naturaleza, de nuestro sentir original.
Por tanto, el asunto no es realmente como dominar o matar la mente, sino como terminar con la identificación con el pensamiento, que es lo que hace que el condicionamiento o conocimiento "invadan" el terreno del ser, de la pura sensibilidad original.
Silencio no es ausencia de pensamientos, como muchos suelen creer.
Silencio es ausencia del sentido mental de "yo".
"Yo que soy imperfecto" es un pensamiento con el cual me he identificado.
Pero "yo que soy perfecto" también es otro pensamiento con el cual me he identificado.
Y cualquier pensamiento con el cual me identifique me falsea; distorsiona mi conciencia de lo que realmente soy, "haciéndome" sentir según el argumento que el pensamiento propone, en función del mismo y de las circunstancias que supuestamente lo confirman.
De ese modo me vuelvo esclavo de una "imágen", especie de ídolo mental que el pensamiento ha fabricado, y que de ahora en más deberé defender y tratar de mantener por todos los medios posibles como si esa imágen fuera Yo.
El conocimiento o condicionamiento mental no genera por sí mismo ningún problema o infelicidad.
El pensamiento no es en si el problema.
El problema es creérselo, asumirlo como "mi verdadero sentir".
Si a uno lo bombardean con mentiras, pero uno sabe-siente claramente que son mentiras, entonces esas voces no producen ninguna reacción emocional en uno.
No tienen ningún efecto.
Es sólo cuando creemos que lo que oímos física o mentalmente, es verdad, cuando esta información crea una reacción emocional en nuestro ser.
Creer, asumir, es identificarse.
Lo único necesario a "hacer" es indagar en la veracidad o no veracidad de lo que el pensamiento propone.
Este es el fin de la identificación con el pensamiento.
Y el "comienzo" de lo que siempre ha sido, es y será, de eso que brilla sin opacidad en el ahora atemporal.
De esa espaciosidad interior en la cual no hay ni ha habido jamás, la más mínima sombra de conflicto, separación, resistencia o infelicidad.
Richard Mesones.
El problema se sucita cuando se la utiliza en el ámbito interno, donde toda noción mental que se acepte como válida distorsiona nuestro verdadero sentir interior creando una "brecha" en nuestra sensibilidad-conciencia que nos hace sentirnos confusos, "separados" de nuestra verdadera naturaleza, de nuestro sentir original.
Por tanto, el asunto no es realmente como dominar o matar la mente, sino como terminar con la identificación con el pensamiento, que es lo que hace que el condicionamiento o conocimiento "invadan" el terreno del ser, de la pura sensibilidad original.
Silencio no es ausencia de pensamientos, como muchos suelen creer.
Silencio es ausencia del sentido mental de "yo".
"Yo que soy imperfecto" es un pensamiento con el cual me he identificado.
Pero "yo que soy perfecto" también es otro pensamiento con el cual me he identificado.
Y cualquier pensamiento con el cual me identifique me falsea; distorsiona mi conciencia de lo que realmente soy, "haciéndome" sentir según el argumento que el pensamiento propone, en función del mismo y de las circunstancias que supuestamente lo confirman.
De ese modo me vuelvo esclavo de una "imágen", especie de ídolo mental que el pensamiento ha fabricado, y que de ahora en más deberé defender y tratar de mantener por todos los medios posibles como si esa imágen fuera Yo.
El conocimiento o condicionamiento mental no genera por sí mismo ningún problema o infelicidad.
El pensamiento no es en si el problema.
El problema es creérselo, asumirlo como "mi verdadero sentir".
Si a uno lo bombardean con mentiras, pero uno sabe-siente claramente que son mentiras, entonces esas voces no producen ninguna reacción emocional en uno.
No tienen ningún efecto.
Es sólo cuando creemos que lo que oímos física o mentalmente, es verdad, cuando esta información crea una reacción emocional en nuestro ser.
Creer, asumir, es identificarse.
Lo único necesario a "hacer" es indagar en la veracidad o no veracidad de lo que el pensamiento propone.
Este es el fin de la identificación con el pensamiento.
Y el "comienzo" de lo que siempre ha sido, es y será, de eso que brilla sin opacidad en el ahora atemporal.
De esa espaciosidad interior en la cual no hay ni ha habido jamás, la más mínima sombra de conflicto, separación, resistencia o infelicidad.
Richard Mesones.
martes, 24 de noviembre de 2009
Lo que Es, tal cual Es.
.
Todo el problema es creer que uno necesita algo que no necesita.
Y todo el miedo, el temor psicológico, procede de creer que necesito para sentirme bien algo que en realidad no necesito, y que podría por tanto no obtener de la cambiante realidad eso que tanto "necesito" para poder llegar a sentirme en comunión con la vida.
Unidad, es en realidad, no-dualidad.
Es darse cuenta de lo que es tal cual es, sin creerme la idea de que necesito que algo o alguien sea distinto de como es para poder sentirme en unidad.
En este darme cuenta de darme cuenta no hay dualidad interior, dualidad mental entre lo que es y "lo que debería ser".
No hay por tanto conflicto interior ni sentido alguno de separación.
Ni hay tampoco la conformidad a lo que es.
Hay claridad interior, e inteligencia y compasión para responder al reto de lo que es, tal cual es.
Y no hay nada que se pueda hacer para darse cuenta de darse cuenta.
Cuando se ve que todo "hacer" es lo que crea la supuesta "dualidad" mental que inhibe el natural darse cuenta de darse cuenta, entonces toda voluntad cesa naturalmente.
En ese no-hacer, en ese no-movimiento, hay darse cuenta de darse cuenta.
Richard Mesones.
Todo el problema es creer que uno necesita algo que no necesita.
Y todo el miedo, el temor psicológico, procede de creer que necesito para sentirme bien algo que en realidad no necesito, y que podría por tanto no obtener de la cambiante realidad eso que tanto "necesito" para poder llegar a sentirme en comunión con la vida.
Unidad, es en realidad, no-dualidad.
Es darse cuenta de lo que es tal cual es, sin creerme la idea de que necesito que algo o alguien sea distinto de como es para poder sentirme en unidad.
En este darme cuenta de darme cuenta no hay dualidad interior, dualidad mental entre lo que es y "lo que debería ser".
No hay por tanto conflicto interior ni sentido alguno de separación.
Ni hay tampoco la conformidad a lo que es.
Hay claridad interior, e inteligencia y compasión para responder al reto de lo que es, tal cual es.
Y no hay nada que se pueda hacer para darse cuenta de darse cuenta.
Cuando se ve que todo "hacer" es lo que crea la supuesta "dualidad" mental que inhibe el natural darse cuenta de darse cuenta, entonces toda voluntad cesa naturalmente.
En ese no-hacer, en ese no-movimiento, hay darse cuenta de darse cuenta.
Richard Mesones.
El único impedimento.
-
Siempre es la misma historia, con variaciones.
Es la misma historia, el mismo perro con distinto collar.
Para todo, y para todos.
¿Qué nos impide sentirnos uno con la Vida?
¿Qué nos impide sentirnos ser-en-Unidad ?
Sólo una cosa, siempre la misma: creer que necesitamos algo que no necesitamos.
Entonces inevitablemente miramos fuera de nuestra interioridad, en busca de...
En unidad es en unidad con todo que es el TODO.
¿Qué le puede "faltar" al TODO ?
Ese sentido de totalidad es inherente a toda manifestación de esa Vida Una, de esa Vida indivisible, de esa Unidad que se manifiesta diversamente como cada cosa y cada ser.
Estar en unidad con uno mismo es estar en unidad con la vida.
Estar en unidad con la vida es estar en unidad con uno mismo; pues uno mismo no es otra cosa que la vida manifestándose de ese modo único llamado "uno mismo".
Inherente al sentido de integridad, de unidad, es el sentido de totalidad, o mejor dicho, de no división, no separación, no dualidad, y no carencia!
Indagar en la supuesta "necesidad" de hacer u obtener esto o aquello para poder sentirme en unidad es poner al descubierto la mentira, la falsedad de dicha creencia.
Cuando lo falso cae, lo verdadero no necesita ser buscado; lo verdadero, ahora ya no distorsionado, es lo que queda.
Lo que siempre ha estado.
El sentido de unidad inherente al ser.
Y esto es cortar de un hachazo nuestro miedo más visceral; a saber; el miedo a la separación, a la exclusión, a quedarme fuera de la gracia; a poder ser expulsado para siempre del jardín del Edén.
O sea, del sentido de unidad.
El miedo a sentirme separado, aislado del fluír de la Vida.
Nuestro miedo más ridículo y estúpido, nuestro miedo imposible: el miedo a no ser lo que somos, a "perderlo"; a "dejar de serlo", etc.
El miedo de la unidad ante la amenaza de poder dejar de ser un día la unidad.
El miedo de la vida a poder dejar de ser un día la vida.
El miedo de la luz a poder dejar de ser un día la luz.
El miedo ante una amenaza que no existe, que jamás existió, y que jamás podrá existir.
Jamás.
Somos la unidad, y la unidad es lo que todo es, y aparte de ella nada más es.
Y ella es lo que es y no "puede" dejarlo de ser; jamás.
No existe el "peligro" de dejar-de-ser-quedarse-fuera-de la unidad.
Siempre hemos sido, somos, y seremos, la gracia, la unidad manifestándose.
Somos la unidad manifestándose como lo-que somos.
Y creer que somos un "yo que necesito esto o aquello para poder sentirme en unidad" es lo que la ignorancia y el sufrimiento son.
Es no darse cuenta de que querer sentirme uno, es, en realidad, ser la unidad queriéndo sentirse.
Richard Mesones.
Siempre es la misma historia, con variaciones.
Es la misma historia, el mismo perro con distinto collar.
Para todo, y para todos.
¿Qué nos impide sentirnos uno con la Vida?
¿Qué nos impide sentirnos ser-en-Unidad ?
Sólo una cosa, siempre la misma: creer que necesitamos algo que no necesitamos.
Entonces inevitablemente miramos fuera de nuestra interioridad, en busca de...
En unidad es en unidad con todo que es el TODO.
¿Qué le puede "faltar" al TODO ?
Ese sentido de totalidad es inherente a toda manifestación de esa Vida Una, de esa Vida indivisible, de esa Unidad que se manifiesta diversamente como cada cosa y cada ser.
Estar en unidad con uno mismo es estar en unidad con la vida.
Estar en unidad con la vida es estar en unidad con uno mismo; pues uno mismo no es otra cosa que la vida manifestándose de ese modo único llamado "uno mismo".
Inherente al sentido de integridad, de unidad, es el sentido de totalidad, o mejor dicho, de no división, no separación, no dualidad, y no carencia!
Indagar en la supuesta "necesidad" de hacer u obtener esto o aquello para poder sentirme en unidad es poner al descubierto la mentira, la falsedad de dicha creencia.
Cuando lo falso cae, lo verdadero no necesita ser buscado; lo verdadero, ahora ya no distorsionado, es lo que queda.
Lo que siempre ha estado.
El sentido de unidad inherente al ser.
Y esto es cortar de un hachazo nuestro miedo más visceral; a saber; el miedo a la separación, a la exclusión, a quedarme fuera de la gracia; a poder ser expulsado para siempre del jardín del Edén.
O sea, del sentido de unidad.
El miedo a sentirme separado, aislado del fluír de la Vida.
Nuestro miedo más ridículo y estúpido, nuestro miedo imposible: el miedo a no ser lo que somos, a "perderlo"; a "dejar de serlo", etc.
El miedo de la unidad ante la amenaza de poder dejar de ser un día la unidad.
El miedo de la vida a poder dejar de ser un día la vida.
El miedo de la luz a poder dejar de ser un día la luz.
El miedo ante una amenaza que no existe, que jamás existió, y que jamás podrá existir.
Jamás.
Somos la unidad, y la unidad es lo que todo es, y aparte de ella nada más es.
Y ella es lo que es y no "puede" dejarlo de ser; jamás.
No existe el "peligro" de dejar-de-ser-quedarse-fuera-de la unidad.
Siempre hemos sido, somos, y seremos, la gracia, la unidad manifestándose.
Somos la unidad manifestándose como lo-que somos.
Y creer que somos un "yo que necesito esto o aquello para poder sentirme en unidad" es lo que la ignorancia y el sufrimiento son.
Es no darse cuenta de que querer sentirme uno, es, en realidad, ser la unidad queriéndo sentirse.
Richard Mesones.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Para darse cuenta de darse cuenta...
-
Lo único necesario para vivir una vida clara, libre de todo conflicto-confusión-sufrimiento, iluminada y trascendente, es darse cuenta de darse cuenta.
Y no hay nada que se pueda hacer para darse cuenta de darse cuenta;
pero, tampoco hay nada que se necesite hacer para darse cuenta de darse cuenta!
Lo único necesario para darse cuenta de darse cuenta, es darse cuenta de que no se necesita de hacer nada para darse cuenta de darse cuenta!
Richard Mesones.
Lo único necesario para vivir una vida clara, libre de todo conflicto-confusión-sufrimiento, iluminada y trascendente, es darse cuenta de darse cuenta.
Y no hay nada que se pueda hacer para darse cuenta de darse cuenta;
pero, tampoco hay nada que se necesite hacer para darse cuenta de darse cuenta!
Lo único necesario para darse cuenta de darse cuenta, es darse cuenta de que no se necesita de hacer nada para darse cuenta de darse cuenta!
Richard Mesones.
sábado, 21 de noviembre de 2009
¿Qué es confusión?
-
Confusión es cree que uno es un "yo-que-necesito-que-X-no-sea-así-para-poder-sentirme-en-paz-con-la-vida".
Sin esa falsa creencia, al ver la FALSEDAD de la misma, lo que queda, es lo que SOY.
Ese SOY que todos somos.
El mismo SOY.
Lo que queda es COMUNIDAD.
La Común-Unidad inalterable de todo lo que es, en el fluir constantemente cambiante de las apariencias de lo que es.
Richard Mesones.
Confusión es cree que uno es un "yo-que-necesito-que-X-no-sea-así-para-poder-sentirme-en-paz-con-la-vida".
Sin esa falsa creencia, al ver la FALSEDAD de la misma, lo que queda, es lo que SOY.
Ese SOY que todos somos.
El mismo SOY.
Lo que queda es COMUNIDAD.
La Común-Unidad inalterable de todo lo que es, en el fluir constantemente cambiante de las apariencias de lo que es.
Richard Mesones.
No hay dos problemas que resolver!
.
No hay ni ha habido jamás dos problemas que resolver.
A lo sumo, tan sólo uno, si acaso.
El de la acción adecuada.
La acción que es gracia, que es fluir en unidad.
La acción que es paz, comunión; que nace de la paz, y que se desarrolla y muere en la paz.
Esa acción es el producto espontáneo de la claridad interior.
Si ese asunto es resuelto, ¿qué asunto quedaría por resolver?
Y la claridad interior no es algo que se pueda alcanzar.
Así como cuando el ojo no está obstruído la resultante natural es la visión, así mismo cuando la mente no está ofuscada por la confusión su ser natural es-la-claridad misma.
Por tanto el problema que nos reta se llama confusión.
Y la confusión no es algo en si real.
Es, muy por el contrario, no darse cuenta de estar tomando como real algo que no lo es.
Es creer que se necesita algo que no se necesita.
Pero mientras se creea necesitarlo uno se sentirá indefectiblemente "necesitado" de ello como si dicha carencia fuese real.
Esa es la "magia" trás el asumir que es la negación del darse cuenta.
Por tanto el verdadero "problema" o reto no es algo a "resolver", sino una cuestión a investigar, a indagar para ver la verdad o falsedad de los constructos o creencias mentales que lo sustentan.
No existe tal cosa como la "carencia o necesidad interior" propiamente dicha.
Exite la sensación de incomodidad interior, de tensión, de malestar o sufrimiento, de descontento, como señalador de que he asumido como real, como verdadera en relación a mi sentir, una supuesta "necesidad" que en realidad, en mi verdadero sentir, no es tal, no existe.
El sentido de totalidad, de completitud es inherente a la integridad del ser, y no a una circunstancia material o bioquímica particular.
Es independiente del fluir de lo que es.
Y por tanto no necesita de ninguna condición en particular de este para poder ser.
Es autónomo.
Pues es la naturaleza misma de ESO que es lo único que ES, de eso que es TODO.
O sea que frente a un "problema" o malestar interior, lo único inteligente de "hacer" es indagar.
Cuando se ve con claridad que no se necesita lo que se creía necesitar para sentirse en paz, en comunión, entonces, hay comunión, y hay claridad interior.
Y la acción adecuada brotará en el momento de esa claridad.
Ricahrd Mesones.
No hay ni ha habido jamás dos problemas que resolver.
A lo sumo, tan sólo uno, si acaso.
El de la acción adecuada.
La acción que es gracia, que es fluir en unidad.
La acción que es paz, comunión; que nace de la paz, y que se desarrolla y muere en la paz.
Esa acción es el producto espontáneo de la claridad interior.
Si ese asunto es resuelto, ¿qué asunto quedaría por resolver?
Y la claridad interior no es algo que se pueda alcanzar.
Así como cuando el ojo no está obstruído la resultante natural es la visión, así mismo cuando la mente no está ofuscada por la confusión su ser natural es-la-claridad misma.
Por tanto el problema que nos reta se llama confusión.
Y la confusión no es algo en si real.
Es, muy por el contrario, no darse cuenta de estar tomando como real algo que no lo es.
Es creer que se necesita algo que no se necesita.
Pero mientras se creea necesitarlo uno se sentirá indefectiblemente "necesitado" de ello como si dicha carencia fuese real.
Esa es la "magia" trás el asumir que es la negación del darse cuenta.
Por tanto el verdadero "problema" o reto no es algo a "resolver", sino una cuestión a investigar, a indagar para ver la verdad o falsedad de los constructos o creencias mentales que lo sustentan.
No existe tal cosa como la "carencia o necesidad interior" propiamente dicha.
Exite la sensación de incomodidad interior, de tensión, de malestar o sufrimiento, de descontento, como señalador de que he asumido como real, como verdadera en relación a mi sentir, una supuesta "necesidad" que en realidad, en mi verdadero sentir, no es tal, no existe.
El sentido de totalidad, de completitud es inherente a la integridad del ser, y no a una circunstancia material o bioquímica particular.
Es independiente del fluir de lo que es.
Y por tanto no necesita de ninguna condición en particular de este para poder ser.
Es autónomo.
Pues es la naturaleza misma de ESO que es lo único que ES, de eso que es TODO.
O sea que frente a un "problema" o malestar interior, lo único inteligente de "hacer" es indagar.
Cuando se ve con claridad que no se necesita lo que se creía necesitar para sentirse en paz, en comunión, entonces, hay comunión, y hay claridad interior.
Y la acción adecuada brotará en el momento de esa claridad.
Ricahrd Mesones.
CONFUSIÓN ES EL NOMBRE DE LA ÚNICA ENFERMEDAD (corregido).
Claridad es poder discernir nìtidamente cual es mi sentir real y cual no lo es.
Ver lo falso como tal para que sòlo lo verdadero quede en mi asumido como tal.
Y poder asì responder desde mi sentir real a la realidad, a lo que es, en comuniòn con lo real, desde lo real.
Lo real respondiéndo a lo real.
La Verdad que es ESO que ES manifestándose como lo-que-es a cada momento en cada quien y en todo nuestro alrededor.
Como la realidad.
El fin de la ilusiòn (ignorancia de què es real) es el fin de la pretendida "separaciòn" de lo real y el fin del sufrimiento.
Es el fin de la extrtanjerización de uno mismo que supone el asumir que uno siente de un modo que no siente, y que no siente del modo que sí siente.
Es el fin del divorcio interior. De la fragmentación. De la dualidad. Del conflicto.
El fin de la confusiòn es claridad, es realidad y comuniòn con-en lo real.
Es integridad. Integralidad de lo único que ES, de lo único que hay.
CONFUSIÓN es el nombre de la ùnica enfermedad que sufre y ha sufrido siempre la humanidad.
Richard Mesones.
Ver lo falso como tal para que sòlo lo verdadero quede en mi asumido como tal.
Y poder asì responder desde mi sentir real a la realidad, a lo que es, en comuniòn con lo real, desde lo real.
Lo real respondiéndo a lo real.
La Verdad que es ESO que ES manifestándose como lo-que-es a cada momento en cada quien y en todo nuestro alrededor.
Como la realidad.
El fin de la ilusiòn (ignorancia de què es real) es el fin de la pretendida "separaciòn" de lo real y el fin del sufrimiento.
Es el fin de la extrtanjerización de uno mismo que supone el asumir que uno siente de un modo que no siente, y que no siente del modo que sí siente.
Es el fin del divorcio interior. De la fragmentación. De la dualidad. Del conflicto.
El fin de la confusiòn es claridad, es realidad y comuniòn con-en lo real.
Es integridad. Integralidad de lo único que ES, de lo único que hay.
CONFUSIÓN es el nombre de la ùnica enfermedad que sufre y ha sufrido siempre la humanidad.
Richard Mesones.
NO HAY NADA QUE SE PUEDA HACER PARA DARSE CUENTA.
De hecho, todo lo que se, es producto de la identificación con el pensamiento, siendo esto lo que no nos deja darnos cuenta de darnos cuenta.
Tan sólo produce más agitación interna. Más ruído mental. Más interferencia en la sensibilidad natural, en el SENTIR original. Más "estática" interior.
Por eso la liberación interior a través de la autoindagación es un no-hacer.
Preguntarse. No contestarse. Sentir. Dejar que el sentir traiga la respuesta.
PREGUNTARSE. NO CONTESTARSE. SENTIR. DEJAR QUE EL SENTIR TRAIGA LA RESPUESTA.
La respuesta que es el darse cuenta.
El darse cuenta del sentir. El darse cuenta del darse cuenta.
De como se siente uno en y frente a lo-que-es.
Tal cual es.
Sin dualidad mental ni fantasía, ni distorsión, ni conflicto.
Esa es la liberación interior a través de la autoindagación.
La liberación de la sensibilidad-conciencia-mente-corazón de la distorsión mental creada por la falsa dualidad, por el conflicto planteado por las "opciones" que ofrece el pensamiento frente a lo que es.
Libres de este conflicto, de esta falsa dualidad mental, existe ...
Lo que queda cuando no se está identificado con una idea de hacer...
Eso que queda, lúcido, claro, incondicionado, inocente...
ESO es el Darse Cuenta dándose cuenta de Si.
ESO que es lo-que se da cuenta porque Darse Cuenta es su Naturaleza inalterable.
No hay nada que se pueda "hacer" para darse cuenta.
NO HAY NADA QUE SE PUEDA HACER PARA DARSE CUENTA.
Richard Mesones.
Tan sólo produce más agitación interna. Más ruído mental. Más interferencia en la sensibilidad natural, en el SENTIR original. Más "estática" interior.
Por eso la liberación interior a través de la autoindagación es un no-hacer.
Preguntarse. No contestarse. Sentir. Dejar que el sentir traiga la respuesta.
PREGUNTARSE. NO CONTESTARSE. SENTIR. DEJAR QUE EL SENTIR TRAIGA LA RESPUESTA.
La respuesta que es el darse cuenta.
El darse cuenta del sentir. El darse cuenta del darse cuenta.
De como se siente uno en y frente a lo-que-es.
Tal cual es.
Sin dualidad mental ni fantasía, ni distorsión, ni conflicto.
Esa es la liberación interior a través de la autoindagación.
La liberación de la sensibilidad-conciencia-mente-corazón de la distorsión mental creada por la falsa dualidad, por el conflicto planteado por las "opciones" que ofrece el pensamiento frente a lo que es.
Libres de este conflicto, de esta falsa dualidad mental, existe ...
Lo que queda cuando no se está identificado con una idea de hacer...
Eso que queda, lúcido, claro, incondicionado, inocente...
ESO es el Darse Cuenta dándose cuenta de Si.
ESO que es lo-que se da cuenta porque Darse Cuenta es su Naturaleza inalterable.
No hay nada que se pueda "hacer" para darse cuenta.
NO HAY NADA QUE SE PUEDA HACER PARA DARSE CUENTA.
Richard Mesones.
viernes, 30 de octubre de 2009
¿Y sin la idea de que la VIDA tiene una meta? (Preguntas Esenciales)
-
La "vida" es, realmente, Vida Conciente,o mejor dicho, Absoluta Conciencia de Vida.
Somos esa Conciencia-que-es-la-Vida, no un "yo" separado de la Vida.
E identificarnos con una idea hace que esta se plasme como "nuestra vivencia del mundo".
Esta es la verdadera "justicia divina", que es infalible.
Por ello es que no existe la injusticia, tan sólo la ignorancia de lo que verdaderamente somos.
Todo sucede así, en verdad, porque es la voluntad divina; la voluntad de la Vida-Conciencia que somos al identificarnos con una idea.
Este es el "lila", el divino juego cósmico que es la Vida.
Por tanto, nada hay que cambiar o lograr.
Es el estar identificados con una meta, que es siempre algo a suceder en en el tiempo,lo que nos hace tener este sentimiento de limitación, de finitud y temporalidad, de separación del todo en nuestro fuero íntimo.
La Vida no tiene ninguna meta. Es sólo la constante manifestación de su naturaleza unitaria en la explosión de la diversidad, por el sólo gozo, porque esa es su naturaleza.
La meta de la Vida es vivir.
No hay nada en que "mejorar" a la Vida; nada en que "completarla".
Nada que hacerle, cambiarle o entender.
La Vida no es más que lo-que-ES, y lo que somos, no es otra cosa que la Vida, siendo lo que cada uno y cada cosa ES.
El sufrimiento es la resultante de la identificación con una meta, del tratar de ser, de "llegar a ser", "lograr ser", etc.
Hay en ello un senti-miento de "separación" de la gracia de la Vida, de la totalidad de la Vida.
Y ello me hace asumirme-creerme ser un "yo" separado-aislado de la Vida al cual lo que sucede "le sucede a él".
La "finalidad" de dicho sufrimiento, de este descontento insoslayable e insobornable, de esta "carencia", no es otra que el recordarnos-llamarnos la atención sobre el hecho de que eso que asumimos sobre nosotros mismos y nuestro vivir no es verdad, no va con nuestra naturaleza real, nos limita y constriñe, no nos deja florecer en integridad.
Somos esa Conciencia ilimitada, atemporal, más allá de toda descripción y cualidad, de todo cambio.
Esa Conciencia que es la Vida misma, la Absoluta Conciencia de Vida; la Conciencia-Una(Absoluta)-que-es-la-VIDA.
Liberación es darse cuenta de que no hay ninguna meta que lograr, ni siquiera esa llamada "iluminación", "realización", "liberación", ni hay tampoco ningún "yo" separado de la Conciencia Una, de la Unidad que es la Vida, que deba, pueda o necesite hacer nada para "regresar" a casa.
Nunca hemos partido.
No se puede regresar al lugar de donde nunca nos fuimos; no se puede lograr lo que siempre ES, ha SIDO y SERÁ.
Lo que SOMOS.
Eso es Liberación.
Richard Mesones.
La "vida" es, realmente, Vida Conciente,o mejor dicho, Absoluta Conciencia de Vida.
Somos esa Conciencia-que-es-la-Vida, no un "yo" separado de la Vida.
E identificarnos con una idea hace que esta se plasme como "nuestra vivencia del mundo".
Esta es la verdadera "justicia divina", que es infalible.
Por ello es que no existe la injusticia, tan sólo la ignorancia de lo que verdaderamente somos.
Todo sucede así, en verdad, porque es la voluntad divina; la voluntad de la Vida-Conciencia que somos al identificarnos con una idea.
Este es el "lila", el divino juego cósmico que es la Vida.
Por tanto, nada hay que cambiar o lograr.
Es el estar identificados con una meta, que es siempre algo a suceder en en el tiempo,lo que nos hace tener este sentimiento de limitación, de finitud y temporalidad, de separación del todo en nuestro fuero íntimo.
La Vida no tiene ninguna meta. Es sólo la constante manifestación de su naturaleza unitaria en la explosión de la diversidad, por el sólo gozo, porque esa es su naturaleza.
La meta de la Vida es vivir.
No hay nada en que "mejorar" a la Vida; nada en que "completarla".
Nada que hacerle, cambiarle o entender.
La Vida no es más que lo-que-ES, y lo que somos, no es otra cosa que la Vida, siendo lo que cada uno y cada cosa ES.
El sufrimiento es la resultante de la identificación con una meta, del tratar de ser, de "llegar a ser", "lograr ser", etc.
Hay en ello un senti-miento de "separación" de la gracia de la Vida, de la totalidad de la Vida.
Y ello me hace asumirme-creerme ser un "yo" separado-aislado de la Vida al cual lo que sucede "le sucede a él".
La "finalidad" de dicho sufrimiento, de este descontento insoslayable e insobornable, de esta "carencia", no es otra que el recordarnos-llamarnos la atención sobre el hecho de que eso que asumimos sobre nosotros mismos y nuestro vivir no es verdad, no va con nuestra naturaleza real, nos limita y constriñe, no nos deja florecer en integridad.
Somos esa Conciencia ilimitada, atemporal, más allá de toda descripción y cualidad, de todo cambio.
Esa Conciencia que es la Vida misma, la Absoluta Conciencia de Vida; la Conciencia-Una(Absoluta)-que-es-la-VIDA.
Liberación es darse cuenta de que no hay ninguna meta que lograr, ni siquiera esa llamada "iluminación", "realización", "liberación", ni hay tampoco ningún "yo" separado de la Conciencia Una, de la Unidad que es la Vida, que deba, pueda o necesite hacer nada para "regresar" a casa.
Nunca hemos partido.
No se puede regresar al lugar de donde nunca nos fuimos; no se puede lograr lo que siempre ES, ha SIDO y SERÁ.
Lo que SOMOS.
Eso es Liberación.
Richard Mesones.
El vacío danzando... (Preguntas Esenciales)
.
¿Y sin la idea de que la VIDA tiene una meta?
¿Y sin la idea de que hay algo que entender?
Entonces la VIDA no es más que lo-que-ES; y lo que SOMOS, no es otra cosa que la VIDA siendo, siendo lo que cada uno y cada cosa ES.
El vacío danzando, arremolinando partículas y átomos por un rato y volviéndolos luego a dispersar.
Lo único que queda es "entregarse".
Entregarse a ser... en el juego de la VIDA...
Richard Mesones.
¿Y sin la idea de que la VIDA tiene una meta?
¿Y sin la idea de que hay algo que entender?
Entonces la VIDA no es más que lo-que-ES; y lo que SOMOS, no es otra cosa que la VIDA siendo, siendo lo que cada uno y cada cosa ES.
El vacío danzando, arremolinando partículas y átomos por un rato y volviéndolos luego a dispersar.
Lo único que queda es "entregarse".
Entregarse a ser... en el juego de la VIDA...
Richard Mesones.
jueves, 29 de octubre de 2009
¿Hay algo más profundo que sentirse en Comunión-Unidad con todo lo que es? o ¿Qué es Liberación? (Preguntas Esenciales)
.
Darse cuenta es satori; súbito despertar a la verdad de algo.
Darse cuenta de ser en unidad con todo lo que es, es samadhí, un estado de profundo éxtasis.
Darse cuenta de que esto también es un estado ("esto también pasará") y no lo que uno es, eso es Liberación.
Richard Mesones.
Darse cuenta es satori; súbito despertar a la verdad de algo.
Darse cuenta de ser en unidad con todo lo que es, es samadhí, un estado de profundo éxtasis.
Darse cuenta de que esto también es un estado ("esto también pasará") y no lo que uno es, eso es Liberación.
Richard Mesones.
miércoles, 28 de octubre de 2009
"Esto" también soy YO , o Todos somos la misma Esencia-Unidad con distintas apariencias. (Preguntas Esenciales)
.
¿HAY ALGO QUE PUEDA REALMENTE SER LLAMADO MÍO?
Sin la idea de "mío / no-mío" no hay sentido de conflicto o división alguna en el SER.
En el SER, es en el hecho de ser, de existir.
El SER es es "estar" siempre siendo; eso es ser.
Es-ser-el-ser-que-ES-siempre-siendo.
Sentirse, es darse cuenta de ser.
Y esa cualidad de ser es inherente a lo que es vivo, a lo que sea que exista, y no a un objeto que "me haga ser" o que "no me permita ser".
No hay nada que me otorgue el ser, ni nada que me lo pueda arrebatar.
No es el producto de alcanzar "eso" y hacerlo "mío"; ni de "librarme de lo que no es mío".
El ser es eso que uno siempre es.
Es ser!
Y en ese ser-siempre-siendo no hay más ni menos, ni modificación ni diferente, ni otro ni carencia ni incompletitud, ni progreso ni mengua.
¿Cómo es entonces que uno no vive en ese inmutable sentido de unidad?
El senti-miento de división, carencia, incompletitud y conflicto es el producto del "yo" y el "no-yo"; y este falso sentido de identidad es creado por la identificación con lo "mío" que a su vez excluye de mi sentido de ser a lo "no-mío".
Esa asunción o creencia marca en fin - en lo aparente - del sentido natural de unidad.
Y digo natural, porque la unidad-iluminación-liberación o como lo quiera llamar no es ningún objeto-estado extraordinario o especial a alcanzar; es la naturaleza de lo que es, de todo y de todos, sin posibilidad alguna de exclusión.
La dualidad mental de "mío/no-mío" es el cerco conceptual que delimita al "yo" restringiendo así mi sentido de ser a unas apariencias concretas con las que me identifico.
Así nace mi sentido de la dualidad, de estar separado del todo, de la vida, y junto con ello mi "incompletitud", mi sentimiento de carencia de un "algo" que me vuelva a hacer sentir otra vez un todo completo, pleno, absoluto, íntegro.
Una cosa es decir mío con un sentido práctico, funcional.
"Este pantalón es mío y este otro es el tuyo".
"Esta es mi pareja y esta es la tuya".
"Este es mi cuerpo y este es el tuyo".
Otra muy distinta es conferirle a los objetos personas la cualidad de seidad con la cual soy idéntico.
Hacer una especie de "adjudicación anímica".
"Este pantalón es MÍO, MÍO, MÍO, MÍO!!! y no me pongo ningún otro!"
"Esta es MI-pareja". "Ella/Él es MÍO!!!".
"Este es MI cuerpo!, y MI mente! y puedo hacer con ellos lo que quiera como por ejemplo hacer que mi cuerpo mida un metro más, no morir, no enfermar, decidir a qué ritmo van a crecer mis uñas o mi pelo, elegir no escuchar, respirar sólo cuando a mi me de la gana, marcar el ritmo de los latidos del corazón, no aceptar que me ocurra ningún dolor, regular mi metabolismo y mi energía a voluntad, no pensar, pensar en algo que no soy capaz de concebir, y lo que sea que se me ocurra, porque este es MI-cuerpo y esta es MI-mente y hago con ellos lo que a mi se me antoje, ya que ellos son "Yo" y "Yo" soy ellos, son "lo más mío", y si me corto un dedo sería unos centímetros menos yo de lo yo que ahora soy, y si pierdo alguna de las cualidades mentales con las cuales me identifico, entonces tampoco seré "tan yo" como soy ahora".
¿Un tanto estúpido, no?
La identificación con algo-lo-que-sea como mío, crea una división en mi sentido de ser, que de ahora en más deberá restringirse sólamente a esa área de la vida.
Entonces, lo que sea que ocurra ya no ocurre en mi, sino "a-mi"; a lo "mío".
¿Pero hay algo que pueda ser realmente llamado mío?
No en un sentido meramente funcional, lo cual es claro y no crea conflicto alguno.
Me refiero a si puedo decir que algo es mío como cualidad o contenedor de mi sentido de ser.
MÍO, de mi SER, inherente a MI.
¿Hay algo que yo pueda retener en mi o hacer que no cambie según su naturaleza intrínseca?
¿Hay algo sobre lo cual yo pueda enseñorearme a mi antojo como para reclamar que soy algo más que su transitorio usufructuario?
¿Hay algo que pueda ser realmente llamado mío?
¿Algo que pueda decir que ello es YO, tan yo de tal modo que mi sola voluntad le hace moverse o ser según mi parecer del momento?
¿Es que acaso siquiera lo que sea que yo soy puedo elegirlo o modificarlo a voluntad?
¿O soy lo que soy -incluso- a-Pesar "mío"?
Sin "mío" y "no-mío" no hay más sentido de división en el ser;de exclusión del propio sentido de ser.
Sin ningún senti - miento de exclusión en el propio sentido de ser ,sólo hay Unidad.
Entonces, donde quiera que miro no veo un ser distindo de mi.
Siento-veo a mi-YO-Unidad con otra apariencia.
Todos, somos la misma y única UNIDAD manifestándose como organismos distintos.
Darse cuenta de ello no te agrega nada; no darse cuenta de ello no te quita nada.
Darse cuenta lo único que hace es terminar con el velo o filtro de ignorancia extendido por la creencia no investigada, no indagada.
Ya SOMOS la iluminación, tan sólo hay que darse cuenta.
Darse cuenta es el "despertar" al hecho de lo que Somos.
Sin la tiranía del "mío" y "no-mío" ya no hay más "yo" distinto-separado de "no-yo"; no hay separación de la totalidad, ni por lo tanto habrá tampoco ningún sentido de carencia o incompletitud.
Al no haber "mío" no hay más sentido de exclusividad ni de exclusión del propio sentido de ser, no hay nada "no-mío"; nada es "no-yo".
"Esto" también soy YO (unidad-no dualidad-no exclusión).
Entonces hay, nuevamente, sentido de UNIDAD, con todo y con todos, ya nunca más con "otros".
Ya no hay identificación con ningún fenómeno percibido en particular, sea este físico o mental.
Uno no es "esto" o "aquello" en particular.
No es la "mente turbulenta" ni tampoco la "mente silenciosa".
No es su soñar, sus sueños, ni tampoco es la "mente que no sueña".
Usted no es la presencia de pensamientos, ideas e imágenes, ni tampoco su ausencia.
No es ni este estado ni ningún estado en particular.
Usted es eso en donde todo este incesante cambio acontece sin cambiarlo a usted, sin modificarlo, sin afectar su naturaleza real; su natural sentido de ser el SER.
Y como nada es excluído por una identificación exclusiva con "lo mío", entoces todo sucede en un imperturbable sentido de Unidad.
No hay nada que ganar, alcanzar o lograr, nada que recuperar ni lugar a donde volver, no hay camino que recorrer ni pasos que dar ni escalones que subir ni grados que conquistar.
Nada nunca se perdío. Nada cambió jamás.
Usted nunca ha sido un "yo que soy así por no logro ser asá".
Usted siempre ha sido, es y será la Unidad.
Sólo que jamás se puso a cuestionarse seriamente, a indagar en sus creencias sobre la realidad; sus creencias sobre "mío" y "no-mío".
¿Hay algo que pueda realmente ser llamado MÍO?
¿Y sin la idea de que el cuerpo es "MÍO"?
¿Y sin la idea de que la mente es "MÍA"?
¿HAY ALGO QUE PUEDA REALMENTE SER LLAMADO MÍO?...
Richard Mesones.
¿HAY ALGO QUE PUEDA REALMENTE SER LLAMADO MÍO?
Sin la idea de "mío / no-mío" no hay sentido de conflicto o división alguna en el SER.
En el SER, es en el hecho de ser, de existir.
El SER es es "estar" siempre siendo; eso es ser.
Es-ser-el-ser-que-ES-siempre-siendo.
Sentirse, es darse cuenta de ser.
Y esa cualidad de ser es inherente a lo que es vivo, a lo que sea que exista, y no a un objeto que "me haga ser" o que "no me permita ser".
No hay nada que me otorgue el ser, ni nada que me lo pueda arrebatar.
No es el producto de alcanzar "eso" y hacerlo "mío"; ni de "librarme de lo que no es mío".
El ser es eso que uno siempre es.
Es ser!
Y en ese ser-siempre-siendo no hay más ni menos, ni modificación ni diferente, ni otro ni carencia ni incompletitud, ni progreso ni mengua.
¿Cómo es entonces que uno no vive en ese inmutable sentido de unidad?
El senti-miento de división, carencia, incompletitud y conflicto es el producto del "yo" y el "no-yo"; y este falso sentido de identidad es creado por la identificación con lo "mío" que a su vez excluye de mi sentido de ser a lo "no-mío".
Esa asunción o creencia marca en fin - en lo aparente - del sentido natural de unidad.
Y digo natural, porque la unidad-iluminación-liberación o como lo quiera llamar no es ningún objeto-estado extraordinario o especial a alcanzar; es la naturaleza de lo que es, de todo y de todos, sin posibilidad alguna de exclusión.
La dualidad mental de "mío/no-mío" es el cerco conceptual que delimita al "yo" restringiendo así mi sentido de ser a unas apariencias concretas con las que me identifico.
Así nace mi sentido de la dualidad, de estar separado del todo, de la vida, y junto con ello mi "incompletitud", mi sentimiento de carencia de un "algo" que me vuelva a hacer sentir otra vez un todo completo, pleno, absoluto, íntegro.
Una cosa es decir mío con un sentido práctico, funcional.
"Este pantalón es mío y este otro es el tuyo".
"Esta es mi pareja y esta es la tuya".
"Este es mi cuerpo y este es el tuyo".
Otra muy distinta es conferirle a los objetos personas la cualidad de seidad con la cual soy idéntico.
Hacer una especie de "adjudicación anímica".
"Este pantalón es MÍO, MÍO, MÍO, MÍO!!! y no me pongo ningún otro!"
"Esta es MI-pareja". "Ella/Él es MÍO!!!".
"Este es MI cuerpo!, y MI mente! y puedo hacer con ellos lo que quiera como por ejemplo hacer que mi cuerpo mida un metro más, no morir, no enfermar, decidir a qué ritmo van a crecer mis uñas o mi pelo, elegir no escuchar, respirar sólo cuando a mi me de la gana, marcar el ritmo de los latidos del corazón, no aceptar que me ocurra ningún dolor, regular mi metabolismo y mi energía a voluntad, no pensar, pensar en algo que no soy capaz de concebir, y lo que sea que se me ocurra, porque este es MI-cuerpo y esta es MI-mente y hago con ellos lo que a mi se me antoje, ya que ellos son "Yo" y "Yo" soy ellos, son "lo más mío", y si me corto un dedo sería unos centímetros menos yo de lo yo que ahora soy, y si pierdo alguna de las cualidades mentales con las cuales me identifico, entonces tampoco seré "tan yo" como soy ahora".
¿Un tanto estúpido, no?
La identificación con algo-lo-que-sea como mío, crea una división en mi sentido de ser, que de ahora en más deberá restringirse sólamente a esa área de la vida.
Entonces, lo que sea que ocurra ya no ocurre en mi, sino "a-mi"; a lo "mío".
¿Pero hay algo que pueda ser realmente llamado mío?
No en un sentido meramente funcional, lo cual es claro y no crea conflicto alguno.
Me refiero a si puedo decir que algo es mío como cualidad o contenedor de mi sentido de ser.
MÍO, de mi SER, inherente a MI.
¿Hay algo que yo pueda retener en mi o hacer que no cambie según su naturaleza intrínseca?
¿Hay algo sobre lo cual yo pueda enseñorearme a mi antojo como para reclamar que soy algo más que su transitorio usufructuario?
¿Hay algo que pueda ser realmente llamado mío?
¿Algo que pueda decir que ello es YO, tan yo de tal modo que mi sola voluntad le hace moverse o ser según mi parecer del momento?
¿Es que acaso siquiera lo que sea que yo soy puedo elegirlo o modificarlo a voluntad?
¿O soy lo que soy -incluso- a-Pesar "mío"?
Sin "mío" y "no-mío" no hay más sentido de división en el ser;de exclusión del propio sentido de ser.
Sin ningún senti - miento de exclusión en el propio sentido de ser ,sólo hay Unidad.
Entonces, donde quiera que miro no veo un ser distindo de mi.
Siento-veo a mi-YO-Unidad con otra apariencia.
Todos, somos la misma y única UNIDAD manifestándose como organismos distintos.
Darse cuenta de ello no te agrega nada; no darse cuenta de ello no te quita nada.
Darse cuenta lo único que hace es terminar con el velo o filtro de ignorancia extendido por la creencia no investigada, no indagada.
Ya SOMOS la iluminación, tan sólo hay que darse cuenta.
Darse cuenta es el "despertar" al hecho de lo que Somos.
Sin la tiranía del "mío" y "no-mío" ya no hay más "yo" distinto-separado de "no-yo"; no hay separación de la totalidad, ni por lo tanto habrá tampoco ningún sentido de carencia o incompletitud.
Al no haber "mío" no hay más sentido de exclusividad ni de exclusión del propio sentido de ser, no hay nada "no-mío"; nada es "no-yo".
"Esto" también soy YO (unidad-no dualidad-no exclusión).
Entonces hay, nuevamente, sentido de UNIDAD, con todo y con todos, ya nunca más con "otros".
Ya no hay identificación con ningún fenómeno percibido en particular, sea este físico o mental.
Uno no es "esto" o "aquello" en particular.
No es la "mente turbulenta" ni tampoco la "mente silenciosa".
No es su soñar, sus sueños, ni tampoco es la "mente que no sueña".
Usted no es la presencia de pensamientos, ideas e imágenes, ni tampoco su ausencia.
No es ni este estado ni ningún estado en particular.
Usted es eso en donde todo este incesante cambio acontece sin cambiarlo a usted, sin modificarlo, sin afectar su naturaleza real; su natural sentido de ser el SER.
Y como nada es excluído por una identificación exclusiva con "lo mío", entoces todo sucede en un imperturbable sentido de Unidad.
No hay nada que ganar, alcanzar o lograr, nada que recuperar ni lugar a donde volver, no hay camino que recorrer ni pasos que dar ni escalones que subir ni grados que conquistar.
Nada nunca se perdío. Nada cambió jamás.
Usted nunca ha sido un "yo que soy así por no logro ser asá".
Usted siempre ha sido, es y será la Unidad.
Sólo que jamás se puso a cuestionarse seriamente, a indagar en sus creencias sobre la realidad; sus creencias sobre "mío" y "no-mío".
¿Hay algo que pueda realmente ser llamado MÍO?
¿Y sin la idea de que el cuerpo es "MÍO"?
¿Y sin la idea de que la mente es "MÍA"?
¿HAY ALGO QUE PUEDA REALMENTE SER LLAMADO MÍO?...
Richard Mesones.
viernes, 23 de octubre de 2009
Lo definitivo... (Preguntas Esenciales)
-
¿Qué es para mi lo definitivo?
El mundo es lo que es, como es.
El mundo no tiene problemas, no necesita paz.
El hombre necesita paz; es el hombre el que tiene problemas.
Y el mundo es bastante más que el hormiguero humano.
"El mundo" al que habitualmente hacemos referencia, es, en realidad, el mundo de desvarío y sin-sentido del relacionamiento humano.
"El mundo", entonces, somos usted y yo.
Y siendo nosotros como somos, "el mundo" no podría ser de otro modo.
Punto.
Cualquier otra cosa es más del mismo desvarío y sin-sentido.
Esto es lo que es, tal cual como es.
Y el único cambio posible, real, es darse cuenta.
Mientras no ocurra el darse cuanta, lo que sea que se "haga", cualquiera sea la estrategia o el modelo que se emplee, seguirá siendo el mismo perro con distinto collar.
Mientras usted, yo, el vecino, "el mundo" o quien sea, no se de cuenta de que algo que creo o asumo como bueno para mi, en realidad no lo es sino que me hace mal, entonces no ha habido cambio interno, sólo un cambio postural externo, pero el sentimiento interno es el mismo, y a la larga o a la corta, terminará finalmente imponiéndose.
Uno seguirá viendo "el mundo" a través de sus creencias fundamentales no cuestionadas, no indagadas, y todo lo demás son detalles en el decorado.
Y darse cuenta no es imponible, para nadie, jamás.
Uno no puede decir: "he decidido que a tal hora me voy a dar cuanta de algo (???) ".
Simplemente no funciona así.
Y menos aún para con los demás.
Jamás.
Uno puede juzgar y condenar a cien cadenas perpetuas a los Pinochet, a los Bush, a los Hussein, a los Micheletti, a los Hitler, a los Mussolini, o a quien usted más se le venga en gana.
Nada va a cambiar.
Nada.
Usted simplemente descomprimió su odio por un rato, disfrazándolo de sentido de justicia y venganza justificada.
Pero la verdad, es que usted, yo, el vecino y "el mundo", con contadas excepciones, somos los hijos, herederos, representantes y apóstoles de la cultura e historia de la humanidad, que es la historia y la cultura de la imposición "de lo que yo considero que es la verdad".
Somos los vivos exponentes de la "conciencia de la imposición".
Todos, más aquí o más allá, hemos aceptado o aceptamos, justificando aunque no participemos activamente, que en el nombre de prevenir contra un "posible" peligro futuro, hoy torturemos a todo aquel al que le hallamos mentalmente, colgado la etiqueta de "enemigo".
Y si no vea a las "eternas víctimas" de los judíos, crucificando a cualquiera que no los apoye bajo el mote de "antisemita", y haciendo y deshaciendo a su antojo, con total impunidad en su atropello a los derechos humanos del pueblo palestino, semitas también, por si no lo sabe.
Basta un poco de miedo, y todos nos sentimos deseosos de que la policía de palo, de que los militares salgan a la calle, de que "se haga lo que se tenga que hacer" en el nombre de que a mi no me vaya a pasar nada.
Un poco de amenaza acá, llámese comunismo, tupamaros, guerrilleros, insurgencia, sediciosos, terroristas, o bajo la apariencia que sea con que uno fantasee en su imaginario sobre "esos otros que van a venir a despojarme de lo que es mío".
El miedo está a la órden del día, y su reacción es siempre la misma, huir o atacar.
Siempre hemos creído y apostado a la imposición, tanto colectiva como individualmente.
Tanto el que trata de llegar al poder por las armas, como el que con las armas se defiende de los que tratan de arrebatarle el poder.
De hecho, es el pueblo, la gente, usted, yo y el vecino, los que nos parece bien, o por lo menos no tan mal, que el poder político-religioso tenga siempre a su servicio al poder militar y bélico.
Poder que jamás se ha movilizado inicialmente para algo que no sea reclamar-imponer su visión de las cosas sobre otro estado más débil, en el nombre de "mejores y mayores oportunidades para el comercio y el enriquecimiento de los ya ricos".
"Los invadimos para ayudarlos" como bien fue el slogan de Bush; ya de paso matamos algunos cientos de "inservibles" (que no les gusta trabajar enriqueciendo a otros bajo la esperanza de lograr el sueño americano algún día), sobre los cuales nadie va a reclamar nada, nos quedamos con su petróleo, llevamos nuestras empresas a "su" país, les ponemos unos gobernantes que respondan a nuestros intereses, y todo ello en nombre de..., de lo que sea que se les ocurra, pero en definitiva de que, en este caso, el "pueblo americano" pueda mantener su statu quo, su "american way of life", lo cual incluye el despilfarro estúpido y de modo casi obceno del 80% de los recursos energéticos del mundo, esencialmente, los llamado recursos no-renovables.
Y todo ello por que cada "americano" está convencido de su "derecho-de-nacimiento" a tener uno o dos autos así, una casa asá, un anillo de diamantes del tamaño de una manzana granny smith para el día de su boda, y no les interesa demasiado, si, en nombre del "progreso" del mundo occidental (???) y cristiano, o sea de su "mundo", la CIA, el pentágono, y la "inteligencia" militar junto con los capataces de turno en la casa blanca, deben coordinar para ello algunas dictaduras en esos feos paises del tercer mundo, aprovechando la oportunidad para mover la industria armamentista siempre presente detrás del sillón de la sala oval.
Si no estuviesen de acuerdo, conciente o inconcientemente, no mandarían a sus hijos a unirse a la marina, no eligirían a un candidato semejante porque ni siquiera lo propondrían, etc.
"Yo tengo derecho a consumir y a tener lo que quiera" y en nombre de ello estoy dispuesto a lo que sea.
Hoy rematan el punto las delaraciones de los títeres de la UN, las amenazas de pandemias con las que se presiona a los gobiernos para que compren vacunas a las multinacionales farmacéuticas, y el con-vencimiento general de que no es posible salirse de ello.
¿Y qué tiene que ver todo esto ("el mundo") con el darse cuenta?
Pues es simple; siempre van a surgir-emerger de la conciencia popular (o debí decir inconciencia popular)los Pinochet, los Bush, o los que sean con el apellido que sea, mientras usted, yo y el vecino estemos de acuerdo en que el ser humano tiene derecho a imponerse a otros.
Primero trataremos de con-vencer "por las buenas"; y si esto no resulta, en algún momento, alguien propondrá la otra alternativa, que es en realidad la otra cara de la misma moneda, y surgirán entonces los miles que están dispuestos a obedecer las órdenes demenciales de un Bush, un Hitler o un Goyo Álvarez, y surgirán en ese mismo momento los miles de millones que están dispuestos a quedarse en casa mirando la tele mientras "ellos" (no nosotros eh!) hacen el trabajo sucio.
Nunca puede un régimen dictatorial, sea de izquierdas o de derechas, sostenerse en el poder, si no cuenta con un mínimo de apoyo popular activo, y un mucho mayor permiso popular pasivo.
Cuando no se censuran los abusos que se cometen, en el nombre de que es la única forma de restaurar el órden, se está implicitamente dando permiso para abusar. Se da con-sentimiento.
"Mientras a mi no me toquen..."
"Algo habrán hecho".
"Es su karma".
Lo sellan con su bálsamo para conciencias incomodadas, los nuevos gurúes y filósofos de la Ley de Atracción, que como el incalificable de Bob Proctor, proponen que si el 2% de la población mundial se queda con más del 80% de las riquezas del mundo, es porque se "sintonizan" con la abundancia y no con la carencia como hace el otro 98% de la población mundial, y merced a la "espiritual" ley de atracción logran así el "éxito material" que es, en nuestros tiempos, "la auténtica señal de los verdaderos auto-realizados".
Hacerse rico haciendo que otros trabajen para uno, aprovechándose del miedo y la ambición de los demás es el último grito de la moda de la conciencia, lo último de lo último en virtudes para cultivar.
Hace que los ya multi-ricos expriman más y más inescrupulosamente a todo el mundo, y que los ya empobrecidos y re-empobrecidos del mundo no se bajen del carrusel del consumo con la esperanza de algún día poder "progresar" y llegar más cerca de la cima.
"Son pobres porque quieren, porque no les gusta trabajar, porque no son ambiciosos, porque son inferiores, porque son negros, porque piensan en la carencia y no en la riqueza ilimitada, porque no son el pueblo elegido..., etc"
Lindo verso el de la riqueza ilimitada, para la madre de Africa que contempla como de sus pechos secos no sale leche para alimentar al hijo que se muere en sus brazos en medio del abandono , las moscas, y la mirada impasible del mundo y los organismos internacionales.
Lindo verso el de la riqueza ilimitada del universo, que no es falacia pero es verso, pues del universo sólo habitamos la tierra, y en ella la cantidad de alimento que se cosecha si es limitada, y si en nombre de la abundancia y el éxito usted acapara más de lo que realmente necesita para vivir con dignidad, como extrañarse después de que a otros les falte!
Lindo verso para el niño que come del contenedor de la basura mientras mira el desfile de autos en el supermercado o el shopping del cual ha sido excluído, simplemente por haber nacido "en el lugar equivocado".
La riqueza, el éxito material es ahora el bien más preciado y la meta a alcanzar, o mantener, en caso de que ya lo hubiese logrado.
Definitivamente, al decir del I Ching, estamos en la época "del ascenso de los vulgares".
Si hubiése un profundo sentido del valor de la vida y de la integridad del ser humano, y por ende, un profundo rechazo a cualquier forma de abuso o coerción de la libertad moral, intelectual y física del individuo, ¿cree usted que sería posible que hubieran militares o guerrilleros que en nombre de las ideas que fuesen estuvieran dispuestos a despedazar a balazos a otro ser humano? ¿y a torturar? ¿y a violar?
¿Y habrían civiles que estuvieran igualmente dispuestos a convalidar todo eso?
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y de la integridad de todo ser humano, ¿cree usted que habría esta demencia consumista que hace que el 30% de la población mundial muera de hambre por que el resto tiene "derecho a tener y a acumular lo que sea que se le antoje"?
Si hubiese un profundo sentido del valor de toda vida, ¿cree usted que trataríamos a los animales, a las plantas y al planeta como lo hacemos sólo porque "dios nos ha puesto sobre toda la creación para que nos enseñoremos de ella"?
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y su integridad, la imposición sería impensable, a nos ser a los efectos prácticos de enseñarle a un bebé a comer con cuchara y otras cosas por el estilo, pero jamás para impedirle a un ser humano, anciano, adulto, jóven, niño o bebé, hombre o mujer, que sea el mismo; mucho menos para privarle a nadie de los satisfactores a sus necesidades básicas en el nombre de "mi derecho al éxito", o de violentar a nadie en nombre de mis ideales, o de la obtención de mi retorcido placer personal.
Es la voz de la envidia impotente y la estupidez la que grita en todos los ambiciosos: " ¿y si ellos lo pueden tener por qué yo no?!!!"
"¿y por qué no?!"
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y su integridad, jamás tendríamos ni la clase política que tenemos, ni el estado que tenemos, ni la cultura que tenemos; no tendríamos este "mundo".
Pero yo vivo en un país donde se celebra el descenso de la mortalidad infantil y se proclama como un logro de las políticas llevadas a cabo por el mismo partido de gobierno que impulsa con feroz e irracional vehemencia el "derecho" de las mujeres a matar a sus propios hijos en su vientre, porque en un momento deciden que no se sienten preparadas para "complicarse la vida" con un hijo.
Lideradas ellas entre otros, por un abogado (cuando no un abogado) que lleva adelante casos de derechos humanos por denuncias de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar de derecha.
(parece que los derechos "humanos" no incluyen a los bebés).
No están psicológicamente preparadas...
"Nosotras parimos, nosotras decidimos".
La comodidad psicológica, es, en este caso, un valor proclamado por encima del valor de la vida en si.
Y para los políticos, es más importante permanecer en el poder al precio que sea, que ser íntegros y coherentes.
Esa es nuestra realidad porque esta es nuestra clase política.
Y esta es nuestra clase política, porque así somos nosotros.
Y así somos nosotros porque nos damos cuenta de lo que nos damos cuenta y no nos damos cuenta de lo que no nos damos cuenta.
Es mundo es lo que es, porque usted y yo, y el vecino, y el político, y el militar, y el jefe de ese militar, y quien sea que a usted se le ocurra somos lo que somos.
Y siendo lo que somos, como somos, "el mundo" no podría ser de otro modo.
El "mundo" es demencia, y usted "viaja" en ese mismo tren.
La pregunta obligada, a estas alturas, es por qué el ser humano es lo que es o actúa como actúa, lo cual en los hechos, viene a ser lo mismo.
¿Bajo qué premisa, bajo qué encantamiento maldito somos los seres humanos movidos a la inhumanización?
Históricamente, el factor común a cualquier cultura, antigua o moderna, de oriente o de occidente, es uno y el mismo: la identificación con la imposición como forma "normal" de relacionamiento.
Imposición por el convencimiento, por la insistencia, por el asedio, por el apabullamiento intelectual, por el menosprecio, por el chantaje emocional, por el miedo suscitado con la amenaza, por el ejercicio impune e insensible de lo amenazado.
Imposición que es verticalismo, intolerancia, odio, fanatismno, fascismo, ya sea de clases o de "entre-casa".
Fascismo que ejerce y ejercerá necesariamente, aquel que se sienta, en mayor o menor grado, como el protagonista "de los cambios que deben darse"; que se sienta como "el que debe mostrarle al otro lo que hay que hacer".
"El que debe cambiar la realidad", "el salvador", "el que sabe lo que hay que hacer, y hacia dónde hay que ir, y cómo las cosa deberían ser".
"El elegido".
"El candidato", "papá", "el que tiene las cosas claras", "el que ve más allá", "el maestro", "el gurú", "el doctor", y una larga lista de etcéteras improvisados como los nuevos pontífices, ministros e iluminados de turno.
La conciencia de imposición es la resultante inequívoca de la asunción del protagonismo del cambio.
De creer que se sabe como las cosas, el mundo y los demás "deberían" ser.
El que cree saber como algo o alguien "debería" ser lleva, inevitablemente, un sentido de conflicto y un deseo de imposición en su interior.
El que ve, ve el desatino, y no puede participar más de él.
Lo único que puede hacer es vivir según lo que ve, y viviendo, compartirlo.
Compartirlo, jamás tratar de imponerlo.
Si trata de imponer, es que no ve.
Ver, es darse cuenta de que el único cambio posible y verdadero es el cambio interior, que es el darse cuenta, que es el ver.
Y este jamás puede ser controlado, monopolizado, administrado o impuesto a voluntad.
Nunca.
Ver, es darse cuenta de que el mundo es como es porque cada quien es como es, y cada quien es como es porque no se da cuanta de lo que no se da cuenta.
Y no hay forma alguna, ninguna forma, de "hacer que el otro se de cuenta".
Ninguna. Jamás.
Lo único que me es posible, es darme cuenta yo, y vivir ese darme cuenta, y viviéndolo, compartirlo.
Darme cuenta de que nada depende de mi.
Nada, ningún cambio verdadero.
Ningún cambio interno, ni en mi ni en nadie, depende de mi.
Uno sólo puede preguntarse sobre si algo depende verdaderamente de uno o no, pero sin contestarse mentalmente.
Entonces, el sentir no distorsionado por el pensamiento, es la respuesta, es darse cuenta.
Pero no puedo fabricarlo mentalmente pensando sobre ello, argumentando, tratando de convencerme o convencer a otros.
¿Hay algo que dependa de mi?
Aparte de lavarme los dientes, prepararme una taza de té verde, limpiar la casa, cocinar, trabajar, o lo que sea que mi situación real me demande en el momento presente, y ese tipo de cosas.
Aparte de eso, internamente, en mi o en otros, ¿hay algo que dependa de mi?
Darse cuenta de que NADA depende de uno, es darse cuenta de que NADA es asunto de uno, internamente hablando, claro está.
Es darme cuenta que no soy ni el ministro, ni el censor, ni el controlador o carcelero de nadie; ni siquiera de mi mismo.
Y es entonces, no tener nada por lo cual luchar, nada que imponerse ni imponerle a nadie, nunca más.
Ningún cambio por el cual se deba uno esforzar o por el cual deba luchar contra si mismo o contra los demás.
Entonces, en uno hay paz.
Uno es paz.
Y es estar, entonces, instantánemente fuera de la corriente ancestral del desatino de la humanidad.
Y sólo desde allí, sin participar más ni nutrir más la confusión y la demencia, puede uno ser para otros un espejo que refleje su verdadera y natural seidad, que es, obviamente, también paz.
Pues sólo quien es paz, puede "llevar" o compartir paz, dar paz.
Es el hombre "que vive en el mundo pero no es del mundo".
Y es el que será señalado por sus "hermanos" como un traidor por no querer apoyar ninguna de sus causas de lucha, es el que será visto como alguien no comprometido, como un proscripto.
Sin embargo, nadie más comprometido que él.
Y nadie tan sólo.
Darse cuenta de que nada depende de uno, es lo que lo deja a uno libre para poder vivir de manera simple, por el tiempo que sea que la existencia del cuerpo le dure, ocupándose simplemente de los desafíos que la vida le pone delante, disfrutando del estar vivo, viviendo e irradiando esa paz en la que se vive, y teniendo toda la energía y la sensibilidad disponibles para disfrutar de este impresionante espectáculo, profundamente gozoso y misterial e insondable, que es La Vida.
Darse cuenta de que nada depende de uno es lo que termina con la resistencia al fluir de la vida tal cual es, y en ese fluir de la no-resistencia se diluye el "yo", el inexistente "yo", cúmulo de recuerdos muertos y opiniones de como las cosas, los seres y la vida debían ser, puntos de vista en contra de como las cosas y los seres eran, con los cuales nos habíamos indentificado, y con los cuales nos habíamos "separado" del fluir, de la armonía de la totalidad.
Porque el fluir de la totalidad de la vida es armonía, es perfecta paz; siempre lo ha sido y siempre lo será.
Sólo es el hombre quien necesita paz.
Nada depende de mi.
Esto es para mi, lo definitivo...
Richard Mesones
¿Qué es para mi lo definitivo?
El mundo es lo que es, como es.
El mundo no tiene problemas, no necesita paz.
El hombre necesita paz; es el hombre el que tiene problemas.
Y el mundo es bastante más que el hormiguero humano.
"El mundo" al que habitualmente hacemos referencia, es, en realidad, el mundo de desvarío y sin-sentido del relacionamiento humano.
"El mundo", entonces, somos usted y yo.
Y siendo nosotros como somos, "el mundo" no podría ser de otro modo.
Punto.
Cualquier otra cosa es más del mismo desvarío y sin-sentido.
Esto es lo que es, tal cual como es.
Y el único cambio posible, real, es darse cuenta.
Mientras no ocurra el darse cuanta, lo que sea que se "haga", cualquiera sea la estrategia o el modelo que se emplee, seguirá siendo el mismo perro con distinto collar.
Mientras usted, yo, el vecino, "el mundo" o quien sea, no se de cuenta de que algo que creo o asumo como bueno para mi, en realidad no lo es sino que me hace mal, entonces no ha habido cambio interno, sólo un cambio postural externo, pero el sentimiento interno es el mismo, y a la larga o a la corta, terminará finalmente imponiéndose.
Uno seguirá viendo "el mundo" a través de sus creencias fundamentales no cuestionadas, no indagadas, y todo lo demás son detalles en el decorado.
Y darse cuenta no es imponible, para nadie, jamás.
Uno no puede decir: "he decidido que a tal hora me voy a dar cuanta de algo (???) ".
Simplemente no funciona así.
Y menos aún para con los demás.
Jamás.
Uno puede juzgar y condenar a cien cadenas perpetuas a los Pinochet, a los Bush, a los Hussein, a los Micheletti, a los Hitler, a los Mussolini, o a quien usted más se le venga en gana.
Nada va a cambiar.
Nada.
Usted simplemente descomprimió su odio por un rato, disfrazándolo de sentido de justicia y venganza justificada.
Pero la verdad, es que usted, yo, el vecino y "el mundo", con contadas excepciones, somos los hijos, herederos, representantes y apóstoles de la cultura e historia de la humanidad, que es la historia y la cultura de la imposición "de lo que yo considero que es la verdad".
Somos los vivos exponentes de la "conciencia de la imposición".
Todos, más aquí o más allá, hemos aceptado o aceptamos, justificando aunque no participemos activamente, que en el nombre de prevenir contra un "posible" peligro futuro, hoy torturemos a todo aquel al que le hallamos mentalmente, colgado la etiqueta de "enemigo".
Y si no vea a las "eternas víctimas" de los judíos, crucificando a cualquiera que no los apoye bajo el mote de "antisemita", y haciendo y deshaciendo a su antojo, con total impunidad en su atropello a los derechos humanos del pueblo palestino, semitas también, por si no lo sabe.
Basta un poco de miedo, y todos nos sentimos deseosos de que la policía de palo, de que los militares salgan a la calle, de que "se haga lo que se tenga que hacer" en el nombre de que a mi no me vaya a pasar nada.
Un poco de amenaza acá, llámese comunismo, tupamaros, guerrilleros, insurgencia, sediciosos, terroristas, o bajo la apariencia que sea con que uno fantasee en su imaginario sobre "esos otros que van a venir a despojarme de lo que es mío".
El miedo está a la órden del día, y su reacción es siempre la misma, huir o atacar.
Siempre hemos creído y apostado a la imposición, tanto colectiva como individualmente.
Tanto el que trata de llegar al poder por las armas, como el que con las armas se defiende de los que tratan de arrebatarle el poder.
De hecho, es el pueblo, la gente, usted, yo y el vecino, los que nos parece bien, o por lo menos no tan mal, que el poder político-religioso tenga siempre a su servicio al poder militar y bélico.
Poder que jamás se ha movilizado inicialmente para algo que no sea reclamar-imponer su visión de las cosas sobre otro estado más débil, en el nombre de "mejores y mayores oportunidades para el comercio y el enriquecimiento de los ya ricos".
"Los invadimos para ayudarlos" como bien fue el slogan de Bush; ya de paso matamos algunos cientos de "inservibles" (que no les gusta trabajar enriqueciendo a otros bajo la esperanza de lograr el sueño americano algún día), sobre los cuales nadie va a reclamar nada, nos quedamos con su petróleo, llevamos nuestras empresas a "su" país, les ponemos unos gobernantes que respondan a nuestros intereses, y todo ello en nombre de..., de lo que sea que se les ocurra, pero en definitiva de que, en este caso, el "pueblo americano" pueda mantener su statu quo, su "american way of life", lo cual incluye el despilfarro estúpido y de modo casi obceno del 80% de los recursos energéticos del mundo, esencialmente, los llamado recursos no-renovables.
Y todo ello por que cada "americano" está convencido de su "derecho-de-nacimiento" a tener uno o dos autos así, una casa asá, un anillo de diamantes del tamaño de una manzana granny smith para el día de su boda, y no les interesa demasiado, si, en nombre del "progreso" del mundo occidental (???) y cristiano, o sea de su "mundo", la CIA, el pentágono, y la "inteligencia" militar junto con los capataces de turno en la casa blanca, deben coordinar para ello algunas dictaduras en esos feos paises del tercer mundo, aprovechando la oportunidad para mover la industria armamentista siempre presente detrás del sillón de la sala oval.
Si no estuviesen de acuerdo, conciente o inconcientemente, no mandarían a sus hijos a unirse a la marina, no eligirían a un candidato semejante porque ni siquiera lo propondrían, etc.
"Yo tengo derecho a consumir y a tener lo que quiera" y en nombre de ello estoy dispuesto a lo que sea.
Hoy rematan el punto las delaraciones de los títeres de la UN, las amenazas de pandemias con las que se presiona a los gobiernos para que compren vacunas a las multinacionales farmacéuticas, y el con-vencimiento general de que no es posible salirse de ello.
¿Y qué tiene que ver todo esto ("el mundo") con el darse cuenta?
Pues es simple; siempre van a surgir-emerger de la conciencia popular (o debí decir inconciencia popular)los Pinochet, los Bush, o los que sean con el apellido que sea, mientras usted, yo y el vecino estemos de acuerdo en que el ser humano tiene derecho a imponerse a otros.
Primero trataremos de con-vencer "por las buenas"; y si esto no resulta, en algún momento, alguien propondrá la otra alternativa, que es en realidad la otra cara de la misma moneda, y surgirán entonces los miles que están dispuestos a obedecer las órdenes demenciales de un Bush, un Hitler o un Goyo Álvarez, y surgirán en ese mismo momento los miles de millones que están dispuestos a quedarse en casa mirando la tele mientras "ellos" (no nosotros eh!) hacen el trabajo sucio.
Nunca puede un régimen dictatorial, sea de izquierdas o de derechas, sostenerse en el poder, si no cuenta con un mínimo de apoyo popular activo, y un mucho mayor permiso popular pasivo.
Cuando no se censuran los abusos que se cometen, en el nombre de que es la única forma de restaurar el órden, se está implicitamente dando permiso para abusar. Se da con-sentimiento.
"Mientras a mi no me toquen..."
"Algo habrán hecho".
"Es su karma".
Lo sellan con su bálsamo para conciencias incomodadas, los nuevos gurúes y filósofos de la Ley de Atracción, que como el incalificable de Bob Proctor, proponen que si el 2% de la población mundial se queda con más del 80% de las riquezas del mundo, es porque se "sintonizan" con la abundancia y no con la carencia como hace el otro 98% de la población mundial, y merced a la "espiritual" ley de atracción logran así el "éxito material" que es, en nuestros tiempos, "la auténtica señal de los verdaderos auto-realizados".
Hacerse rico haciendo que otros trabajen para uno, aprovechándose del miedo y la ambición de los demás es el último grito de la moda de la conciencia, lo último de lo último en virtudes para cultivar.
Hace que los ya multi-ricos expriman más y más inescrupulosamente a todo el mundo, y que los ya empobrecidos y re-empobrecidos del mundo no se bajen del carrusel del consumo con la esperanza de algún día poder "progresar" y llegar más cerca de la cima.
"Son pobres porque quieren, porque no les gusta trabajar, porque no son ambiciosos, porque son inferiores, porque son negros, porque piensan en la carencia y no en la riqueza ilimitada, porque no son el pueblo elegido..., etc"
Lindo verso el de la riqueza ilimitada, para la madre de Africa que contempla como de sus pechos secos no sale leche para alimentar al hijo que se muere en sus brazos en medio del abandono , las moscas, y la mirada impasible del mundo y los organismos internacionales.
Lindo verso el de la riqueza ilimitada del universo, que no es falacia pero es verso, pues del universo sólo habitamos la tierra, y en ella la cantidad de alimento que se cosecha si es limitada, y si en nombre de la abundancia y el éxito usted acapara más de lo que realmente necesita para vivir con dignidad, como extrañarse después de que a otros les falte!
Lindo verso para el niño que come del contenedor de la basura mientras mira el desfile de autos en el supermercado o el shopping del cual ha sido excluído, simplemente por haber nacido "en el lugar equivocado".
La riqueza, el éxito material es ahora el bien más preciado y la meta a alcanzar, o mantener, en caso de que ya lo hubiese logrado.
Definitivamente, al decir del I Ching, estamos en la época "del ascenso de los vulgares".
Si hubiése un profundo sentido del valor de la vida y de la integridad del ser humano, y por ende, un profundo rechazo a cualquier forma de abuso o coerción de la libertad moral, intelectual y física del individuo, ¿cree usted que sería posible que hubieran militares o guerrilleros que en nombre de las ideas que fuesen estuvieran dispuestos a despedazar a balazos a otro ser humano? ¿y a torturar? ¿y a violar?
¿Y habrían civiles que estuvieran igualmente dispuestos a convalidar todo eso?
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y de la integridad de todo ser humano, ¿cree usted que habría esta demencia consumista que hace que el 30% de la población mundial muera de hambre por que el resto tiene "derecho a tener y a acumular lo que sea que se le antoje"?
Si hubiese un profundo sentido del valor de toda vida, ¿cree usted que trataríamos a los animales, a las plantas y al planeta como lo hacemos sólo porque "dios nos ha puesto sobre toda la creación para que nos enseñoremos de ella"?
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y su integridad, la imposición sería impensable, a nos ser a los efectos prácticos de enseñarle a un bebé a comer con cuchara y otras cosas por el estilo, pero jamás para impedirle a un ser humano, anciano, adulto, jóven, niño o bebé, hombre o mujer, que sea el mismo; mucho menos para privarle a nadie de los satisfactores a sus necesidades básicas en el nombre de "mi derecho al éxito", o de violentar a nadie en nombre de mis ideales, o de la obtención de mi retorcido placer personal.
Es la voz de la envidia impotente y la estupidez la que grita en todos los ambiciosos: " ¿y si ellos lo pueden tener por qué yo no?!!!"
"¿y por qué no?!"
Si hubiese un profundo sentido del valor de la vida y su integridad, jamás tendríamos ni la clase política que tenemos, ni el estado que tenemos, ni la cultura que tenemos; no tendríamos este "mundo".
Pero yo vivo en un país donde se celebra el descenso de la mortalidad infantil y se proclama como un logro de las políticas llevadas a cabo por el mismo partido de gobierno que impulsa con feroz e irracional vehemencia el "derecho" de las mujeres a matar a sus propios hijos en su vientre, porque en un momento deciden que no se sienten preparadas para "complicarse la vida" con un hijo.
Lideradas ellas entre otros, por un abogado (cuando no un abogado) que lleva adelante casos de derechos humanos por denuncias de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar de derecha.
(parece que los derechos "humanos" no incluyen a los bebés).
No están psicológicamente preparadas...
"Nosotras parimos, nosotras decidimos".
La comodidad psicológica, es, en este caso, un valor proclamado por encima del valor de la vida en si.
Y para los políticos, es más importante permanecer en el poder al precio que sea, que ser íntegros y coherentes.
Esa es nuestra realidad porque esta es nuestra clase política.
Y esta es nuestra clase política, porque así somos nosotros.
Y así somos nosotros porque nos damos cuenta de lo que nos damos cuenta y no nos damos cuenta de lo que no nos damos cuenta.
Es mundo es lo que es, porque usted y yo, y el vecino, y el político, y el militar, y el jefe de ese militar, y quien sea que a usted se le ocurra somos lo que somos.
Y siendo lo que somos, como somos, "el mundo" no podría ser de otro modo.
El "mundo" es demencia, y usted "viaja" en ese mismo tren.
La pregunta obligada, a estas alturas, es por qué el ser humano es lo que es o actúa como actúa, lo cual en los hechos, viene a ser lo mismo.
¿Bajo qué premisa, bajo qué encantamiento maldito somos los seres humanos movidos a la inhumanización?
Históricamente, el factor común a cualquier cultura, antigua o moderna, de oriente o de occidente, es uno y el mismo: la identificación con la imposición como forma "normal" de relacionamiento.
Imposición por el convencimiento, por la insistencia, por el asedio, por el apabullamiento intelectual, por el menosprecio, por el chantaje emocional, por el miedo suscitado con la amenaza, por el ejercicio impune e insensible de lo amenazado.
Imposición que es verticalismo, intolerancia, odio, fanatismno, fascismo, ya sea de clases o de "entre-casa".
Fascismo que ejerce y ejercerá necesariamente, aquel que se sienta, en mayor o menor grado, como el protagonista "de los cambios que deben darse"; que se sienta como "el que debe mostrarle al otro lo que hay que hacer".
"El que debe cambiar la realidad", "el salvador", "el que sabe lo que hay que hacer, y hacia dónde hay que ir, y cómo las cosa deberían ser".
"El elegido".
"El candidato", "papá", "el que tiene las cosas claras", "el que ve más allá", "el maestro", "el gurú", "el doctor", y una larga lista de etcéteras improvisados como los nuevos pontífices, ministros e iluminados de turno.
La conciencia de imposición es la resultante inequívoca de la asunción del protagonismo del cambio.
De creer que se sabe como las cosas, el mundo y los demás "deberían" ser.
El que cree saber como algo o alguien "debería" ser lleva, inevitablemente, un sentido de conflicto y un deseo de imposición en su interior.
El que ve, ve el desatino, y no puede participar más de él.
Lo único que puede hacer es vivir según lo que ve, y viviendo, compartirlo.
Compartirlo, jamás tratar de imponerlo.
Si trata de imponer, es que no ve.
Ver, es darse cuenta de que el único cambio posible y verdadero es el cambio interior, que es el darse cuenta, que es el ver.
Y este jamás puede ser controlado, monopolizado, administrado o impuesto a voluntad.
Nunca.
Ver, es darse cuenta de que el mundo es como es porque cada quien es como es, y cada quien es como es porque no se da cuanta de lo que no se da cuenta.
Y no hay forma alguna, ninguna forma, de "hacer que el otro se de cuenta".
Ninguna. Jamás.
Lo único que me es posible, es darme cuenta yo, y vivir ese darme cuenta, y viviéndolo, compartirlo.
Darme cuenta de que nada depende de mi.
Nada, ningún cambio verdadero.
Ningún cambio interno, ni en mi ni en nadie, depende de mi.
Uno sólo puede preguntarse sobre si algo depende verdaderamente de uno o no, pero sin contestarse mentalmente.
Entonces, el sentir no distorsionado por el pensamiento, es la respuesta, es darse cuenta.
Pero no puedo fabricarlo mentalmente pensando sobre ello, argumentando, tratando de convencerme o convencer a otros.
¿Hay algo que dependa de mi?
Aparte de lavarme los dientes, prepararme una taza de té verde, limpiar la casa, cocinar, trabajar, o lo que sea que mi situación real me demande en el momento presente, y ese tipo de cosas.
Aparte de eso, internamente, en mi o en otros, ¿hay algo que dependa de mi?
Darse cuenta de que NADA depende de uno, es darse cuenta de que NADA es asunto de uno, internamente hablando, claro está.
Es darme cuenta que no soy ni el ministro, ni el censor, ni el controlador o carcelero de nadie; ni siquiera de mi mismo.
Y es entonces, no tener nada por lo cual luchar, nada que imponerse ni imponerle a nadie, nunca más.
Ningún cambio por el cual se deba uno esforzar o por el cual deba luchar contra si mismo o contra los demás.
Entonces, en uno hay paz.
Uno es paz.
Y es estar, entonces, instantánemente fuera de la corriente ancestral del desatino de la humanidad.
Y sólo desde allí, sin participar más ni nutrir más la confusión y la demencia, puede uno ser para otros un espejo que refleje su verdadera y natural seidad, que es, obviamente, también paz.
Pues sólo quien es paz, puede "llevar" o compartir paz, dar paz.
Es el hombre "que vive en el mundo pero no es del mundo".
Y es el que será señalado por sus "hermanos" como un traidor por no querer apoyar ninguna de sus causas de lucha, es el que será visto como alguien no comprometido, como un proscripto.
Sin embargo, nadie más comprometido que él.
Y nadie tan sólo.
Darse cuenta de que nada depende de uno, es lo que lo deja a uno libre para poder vivir de manera simple, por el tiempo que sea que la existencia del cuerpo le dure, ocupándose simplemente de los desafíos que la vida le pone delante, disfrutando del estar vivo, viviendo e irradiando esa paz en la que se vive, y teniendo toda la energía y la sensibilidad disponibles para disfrutar de este impresionante espectáculo, profundamente gozoso y misterial e insondable, que es La Vida.
Darse cuenta de que nada depende de uno es lo que termina con la resistencia al fluir de la vida tal cual es, y en ese fluir de la no-resistencia se diluye el "yo", el inexistente "yo", cúmulo de recuerdos muertos y opiniones de como las cosas, los seres y la vida debían ser, puntos de vista en contra de como las cosas y los seres eran, con los cuales nos habíamos indentificado, y con los cuales nos habíamos "separado" del fluir, de la armonía de la totalidad.
Porque el fluir de la totalidad de la vida es armonía, es perfecta paz; siempre lo ha sido y siempre lo será.
Sólo es el hombre quien necesita paz.
Nada depende de mi.
Esto es para mi, lo definitivo...
Richard Mesones
martes, 6 de octubre de 2009
Perdonar-se.-
.
Perdonar es morir internamente para el sufrimiento.
Es soltar, sin regateos, el fardo inútil del pasado que ya no es, pero que adentro nuestro nunca supimos "resolver".
Es dejar los cadáveres del ayer descansar en la paz de un corazón que nada les reclama, para que lo mejor de ellos, que es también lo mejor nuestro, libre del peso absurdo de tener que mantener vivo en uno el recuerdo de la herida, pueda florecer en la alegría y la liviandad de un espítitu que se hace nuevo cada día.
Y que los muertos entierren a sus muertos; pues cargar con muertos no deja vivir ni revive a los que ya se fueron.
Perdonar es morir para el rencor, para el ansia de revancha que nos corroe las entrañas.
Es soltar el recuerdo, la pintura mental de la herida con que una vez la verdad nos despertó, y que nosotros nos hemos encargado de re-crear día trás día.
Una vez, un ser herido de desamor e inconsciencia nos tiró el golpe, y nosotros, apegados a otra espectativa lo recibimos, entre incrédulos y abrumados por la sorpresa de constatar aún sin saberlo, que ni papá ni mamá eran gigantes, ni así tampoco los fabulosos adultos "grandes" lo eran.
De ahí en más, golpe más o golpe menos, "decidimos" dar la espalda a nuestra vulnerabilidad, y en su lugar, la memoria de la herida y la anticipación mental de su regreso han sido la temática por excelencia de nuestra mente.
Y eso es la herida, el recordar la herida y re-crearla constantemente para que "no me vaya a pasar otra vez algo que me haga sentir de nuevo así".
¿Así cómo?
Así mismo como el recuerdo contante y la fantasía del "daño por venir" me lo hacen sentir en este momento, así como en cada momento en que pienso en ello.
La retorcida oración de un cerebro así, es más o menos algo como: "aýudame señor a ser herido mil veces, cien mil veces anticipadamente, para no sufrir "otra vez" inesperadamente."
Esa es nuestra "esperanza".
Y el precio que pagamos por no estar dispuestos a olvidar, a soltar, a perdonar.
El precio por nuestra "seguridad" psicológica.
Que por supuesto no existe más que en nuestra fantasía, pués la vida trae placer y dolor por igual, y esto jamás va a cambiar.
O sea que como estrategia "preventiva", el recordar y cargar con el sentimiento de la herida, es totalmente ineficaz.
Y como contrapartida, nos "asegura" que, además de mantenernos vulnerables a cualquier otra cosa que traiga la vida, vamos a sufrir permanentemente por el recuerdo, por esa imágen que la mente no suelta, y con la cual nos laceramos una y mil y cien mil veces más de lo que la realidad lo hizo.
Responabilizamos por ello a la vida, a dios, al estado, al mundo, al destino, a los astros, a la madre que nos parió, a adán y a eva, a la capa de ozono, al perro del vecino y a lo que sea que se nos cruce por enfrente.
¿Pero quién es el responsable de seguir en su mente haciéndose una y otra vez aquello que ya pasó, que en la realidad ya no es más ni lo será?
¿Quién?
Exácto; uno mismo.
La palabra evoca la imágen, y este contiene-recrea el sentimiento de dolor interior que-es-la-herida.
Recordar es pensar sobre lo que ya no es.
Y la vida jamás se repite.
Sólo la memoria lo hace.
No soltamos el sentimiento de haber sido heridos injustamente, para tener en nuestra fantasía, el "derecho" a sentir odio, tristeza, y sed de destrucción. A sentirnos perpetuamente resentidos.
Sin exagerar.
Y porque además hemos sido educados para "no olvidar"; para cargar en la memoria el recuerdo de la afrenta o el insulto, de la mañana a la noche, y de esta al día siguiente, a la semana siguiente, al resto de la vida, y a las generaciones venideras de no poder nosotros "resolverlo" antes.
A cada generación que aparece sobre esta tierra, nos encargamos de cargarlos inevitablemente con el fardo de lo que nosotros no hemos podido soltar.
Incluso llegamos a hacer de eso nuestra identidad, como personas y como naciones.
Se suma a ello la lástima por uno mismo, que provoca ese sentimiento "tan dulce", tan de "desprotegido", que el sentirse la eterna víctima, "el que todos apalean sin que él les haga nada" se transforma más que en identidad, en un imperativo.
A estas alturas creo que ya es obvio...
"LA CRUZ QUE QUISIERAS ECHAR SOBRE LOS OTROS, LA CARGARÁS TÚ MISMO, INDEFECTIBLEMENTE."
"No olvido la tristeza y el dolor que me provocaste, para poder enrostrártelo cada vez que me veas."
"Me concentro en lo que me dolió para que no me vaya a invadir la primavera, y me olvide así de reclamártelo."
"Me visto con los desamores y sinsabores, con toda la amargura de que soy capaz, para que tú no te sientas con derecho a ser feliz en mi presencia ni donde quiera que yo pueda pensarte."
Es seguir "viviendo" permanentemente en un pasado que ya no es, negándose a vivir un presente que no se deja nunca florecer.
Por ello, perdonar es perdonarse, y reconocerse vulnerable, inmensa y dichosamente vulnerable, para sentir, para vivir, para amar y volver a sonreir.
Es darse nuevamente el derecho a sentir sin tener que anticipar ni "guiarse" por la experiencia condicionente del pasado.
Es decir ya basta de prolongar ad infinitum este dolor inútilmente, como el obligado luto de nuestras viudas a perpetuidad, consagrado en nuestra cultura, que equipara sufrimiento con elevación espiritual y negación de la vida con complacencia de dios.
Perdonar es animarse a decirse lo que hay que decirse, claro y en voz alta, y llorar todas las lágrimas que un día no se lloraron, sin poner ya más excusas ni justificaciones, sin más razones ni reclamos, sin tratar de "entender" o de hacerse fuerte; más es también dejar de negarle su lugar en nuestra alma a la alegría, al real contento, ese que emana de la vida misma en nosotros, sin motivo, por el sólo hecho de estar vivos.
Es dejarse amar por el presente, amando lo que somos gracias a lo que fuimos.
Y es reconocer desde la nada que todos somos, que somos apenas seres humanos, ciegos, heridos, y asustados, tirando manotazos a las tinieblas, sin siquiera darnos cuenta de a quien lastimamos cuando contra otros nos golpeamos.
No son los actos de los demás los que nos hieren.
Son en realidad nuestros pensamientos sobre estos mismos actos.
La idea de que lo que fue no debía haber sido.
Y la de que fue, no por inconciencia de sus actores, sino por la "mala intención" de los victimarios.
Esas son las dos patas sobre las cuales se sostiene el eterno condenado de "lo imperdonable".
Perdonar es animarse a ver, a ver la humanidad del otro como veo la mía, y darse cuenta que no puedo pretender que alguien fuera conmigo en un momento dado, algo distinto de lo que su darse-cuenta en ese momento le permitía.
Y que yo tampoco podía ser distinto de como fui, no por "mala voluntad" sin por no haber visto el daño que hacía y que me hacía.
Perdonar es entonces, por fin bajar los brazos, para abrazarse sin demoras ni disimulos, dejando caer el insoportablemnte pesado fardo de los ayeres con los cuales la mente "protege" al corazón contra la vida.
Y es dicirle al otro, ya no "otro" sino igual, que yo también me equivoqué, y que lamento no haberlo visto antes, pero que no fue mala voluntad ni falta de amor, sino ceguera interior, no ver, no darme cuenta.
Y así volverlo nuestro prójimo, dejando que nuestro corazón recupere del mundo ese sagrado espacio que es el corazón del otro.
Y es recordar que un día, tal vez no tan lejano, nuestros pies y los suyos y los de todos los que hoy somos, dejarán de pisar por estas calles que hoy tan distraídamente transitamos, y entonces todas esas grandes afrentas que nunca perdonamos, cinco minutos antes de la hora de partida, no serán más que lo que siempre fueron, patéticas excusas insignificantes con las que neciamente nos impedimos amarnos sin condiciones ni demoras, sin postergarnos por postergar el florecer del corazón para después de que "la deuda" se nos hubiese pago.
Sólo quien es capaz de perdonar es capaz de perdonarse.
Y sólo quien es capaz de perdonarse es capaz de renovarse.
De recordar con el corazón, que en realidad, la inocencia nunca la perdimos, que el corazón es hoy capaz de amar igual que el primer día, como lo fuimos de niños.
Y que la vida es un presente, y que es demasiado hermosa y demasiado corta como para desperdiciarla no amando.
Te deseo con todo mi SER: que te perdones a ti mismo/a por lo que sea que hayas hecho o dejado de hacer.
De la Vida no te preocupes, Ella nunca te juzgó, ni a ti ni a nadie; jamás te condenó por tu enfermedad, por tu no darte cuenta, y no tiene por tanto, nada que perdonarte.
Nada más temas, y por sobre todas las cosas, no temas en ser el primero en amar, y amar, y amar...
Con el afecto de siempre, para todos, TODOS...
Y mil gracias para Carlos, donde quiera que te encuentres!
Richard Mesones.
Perdonar es morir internamente para el sufrimiento.
Es soltar, sin regateos, el fardo inútil del pasado que ya no es, pero que adentro nuestro nunca supimos "resolver".
Es dejar los cadáveres del ayer descansar en la paz de un corazón que nada les reclama, para que lo mejor de ellos, que es también lo mejor nuestro, libre del peso absurdo de tener que mantener vivo en uno el recuerdo de la herida, pueda florecer en la alegría y la liviandad de un espítitu que se hace nuevo cada día.
Y que los muertos entierren a sus muertos; pues cargar con muertos no deja vivir ni revive a los que ya se fueron.
Perdonar es morir para el rencor, para el ansia de revancha que nos corroe las entrañas.
Es soltar el recuerdo, la pintura mental de la herida con que una vez la verdad nos despertó, y que nosotros nos hemos encargado de re-crear día trás día.
Una vez, un ser herido de desamor e inconsciencia nos tiró el golpe, y nosotros, apegados a otra espectativa lo recibimos, entre incrédulos y abrumados por la sorpresa de constatar aún sin saberlo, que ni papá ni mamá eran gigantes, ni así tampoco los fabulosos adultos "grandes" lo eran.
De ahí en más, golpe más o golpe menos, "decidimos" dar la espalda a nuestra vulnerabilidad, y en su lugar, la memoria de la herida y la anticipación mental de su regreso han sido la temática por excelencia de nuestra mente.
Y eso es la herida, el recordar la herida y re-crearla constantemente para que "no me vaya a pasar otra vez algo que me haga sentir de nuevo así".
¿Así cómo?
Así mismo como el recuerdo contante y la fantasía del "daño por venir" me lo hacen sentir en este momento, así como en cada momento en que pienso en ello.
La retorcida oración de un cerebro así, es más o menos algo como: "aýudame señor a ser herido mil veces, cien mil veces anticipadamente, para no sufrir "otra vez" inesperadamente."
Esa es nuestra "esperanza".
Y el precio que pagamos por no estar dispuestos a olvidar, a soltar, a perdonar.
El precio por nuestra "seguridad" psicológica.
Que por supuesto no existe más que en nuestra fantasía, pués la vida trae placer y dolor por igual, y esto jamás va a cambiar.
O sea que como estrategia "preventiva", el recordar y cargar con el sentimiento de la herida, es totalmente ineficaz.
Y como contrapartida, nos "asegura" que, además de mantenernos vulnerables a cualquier otra cosa que traiga la vida, vamos a sufrir permanentemente por el recuerdo, por esa imágen que la mente no suelta, y con la cual nos laceramos una y mil y cien mil veces más de lo que la realidad lo hizo.
Responabilizamos por ello a la vida, a dios, al estado, al mundo, al destino, a los astros, a la madre que nos parió, a adán y a eva, a la capa de ozono, al perro del vecino y a lo que sea que se nos cruce por enfrente.
¿Pero quién es el responsable de seguir en su mente haciéndose una y otra vez aquello que ya pasó, que en la realidad ya no es más ni lo será?
¿Quién?
Exácto; uno mismo.
La palabra evoca la imágen, y este contiene-recrea el sentimiento de dolor interior que-es-la-herida.
Recordar es pensar sobre lo que ya no es.
Y la vida jamás se repite.
Sólo la memoria lo hace.
No soltamos el sentimiento de haber sido heridos injustamente, para tener en nuestra fantasía, el "derecho" a sentir odio, tristeza, y sed de destrucción. A sentirnos perpetuamente resentidos.
Sin exagerar.
Y porque además hemos sido educados para "no olvidar"; para cargar en la memoria el recuerdo de la afrenta o el insulto, de la mañana a la noche, y de esta al día siguiente, a la semana siguiente, al resto de la vida, y a las generaciones venideras de no poder nosotros "resolverlo" antes.
A cada generación que aparece sobre esta tierra, nos encargamos de cargarlos inevitablemente con el fardo de lo que nosotros no hemos podido soltar.
Incluso llegamos a hacer de eso nuestra identidad, como personas y como naciones.
Se suma a ello la lástima por uno mismo, que provoca ese sentimiento "tan dulce", tan de "desprotegido", que el sentirse la eterna víctima, "el que todos apalean sin que él les haga nada" se transforma más que en identidad, en un imperativo.
A estas alturas creo que ya es obvio...
"LA CRUZ QUE QUISIERAS ECHAR SOBRE LOS OTROS, LA CARGARÁS TÚ MISMO, INDEFECTIBLEMENTE."
"No olvido la tristeza y el dolor que me provocaste, para poder enrostrártelo cada vez que me veas."
"Me concentro en lo que me dolió para que no me vaya a invadir la primavera, y me olvide así de reclamártelo."
"Me visto con los desamores y sinsabores, con toda la amargura de que soy capaz, para que tú no te sientas con derecho a ser feliz en mi presencia ni donde quiera que yo pueda pensarte."
Es seguir "viviendo" permanentemente en un pasado que ya no es, negándose a vivir un presente que no se deja nunca florecer.
Por ello, perdonar es perdonarse, y reconocerse vulnerable, inmensa y dichosamente vulnerable, para sentir, para vivir, para amar y volver a sonreir.
Es darse nuevamente el derecho a sentir sin tener que anticipar ni "guiarse" por la experiencia condicionente del pasado.
Es decir ya basta de prolongar ad infinitum este dolor inútilmente, como el obligado luto de nuestras viudas a perpetuidad, consagrado en nuestra cultura, que equipara sufrimiento con elevación espiritual y negación de la vida con complacencia de dios.
Perdonar es animarse a decirse lo que hay que decirse, claro y en voz alta, y llorar todas las lágrimas que un día no se lloraron, sin poner ya más excusas ni justificaciones, sin más razones ni reclamos, sin tratar de "entender" o de hacerse fuerte; más es también dejar de negarle su lugar en nuestra alma a la alegría, al real contento, ese que emana de la vida misma en nosotros, sin motivo, por el sólo hecho de estar vivos.
Es dejarse amar por el presente, amando lo que somos gracias a lo que fuimos.
Y es reconocer desde la nada que todos somos, que somos apenas seres humanos, ciegos, heridos, y asustados, tirando manotazos a las tinieblas, sin siquiera darnos cuenta de a quien lastimamos cuando contra otros nos golpeamos.
No son los actos de los demás los que nos hieren.
Son en realidad nuestros pensamientos sobre estos mismos actos.
La idea de que lo que fue no debía haber sido.
Y la de que fue, no por inconciencia de sus actores, sino por la "mala intención" de los victimarios.
Esas son las dos patas sobre las cuales se sostiene el eterno condenado de "lo imperdonable".
Perdonar es animarse a ver, a ver la humanidad del otro como veo la mía, y darse cuenta que no puedo pretender que alguien fuera conmigo en un momento dado, algo distinto de lo que su darse-cuenta en ese momento le permitía.
Y que yo tampoco podía ser distinto de como fui, no por "mala voluntad" sin por no haber visto el daño que hacía y que me hacía.
Perdonar es entonces, por fin bajar los brazos, para abrazarse sin demoras ni disimulos, dejando caer el insoportablemnte pesado fardo de los ayeres con los cuales la mente "protege" al corazón contra la vida.
Y es dicirle al otro, ya no "otro" sino igual, que yo también me equivoqué, y que lamento no haberlo visto antes, pero que no fue mala voluntad ni falta de amor, sino ceguera interior, no ver, no darme cuenta.
Y así volverlo nuestro prójimo, dejando que nuestro corazón recupere del mundo ese sagrado espacio que es el corazón del otro.
Y es recordar que un día, tal vez no tan lejano, nuestros pies y los suyos y los de todos los que hoy somos, dejarán de pisar por estas calles que hoy tan distraídamente transitamos, y entonces todas esas grandes afrentas que nunca perdonamos, cinco minutos antes de la hora de partida, no serán más que lo que siempre fueron, patéticas excusas insignificantes con las que neciamente nos impedimos amarnos sin condiciones ni demoras, sin postergarnos por postergar el florecer del corazón para después de que "la deuda" se nos hubiese pago.
Sólo quien es capaz de perdonar es capaz de perdonarse.
Y sólo quien es capaz de perdonarse es capaz de renovarse.
De recordar con el corazón, que en realidad, la inocencia nunca la perdimos, que el corazón es hoy capaz de amar igual que el primer día, como lo fuimos de niños.
Y que la vida es un presente, y que es demasiado hermosa y demasiado corta como para desperdiciarla no amando.
Te deseo con todo mi SER: que te perdones a ti mismo/a por lo que sea que hayas hecho o dejado de hacer.
De la Vida no te preocupes, Ella nunca te juzgó, ni a ti ni a nadie; jamás te condenó por tu enfermedad, por tu no darte cuenta, y no tiene por tanto, nada que perdonarte.
Nada más temas, y por sobre todas las cosas, no temas en ser el primero en amar, y amar, y amar...
Con el afecto de siempre, para todos, TODOS...
Y mil gracias para Carlos, donde quiera que te encuentres!
Richard Mesones.
lunes, 5 de octubre de 2009
Ser Iluminación.
.
Iluminación es simplemente lo que usted es cuando usted se da cuenta de lo que usted no es.
Iluminación es usted.
No usted y "la iluminación". No hay tal cosa como "yo-que-logré-iluminarme".
Iluminación es Ser-Iluminación.
Es darse cuenta de lo que usted es gracias a darse cuenta de lo que usted no es.
Cuando uno-mismo-conciencia se da cuenta de que no es un "yo", entonces lo que queda-conciencia impersonal, se da cuenta de si-misma; se da cuenta de ser ESO, que es absoluto, inmodificado, y sin cualidad.
ESO de lo cual nada puede decirse...
Sin distorsión.
Eso es iluminación.
Y no hay en ella ningún "yo" para alcanzarla, poseerla, o reclamarla como trofeo o logro propio o personal.
Hay la verdad, lo que hay.
Y sin necesidad de nombrarlo, se ES...
Ni así ni asá, ni con ninguna cualidad como referencia de ser...
SOY, sin etiquetas ni adjetivos, ni "conocimiento" sobre este mi llamado "yo", ni ninguna historia mental sobre el ser.
Simplemente Ser...
Esto es iluminación, liberación, unidad, realización, etc.
Nada especial, nada extraordinario.
¿Qué es la iluminación?
Nada.
Paz.
Y claridad.
Pero nunca "ser especial".
Ni omnisciente, ni "con poderes metafísicos", ni nada con lo que destacar.
Le "reduce" a usted, literalmente, a nada, a nadie.
Por ello es por lo que nunca "alguien" se iluminó, jamás!
Iluminación es darse cuenta de que lo que soy no es un "yo".
Es ser-silencio.
Es ser-iluminación.
Entonces nadie puede ser tan obtuso como para reclamar que es un "yo-iluminado".
La pregunta sobre ser o no ser no surge.
Ni el etiquetarse tampoco, pues ya no hay un "yo" que quiere o necesita saber de si.
Sólo surge la pregunta en aquellos que todavía creen ser un "yo" que debe alcanzar "la iluminación".
Cuando hay iluminación, no hay iluminado, hay sólo iluminación.
O sea que no hay nadie iluminado, ni lo hubo, ni lo habrá jamás.
"Iluminación" es, de últimas (y de primeras) tan sólo una palabra, una etiqueta superpuesta sobre lo único que hay, el SER.
Iluminación es simplemente lo que usted es cuando usted se da cuenta de que no es un "yo".
Y en ese darse cuenta se marchan junto con la ilusión del "yo", la voluntad por "llegar a ser", la necesidad de "decidir", y todos los objetos mentales que mantenían al pensamiento andando sin descanso, como un burro trás la zanahoria inexistente a la cual está condenado a no alcanzar jamás.
Entonces hay Paz.
Richard Mesones.
Iluminación es simplemente lo que usted es cuando usted se da cuenta de lo que usted no es.
Iluminación es usted.
No usted y "la iluminación". No hay tal cosa como "yo-que-logré-iluminarme".
Iluminación es Ser-Iluminación.
Es darse cuenta de lo que usted es gracias a darse cuenta de lo que usted no es.
Cuando uno-mismo-conciencia se da cuenta de que no es un "yo", entonces lo que queda-conciencia impersonal, se da cuenta de si-misma; se da cuenta de ser ESO, que es absoluto, inmodificado, y sin cualidad.
ESO de lo cual nada puede decirse...
Sin distorsión.
Eso es iluminación.
Y no hay en ella ningún "yo" para alcanzarla, poseerla, o reclamarla como trofeo o logro propio o personal.
Hay la verdad, lo que hay.
Y sin necesidad de nombrarlo, se ES...
Ni así ni asá, ni con ninguna cualidad como referencia de ser...
SOY, sin etiquetas ni adjetivos, ni "conocimiento" sobre este mi llamado "yo", ni ninguna historia mental sobre el ser.
Simplemente Ser...
Esto es iluminación, liberación, unidad, realización, etc.
Nada especial, nada extraordinario.
¿Qué es la iluminación?
Nada.
Paz.
Y claridad.
Pero nunca "ser especial".
Ni omnisciente, ni "con poderes metafísicos", ni nada con lo que destacar.
Le "reduce" a usted, literalmente, a nada, a nadie.
Por ello es por lo que nunca "alguien" se iluminó, jamás!
Iluminación es darse cuenta de que lo que soy no es un "yo".
Es ser-silencio.
Es ser-iluminación.
Entonces nadie puede ser tan obtuso como para reclamar que es un "yo-iluminado".
La pregunta sobre ser o no ser no surge.
Ni el etiquetarse tampoco, pues ya no hay un "yo" que quiere o necesita saber de si.
Sólo surge la pregunta en aquellos que todavía creen ser un "yo" que debe alcanzar "la iluminación".
Cuando hay iluminación, no hay iluminado, hay sólo iluminación.
O sea que no hay nadie iluminado, ni lo hubo, ni lo habrá jamás.
"Iluminación" es, de últimas (y de primeras) tan sólo una palabra, una etiqueta superpuesta sobre lo único que hay, el SER.
Iluminación es simplemente lo que usted es cuando usted se da cuenta de que no es un "yo".
Y en ese darse cuenta se marchan junto con la ilusión del "yo", la voluntad por "llegar a ser", la necesidad de "decidir", y todos los objetos mentales que mantenían al pensamiento andando sin descanso, como un burro trás la zanahoria inexistente a la cual está condenado a no alcanzar jamás.
Entonces hay Paz.
Richard Mesones.
sábado, 3 de octubre de 2009
Tratar de entender - II -
.
Tratar de entender lo entendible no es el problema.
El problema es tratar de entender lo que no es entendible, lo que sòlo es sentible.
Eso me hace sentirme "separado" del fluìr de la totalidad de la vida, que se manifiesta como la danza vital de lo innominable.
"Separado" de la Vida.
Y me "transforma" a mi propia vista en un objeto, me reduce a una pobre apariencia material, me vuelve a mis propios ojos un "algo", como tantos otros "algos" del mundo de lo entendible, el mundo de las apariencias, aparentemente todos desconectados entre si.
Entonces me siento como un "yo"-entidad, objeto material desconectado de la esencia de la vida, teniendo que sobrevivir en un mundo de "yoes" y apariencias constantemente cambiantes con conductas incomprensibles a las que es necesario temer y tratar de comprender para poder sentirme asì màs en-control, incluìdo, seguro de ser capaz de perpetuar-asegurar de este modo "mi" continuidad como entidad separada.
El problema, es que sòlo el aspecto material y formal de la vida es entendible, y hasta por ahì nomàs.
Pero no es entendible por què se es como se es, se siente como se siente, o por què en un momento dado uno se da cuenta de algo que se da cuenta, y no se da cuenta de algo de lo cual no se da cuenta.
No es entendible por què cada uno es cada uno, ni por què no es "otro" sino ese-que-es-asì.
No es entendible, pues lo que es ùnico no es comparable, y lo que no es comparable no es entendible pues no hay nada que se pueda decir de ello.
Tratar de entender lo que no es entendible es lo que tiende un manto de etiquetas, palabras, sìmbolos, imàgenes y absurdas historias mentales, que terminan no dejàndome ver còmo algo o alguien es.
Sòlo veo en su lugar la historia mental que justifica o condena "explicando" el por què (por què que es una completa fantasìa) lo que es, es como es.
Mi historia sobre lo que es.
Mi historia sobre X.
Distorsiona el sentir, el poder sentir con absoluta claridad y nitidez de conciencia el como algo o alguien verdaderamente es.
Dejo de sentirme en vital relaciòn con la Vida manifestàndose tal cual lo hace, y creo en mi mente un sentimiento "en paralelo" al que es la expresiòn natural de mi sensibilidad vital.
Un sentimiento que no obedece o procede de mi sensibilidad frente a la realidad, sino de mi historia sobre ella.
Un sentimiento en mi que compite con y anula mi sentir natural, que me extranjeriza de mi mismo y de la patria natural en el cual mi sentido de ser florece, o sea, de la realidad.
Dejo de sentirme en comuniòn; comuniòn conmigo mismo, con mi propio sentir, y con la realidad de la Vida en la cual mi sensibilidad està completa e indisolublemente integrada.
Y ese, es el orìgen de toda la oscuridad, de toda la falta de claridad, de toda la confusiòn interior.
De toda la falta de comuniòn, de comunidad, de totalidad.
Y es el orìgen tambièn de todo el infierno de extravìo en el cual una existencia privada del luminoso sentido aportado por su sensibilidad natural, inevitablemente se precipita.
Ninguna explicaciòn de lo que es tiene jamàs relaciòn real alguna con el hecho, con lo que es.
Es tan sòlo un ejercicio estùpido y pretensioso de una mente mediocre, que cree que puede encasillar en el recipiente muerto de la experiencia personal el fluìr desbordante, y eternamente nuevo de lo inconmensurable, que se vuelve manifiesto de instante en instante.
Ejercicio tan absurdo y tan vano como tratar de entender el murmullo del agua o el crepitar del fuego; la sonrisa de un niño o el rumor de los pinos; el estampido del trueno o la furia de un aguacero; el vuelo de la mariposa o la luz tiritando sobre el rocìo; o el por què hombres y mujeres se encuentran, o el por que un dìa sus caminos los alejan.
¿Quièn puede decir por què usted siente como siente?
¿Por què usted es como usted es?
¿Por què usted no es como usted no es?
¿Por què es casi indiferente a los autos pero se estremece màs allà de lo imaginable ante la silenciosa presencia de los àrboles bajo el oscuro cielo nocturno?
¿Por què? ¿Eh?!
¿Quièn puede decir por què una flor es esa flor y no otra?
¿Quièn puede decir por què el misterio se ha vestido con sus ojos?
¿Quièn puede entenderlo?
Usted no puede ni podrà jamàs entender el mar.
Sòlamente puede, siendo uno con èl, penetrar en su vastedad sin conocerlo.
Y eso es o serà sòlo cuando se de cuenta, de que aparte de lo tècnico, aparte de lo entendible, nada màs hay que deba o necesite o pueda ser entendido.
Aparte de lo entendible,
¿Hay algo que entender?
Richard Mesones.
Tratar de entender lo entendible no es el problema.
El problema es tratar de entender lo que no es entendible, lo que sòlo es sentible.
Eso me hace sentirme "separado" del fluìr de la totalidad de la vida, que se manifiesta como la danza vital de lo innominable.
"Separado" de la Vida.
Y me "transforma" a mi propia vista en un objeto, me reduce a una pobre apariencia material, me vuelve a mis propios ojos un "algo", como tantos otros "algos" del mundo de lo entendible, el mundo de las apariencias, aparentemente todos desconectados entre si.
Entonces me siento como un "yo"-entidad, objeto material desconectado de la esencia de la vida, teniendo que sobrevivir en un mundo de "yoes" y apariencias constantemente cambiantes con conductas incomprensibles a las que es necesario temer y tratar de comprender para poder sentirme asì màs en-control, incluìdo, seguro de ser capaz de perpetuar-asegurar de este modo "mi" continuidad como entidad separada.
El problema, es que sòlo el aspecto material y formal de la vida es entendible, y hasta por ahì nomàs.
Pero no es entendible por què se es como se es, se siente como se siente, o por què en un momento dado uno se da cuenta de algo que se da cuenta, y no se da cuenta de algo de lo cual no se da cuenta.
No es entendible por què cada uno es cada uno, ni por què no es "otro" sino ese-que-es-asì.
No es entendible, pues lo que es ùnico no es comparable, y lo que no es comparable no es entendible pues no hay nada que se pueda decir de ello.
Tratar de entender lo que no es entendible es lo que tiende un manto de etiquetas, palabras, sìmbolos, imàgenes y absurdas historias mentales, que terminan no dejàndome ver còmo algo o alguien es.
Sòlo veo en su lugar la historia mental que justifica o condena "explicando" el por què (por què que es una completa fantasìa) lo que es, es como es.
Mi historia sobre lo que es.
Mi historia sobre X.
Distorsiona el sentir, el poder sentir con absoluta claridad y nitidez de conciencia el como algo o alguien verdaderamente es.
Dejo de sentirme en vital relaciòn con la Vida manifestàndose tal cual lo hace, y creo en mi mente un sentimiento "en paralelo" al que es la expresiòn natural de mi sensibilidad vital.
Un sentimiento que no obedece o procede de mi sensibilidad frente a la realidad, sino de mi historia sobre ella.
Un sentimiento en mi que compite con y anula mi sentir natural, que me extranjeriza de mi mismo y de la patria natural en el cual mi sentido de ser florece, o sea, de la realidad.
Dejo de sentirme en comuniòn; comuniòn conmigo mismo, con mi propio sentir, y con la realidad de la Vida en la cual mi sensibilidad està completa e indisolublemente integrada.
Y ese, es el orìgen de toda la oscuridad, de toda la falta de claridad, de toda la confusiòn interior.
De toda la falta de comuniòn, de comunidad, de totalidad.
Y es el orìgen tambièn de todo el infierno de extravìo en el cual una existencia privada del luminoso sentido aportado por su sensibilidad natural, inevitablemente se precipita.
Ninguna explicaciòn de lo que es tiene jamàs relaciòn real alguna con el hecho, con lo que es.
Es tan sòlo un ejercicio estùpido y pretensioso de una mente mediocre, que cree que puede encasillar en el recipiente muerto de la experiencia personal el fluìr desbordante, y eternamente nuevo de lo inconmensurable, que se vuelve manifiesto de instante en instante.
Ejercicio tan absurdo y tan vano como tratar de entender el murmullo del agua o el crepitar del fuego; la sonrisa de un niño o el rumor de los pinos; el estampido del trueno o la furia de un aguacero; el vuelo de la mariposa o la luz tiritando sobre el rocìo; o el por què hombres y mujeres se encuentran, o el por que un dìa sus caminos los alejan.
¿Quièn puede decir por què usted siente como siente?
¿Por què usted es como usted es?
¿Por què usted no es como usted no es?
¿Por què es casi indiferente a los autos pero se estremece màs allà de lo imaginable ante la silenciosa presencia de los àrboles bajo el oscuro cielo nocturno?
¿Por què? ¿Eh?!
¿Quièn puede decir por què una flor es esa flor y no otra?
¿Quièn puede decir por què el misterio se ha vestido con sus ojos?
¿Quièn puede entenderlo?
Usted no puede ni podrà jamàs entender el mar.
Sòlamente puede, siendo uno con èl, penetrar en su vastedad sin conocerlo.
Y eso es o serà sòlo cuando se de cuenta, de que aparte de lo tècnico, aparte de lo entendible, nada màs hay que deba o necesite o pueda ser entendido.
Aparte de lo entendible,
¿Hay algo que entender?
Richard Mesones.
Apariencias en el SER -
.
Todo lo que percibimos son apariencias en el SER, que es la unidad.
El SER ùnico que somos "tù", "yo", "ellos", etc.
Yo, es el nombre con que el SER ùnico se nombra a si-mismo en "cada uno".
Y todo, no sòlo lo que percibo exteriormente en forma de apariencias, sino lo que percibo como interno, como sentimientos, sensaciones, etc, todo sucede en este mismo SER que Yo soy.
Darse cuenta de ello es darse cuenta de ser el SER, de ser la Unidad.
Y es por tanto, sentirse-siendo-en-unidad con todo lo que existe, pues sòlo existe realmente un sòlo SER, un ùnico YO que "todos" somos.
Por ello todo lo que percibo como fenòmenos internos no son màs que modificaciones en la energìa anìmica del ser.
Y todo lo que percibo externamente no son màs que apariencias en el SER.
Estar en discordia con una apariencia externa es sentirme separado, como si fuera una entidad aparte de la unidad que se manifiesta externamente como el fluir constantemente cambiante de las apariencias.
Estar en discordia con como me siento es sentirme separado de mi mismo como expresiòn anìmica ùnica de la Vida una.
Como sea, pensar que algo o alguien no deberìa ser como es, no me deja sentirme-ser_siendo-en-comuniòn, en comùn-unidad con y en todo lo que es.
Y visceversa, no sentirme en comuniòn conmigo mismo no me deja sentirme en comuniòn con la vida, como sea que esta se estè manifestando externamente, aparentemente.
Sin la idea de que "yo" u "otro" deberìa ser distinto de como es, sòlo hay YO, comuniòn.
YO; no "yo".
Sòlo YO.
Pero ninguna apariencia me dijo nunca que ella era el SER, que era YO.
O que era no-yo.
Es el pensamiento quien me lo dijo.
Y Yo se lo creì.
Son tan sòlo las apariencias que toma el SER.
Percibir es siempre percibir las apariencias.
Lo importante es atender allì donde las apariencias y los sentimientos ocurren y darse cuenta de que, independientemente de las apariencias superpuestas o de los olas anìmicas sucitadas , lo que se percibe es siempre YO percibiendo.
Siempre me siento a mi mismo.
Son los pensamientos sobre lo que aparece (apariencias) en la Conciencia de SER los que, al ser tomados como realidades y no como YO pensando,
crean la sensacion de que hay dos, "yo" y "eso".
Dualidad en vez de unidad.
Divisiòn. Separaciòn.
Las percepciones por si mismas no generan jamàs un sentido interior de separaciòn, sòlo los pensamientos lo hacen.
Suceden en el SER; no al SER.
Entonces todo lo que sea que sienta, ya sea que provenga de mi propio interior en forma de sentir autogenerado, o en forma de reacciòn emocional a los pensamientos sobre lo percibido, lo importante es darse cuenta que sòlo hay Yo, sintièndome asì o asà; Yo pensando asì y por eso sintièndome asà, pero siempre YO, nunca "no-yo".
YO idèntico a mi mismo.
YO idèntico a si-mismo.
Sòlo YO.
No ese "yo" que es "no tu", "no eso"; etc, no.
YO que es UNIDAD.
Entonces sòlo hay Unidad, que soy YO.
Y YO siendo asì, no soy ni me siento distindo de la Unidad,
sino la Unidad siendo asì, siendo Yo.
Entonces nadie es "otro".
Todos somos YO.
Lo que sea que sienta siempre soy YO.
"Esto" tambien soy YO.
Y al haber unidad interior hay tambièn comunidad exterior.
Todo y todos somos manifestaciones de la misma y ùnica unidad, del ùnico SER, del ùnico YO.
Hay un solo YO que emerge como "yo", "tù", "ellos", etc.
Pero eso son sòlo apariencias.
Y la sensaciòn de dualidad creada por la asunciòn de los pensamientos como "otras" realidades fuera de YO.
Cuando uno se da cuenta que sentir asì es tan sòlo un producto de YO pensando, entonces la sensaciòn de dualidad se disuelve en YO.
Y YO es todo lo que queda, todo lo que ES.
No importa lo que sea que sienta ("esto") o por que lo sienta o de donde provenga, siempre soy YO-sintièndome-asì; no Yo y "eso", sino solamente YO...
"Esto" tambièn soy YO, es el "rezo", el susurro de la Unidad.
Unidad es "estar en Casa", "otra vez".
Richard Mesones.
Todo lo que percibimos son apariencias en el SER, que es la unidad.
El SER ùnico que somos "tù", "yo", "ellos", etc.
Yo, es el nombre con que el SER ùnico se nombra a si-mismo en "cada uno".
Y todo, no sòlo lo que percibo exteriormente en forma de apariencias, sino lo que percibo como interno, como sentimientos, sensaciones, etc, todo sucede en este mismo SER que Yo soy.
Darse cuenta de ello es darse cuenta de ser el SER, de ser la Unidad.
Y es por tanto, sentirse-siendo-en-unidad con todo lo que existe, pues sòlo existe realmente un sòlo SER, un ùnico YO que "todos" somos.
Por ello todo lo que percibo como fenòmenos internos no son màs que modificaciones en la energìa anìmica del ser.
Y todo lo que percibo externamente no son màs que apariencias en el SER.
Estar en discordia con una apariencia externa es sentirme separado, como si fuera una entidad aparte de la unidad que se manifiesta externamente como el fluir constantemente cambiante de las apariencias.
Estar en discordia con como me siento es sentirme separado de mi mismo como expresiòn anìmica ùnica de la Vida una.
Como sea, pensar que algo o alguien no deberìa ser como es, no me deja sentirme-ser_siendo-en-comuniòn, en comùn-unidad con y en todo lo que es.
Y visceversa, no sentirme en comuniòn conmigo mismo no me deja sentirme en comuniòn con la vida, como sea que esta se estè manifestando externamente, aparentemente.
Sin la idea de que "yo" u "otro" deberìa ser distinto de como es, sòlo hay YO, comuniòn.
YO; no "yo".
Sòlo YO.
Pero ninguna apariencia me dijo nunca que ella era el SER, que era YO.
O que era no-yo.
Es el pensamiento quien me lo dijo.
Y Yo se lo creì.
Son tan sòlo las apariencias que toma el SER.
Percibir es siempre percibir las apariencias.
Lo importante es atender allì donde las apariencias y los sentimientos ocurren y darse cuenta de que, independientemente de las apariencias superpuestas o de los olas anìmicas sucitadas , lo que se percibe es siempre YO percibiendo.
Siempre me siento a mi mismo.
Son los pensamientos sobre lo que aparece (apariencias) en la Conciencia de SER los que, al ser tomados como realidades y no como YO pensando,
crean la sensacion de que hay dos, "yo" y "eso".
Dualidad en vez de unidad.
Divisiòn. Separaciòn.
Las percepciones por si mismas no generan jamàs un sentido interior de separaciòn, sòlo los pensamientos lo hacen.
Suceden en el SER; no al SER.
Entonces todo lo que sea que sienta, ya sea que provenga de mi propio interior en forma de sentir autogenerado, o en forma de reacciòn emocional a los pensamientos sobre lo percibido, lo importante es darse cuenta que sòlo hay Yo, sintièndome asì o asà; Yo pensando asì y por eso sintièndome asà, pero siempre YO, nunca "no-yo".
YO idèntico a mi mismo.
YO idèntico a si-mismo.
Sòlo YO.
No ese "yo" que es "no tu", "no eso"; etc, no.
YO que es UNIDAD.
Entonces sòlo hay Unidad, que soy YO.
Y YO siendo asì, no soy ni me siento distindo de la Unidad,
sino la Unidad siendo asì, siendo Yo.
Entonces nadie es "otro".
Todos somos YO.
Lo que sea que sienta siempre soy YO.
"Esto" tambien soy YO.
Y al haber unidad interior hay tambièn comunidad exterior.
Todo y todos somos manifestaciones de la misma y ùnica unidad, del ùnico SER, del ùnico YO.
Hay un solo YO que emerge como "yo", "tù", "ellos", etc.
Pero eso son sòlo apariencias.
Y la sensaciòn de dualidad creada por la asunciòn de los pensamientos como "otras" realidades fuera de YO.
Cuando uno se da cuenta que sentir asì es tan sòlo un producto de YO pensando, entonces la sensaciòn de dualidad se disuelve en YO.
Y YO es todo lo que queda, todo lo que ES.
No importa lo que sea que sienta ("esto") o por que lo sienta o de donde provenga, siempre soy YO-sintièndome-asì; no Yo y "eso", sino solamente YO...
"Esto" tambièn soy YO, es el "rezo", el susurro de la Unidad.
Unidad es "estar en Casa", "otra vez".
Richard Mesones.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Tratar de "entender"...
Querer entender-saber-anticipar el fluir, que es la manifestación del misterio de la vida, es lo que nos “separa” de él, es la resistencia con la cual dejamos de ser-en-comunión con-en el misterio.
Así es como nos “convertimos” a nuestros propios ojos en un supuesto “yo” en “el mundo”, aparentemente separado del fluir del todo, contraído, con ese inherente sentido de carencia, de in-completitud, de inseguridad, y de constante necesidad.
Tratamos de entender el misterio de la vida en vez de vivirlo.
Este “separarnos”, esta resistencia a ser-en-comunión-sin-definirnos es la raíz misma del conflicto, la lucha , la confusión y el sufrimiento.
Querer entender el misterio de la vida nos deja enredados en lo entendible-descriptible, a saber: sus cambiantes apariencias, sus temporales y efímeras manifestaciones.
¡¿Quién dijo que la vida era para ser entendida?!
Sólo lo aparente, la manifestación efímera de lo inmanifiesto, es descriptible.
Sólo lo que uno no es puede ser entendido-conocido-descrito.
Lo que no es un objeto, no puede ser descrito-conocido objetivamente.
Aquello que la conciencia resiste, queda presa de ello;
aquello con lo que la conciencia entra en comunión, va más allá de ello.
Somos el misterio de la vida tomando conciencia de si mismo.
Sin tratar de entender dicho misterio no hay mas separación; comenzamos a sentirnos uno con y en él.
Comenzamos a vivir-ser en comunión, en unidad, con la esencia misma de la vida.
Siendo sin “conocer” eso que somos..., siendo en lo indescriptible y formando “parte” de ello...
Richard Mesones.
Así es como nos “convertimos” a nuestros propios ojos en un supuesto “yo” en “el mundo”, aparentemente separado del fluir del todo, contraído, con ese inherente sentido de carencia, de in-completitud, de inseguridad, y de constante necesidad.
Tratamos de entender el misterio de la vida en vez de vivirlo.
Este “separarnos”, esta resistencia a ser-en-comunión-sin-definirnos es la raíz misma del conflicto, la lucha , la confusión y el sufrimiento.
Querer entender el misterio de la vida nos deja enredados en lo entendible-descriptible, a saber: sus cambiantes apariencias, sus temporales y efímeras manifestaciones.
¡¿Quién dijo que la vida era para ser entendida?!
Sólo lo aparente, la manifestación efímera de lo inmanifiesto, es descriptible.
Sólo lo que uno no es puede ser entendido-conocido-descrito.
Lo que no es un objeto, no puede ser descrito-conocido objetivamente.
Aquello que la conciencia resiste, queda presa de ello;
aquello con lo que la conciencia entra en comunión, va más allá de ello.
Somos el misterio de la vida tomando conciencia de si mismo.
Sin tratar de entender dicho misterio no hay mas separación; comenzamos a sentirnos uno con y en él.
Comenzamos a vivir-ser en comunión, en unidad, con la esencia misma de la vida.
Siendo sin “conocer” eso que somos..., siendo en lo indescriptible y formando “parte” de ello...
Richard Mesones.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Sólo la libertad serena la mente.
-
Ser libre es simplemente ser.
Ser uno mismo.
Sin condiciones.
Y usted ya es usted mismo/a.
Usted YA es libre.
No poder sentirse libre es el resultado de creer-asumir como verdadero el falso postulado de que uno primero necesita de tal o cual condición para entonces recién poder ser libre, ser uno mismo.
Ser uno mismo, libertad, integridad, bienestar, comunión, etc, son todos sinónimos.
¿Qué es entonces el malestar, la tensión, el sufrimiento?
Simplemente una alarma que nos avisa que hemos asumido como cierta una historia mental que dice algo que no es cierto, a saber: que necesitamos primero de tal o cual condición para después poder entoces sentirnos bien con nosotros mismos y con la vida.
La tensión, el sufrimiento, el malestar y el aburrimiento son alarmas de la inteligencia.
Se activan para llamar nuestra atención sobre nuestro propio interior, sobre nosotros mismos, para que indaguemos en nuestra mente.
La esencia de la mente es la libertad.
Por eso las condiciones le generan tensión, malestar, sufrimiento.
La mente anhela la libertad, la necesita.
Pues la mente es un instrumento del ser, y en una mente que no es libre, que está apegada a una historia mental condicionante, en una mente así el Ser no puede florecer y liberar su perfume.
A menudo se la compara con un caballo desbocado, y se sugieren un sin fin de técnicas y métodos para domeñarla.
Y esto es una real estupidez.
La mente se desboca por-que le imponemos condiciones.
Y sólo la libertad pacifica los caballos desbocados.
Una mente libre es una mente serena, silenciosa, en la cual los pensamientos atraviesan su espacio como las nubes atraviesan el cielo; sin mancharlo.
Y en ese cielo, la particularidad del Ser ilumina como un sol indisimulable.
Si usted ata su mente con condiciones-para-ser la mente le ata a usted.
Si la mente es liberada, esta le libera.
No que usted se vuelva libre porque no lo fuera antes, sino que en una mente así el ser-si-mismo puede florecer sin interferencias ni distorsión, sin condición alguna.
Sin condicionantes internas de ningún tipo, sin una historia mental a la cual tener que apegarse, sin etiquetas, sin definiciones, sin comparación.
La libertad es la esencia de la mente, y lo desconocido, lo sin-condición, es el campo donde habita la libertad, la tierra prometida donde el Ser puede florecer, siendo!
Allí donde no hay una cualidad-estado-condición específica como referecia para ser, allí sólo la verdad es, de momento en momento.
Y sólo la verdad le puede liberar de lo que no es verdad para-en usted.
La verdad de su propio sentir sin la distorsión del pensamiento, de la historia mental no cuestionada, no indagada.
Esta es la finalidad de la Liberación Interior a través de la Autoindagación; no le "otorga" una libertad de la cual supuestamente carece.
Le libera de la ilusión de creer que aún no es libre y que supuestamente necesita de tal o cual cosa para llegar a serlo.
"Ayudarle" a usted a liberar su propia mente de toda condición, para que así pueda en ella reflejarse sin distorsión la pura verdad de su corazón, su sentir más suyo, su fragancia única, y poder vivir-ser-siendo libres, que es la única forma en que vale la pena vivir.
Tener razón o ser libre, ¿qué desea usted?
Richard Mesones.
Ser libre es simplemente ser.
Ser uno mismo.
Sin condiciones.
Y usted ya es usted mismo/a.
Usted YA es libre.
No poder sentirse libre es el resultado de creer-asumir como verdadero el falso postulado de que uno primero necesita de tal o cual condición para entonces recién poder ser libre, ser uno mismo.
Ser uno mismo, libertad, integridad, bienestar, comunión, etc, son todos sinónimos.
¿Qué es entonces el malestar, la tensión, el sufrimiento?
Simplemente una alarma que nos avisa que hemos asumido como cierta una historia mental que dice algo que no es cierto, a saber: que necesitamos primero de tal o cual condición para después poder entoces sentirnos bien con nosotros mismos y con la vida.
La tensión, el sufrimiento, el malestar y el aburrimiento son alarmas de la inteligencia.
Se activan para llamar nuestra atención sobre nuestro propio interior, sobre nosotros mismos, para que indaguemos en nuestra mente.
La esencia de la mente es la libertad.
Por eso las condiciones le generan tensión, malestar, sufrimiento.
La mente anhela la libertad, la necesita.
Pues la mente es un instrumento del ser, y en una mente que no es libre, que está apegada a una historia mental condicionante, en una mente así el Ser no puede florecer y liberar su perfume.
A menudo se la compara con un caballo desbocado, y se sugieren un sin fin de técnicas y métodos para domeñarla.
Y esto es una real estupidez.
La mente se desboca por-que le imponemos condiciones.
Y sólo la libertad pacifica los caballos desbocados.
Una mente libre es una mente serena, silenciosa, en la cual los pensamientos atraviesan su espacio como las nubes atraviesan el cielo; sin mancharlo.
Y en ese cielo, la particularidad del Ser ilumina como un sol indisimulable.
Si usted ata su mente con condiciones-para-ser la mente le ata a usted.
Si la mente es liberada, esta le libera.
No que usted se vuelva libre porque no lo fuera antes, sino que en una mente así el ser-si-mismo puede florecer sin interferencias ni distorsión, sin condición alguna.
Sin condicionantes internas de ningún tipo, sin una historia mental a la cual tener que apegarse, sin etiquetas, sin definiciones, sin comparación.
La libertad es la esencia de la mente, y lo desconocido, lo sin-condición, es el campo donde habita la libertad, la tierra prometida donde el Ser puede florecer, siendo!
Allí donde no hay una cualidad-estado-condición específica como referecia para ser, allí sólo la verdad es, de momento en momento.
Y sólo la verdad le puede liberar de lo que no es verdad para-en usted.
La verdad de su propio sentir sin la distorsión del pensamiento, de la historia mental no cuestionada, no indagada.
Esta es la finalidad de la Liberación Interior a través de la Autoindagación; no le "otorga" una libertad de la cual supuestamente carece.
Le libera de la ilusión de creer que aún no es libre y que supuestamente necesita de tal o cual cosa para llegar a serlo.
"Ayudarle" a usted a liberar su propia mente de toda condición, para que así pueda en ella reflejarse sin distorsión la pura verdad de su corazón, su sentir más suyo, su fragancia única, y poder vivir-ser-siendo libres, que es la única forma en que vale la pena vivir.
Tener razón o ser libre, ¿qué desea usted?
Richard Mesones.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Interior y exterior.
.
No hay dos vidas; no hay tal cosa como la vida "exterior" y la vida "interior".
Hay tan sólo la vida, indefinible, en su constante movimiento vertiginósamente armónico de flujo y reflujo, de reto y respuesta, desplegándose.
"Exterior" e "interior" son sólamente una convención trazada por el pensamiento humano, pero que muy a menudo olvidamos que existe tan sólo en el pensamiento humano.
No en la vida!
La vida es un movimiento unitario.
El reto y la respuesta no pueden separarse, como el flujo y el reflujo de una misma corriente.
El evento "exterior" y el estado "interior" son las dos caras de la misma moneda, la moneda de la existencia.
A través del estado interno miro la existencia, y ello determina mi "vivir", creando-atrayendo para mi las circustancias que lo reflejan.
A través de las circunstancias externas me reflejo, y ello despierta mi reflexión; o al menos, así sería deseable; y esto modifica mi estado interior, o al menos, así sería deseable.
Según sea mi estado interior es como me voy a sentir "conmigo mismo" y por tanto también con-y-en el mundo; es el color del cristal con el que estoy mirando, y serán los eventos que concordantemente voy a estar vivenciando.
Todos inequívocamente teñidos con el color de ese estado, todos de su misma cualidad.
Y si además me identifico mentalmente con unas determinadas y concretas circunstancias externas, entonces éstas (las circunstancias externas que están siempre cambiando, mutando) van a determinar mi mal-estar interior inevitable.
Como reza un viejo proverbio chino: "no hay forma más segura de sufrir que el aferrarse a lo que va a cambiar".
Si estoy en paz con el flujo permanentemente cambiante de la vida, de lo que es tal como es en cada momento, entonces estoy en paz en mi interior.
Si estoy en paz con el flujo permanentemente cambiante de la vida en mi interior, entonces estoy en paz con el mundo.
Y no es el mundo el que necesita paz; es el ser humano, soy yo.
¿Significa esto resignarse?
No.
Significa sentirse-ser-estar-viviendo-siendo en paz, y desde esa paz, vivir.
Vivir que es responder al reto constante de lo desconocido, del misterio, de la vida.
Vivir que es también: cambiar lo que necesite ser cambiado, no cambiar lo que no necesita ser cambiado, y saber ver la diferencia.
Y todo ello en paz.
Entonces en esa paz, no hay más la división de lo exterior y lo interior, pues no hay más la identificación con ningún evento exterior ni estado interior, que es lo que crea la resistencia al fluir de la vida; hay sólo el movimiento unitario de la vida, el flujo y reflujo de la vida, a través de esta puerta abierta, de esta vacuidad, de esta silenciosa espaciosidad que yo soy, de esta conciencia vacía.
Hay, la apasionada danza inimitable de la propia finitud, entre las dos orillas del océano infinito de lo innominable.
Richard Mesones.
No hay dos vidas; no hay tal cosa como la vida "exterior" y la vida "interior".
Hay tan sólo la vida, indefinible, en su constante movimiento vertiginósamente armónico de flujo y reflujo, de reto y respuesta, desplegándose.
"Exterior" e "interior" son sólamente una convención trazada por el pensamiento humano, pero que muy a menudo olvidamos que existe tan sólo en el pensamiento humano.
No en la vida!
La vida es un movimiento unitario.
El reto y la respuesta no pueden separarse, como el flujo y el reflujo de una misma corriente.
El evento "exterior" y el estado "interior" son las dos caras de la misma moneda, la moneda de la existencia.
A través del estado interno miro la existencia, y ello determina mi "vivir", creando-atrayendo para mi las circustancias que lo reflejan.
A través de las circunstancias externas me reflejo, y ello despierta mi reflexión; o al menos, así sería deseable; y esto modifica mi estado interior, o al menos, así sería deseable.
Según sea mi estado interior es como me voy a sentir "conmigo mismo" y por tanto también con-y-en el mundo; es el color del cristal con el que estoy mirando, y serán los eventos que concordantemente voy a estar vivenciando.
Todos inequívocamente teñidos con el color de ese estado, todos de su misma cualidad.
Y si además me identifico mentalmente con unas determinadas y concretas circunstancias externas, entonces éstas (las circunstancias externas que están siempre cambiando, mutando) van a determinar mi mal-estar interior inevitable.
Como reza un viejo proverbio chino: "no hay forma más segura de sufrir que el aferrarse a lo que va a cambiar".
Si estoy en paz con el flujo permanentemente cambiante de la vida, de lo que es tal como es en cada momento, entonces estoy en paz en mi interior.
Si estoy en paz con el flujo permanentemente cambiante de la vida en mi interior, entonces estoy en paz con el mundo.
Y no es el mundo el que necesita paz; es el ser humano, soy yo.
¿Significa esto resignarse?
No.
Significa sentirse-ser-estar-viviendo-siendo en paz, y desde esa paz, vivir.
Vivir que es responder al reto constante de lo desconocido, del misterio, de la vida.
Vivir que es también: cambiar lo que necesite ser cambiado, no cambiar lo que no necesita ser cambiado, y saber ver la diferencia.
Y todo ello en paz.
Entonces en esa paz, no hay más la división de lo exterior y lo interior, pues no hay más la identificación con ningún evento exterior ni estado interior, que es lo que crea la resistencia al fluir de la vida; hay sólo el movimiento unitario de la vida, el flujo y reflujo de la vida, a través de esta puerta abierta, de esta vacuidad, de esta silenciosa espaciosidad que yo soy, de esta conciencia vacía.
Hay, la apasionada danza inimitable de la propia finitud, entre las dos orillas del océano infinito de lo innominable.
Richard Mesones.
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